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Ziba

por Julio César Durán

 

El cine que a cuentagotas ha llegado a México desde la República Islámica de Irán tiene la particularidad de ser crítico, cautivador y sobre todo, de ser una fuente de atrevimientos formales en cuanto a técnica cinematográfica se refiere. Las tensiones sociales y las afinidades visuales que los creadores iraníes –tanto los que han realizado películas dentro como fuera de esta nación– demuestran un país habitado por personajes con pulsiones que poco o nada tienen que ver con el espacio exótico, en unos casos, o “incivilizado”, en otros, que el mundo occidental quiere ver.

Precisamente con Ziba (2012), el tercer largometraje de Bani Khoshnoudi, encontramos un Irán interesante, en movimiento, con una capital bastante similar a cualquier ciudad importante de América Latina. Los habitantes de Teherán mantienen un ritmo de vida y actividades bastante similares a las del mundo occidental. La protagonista, quien da título al filme, es una mujer casada y con una hija pequeña, con la solvencia económica para no necesitar nada más de lo que posee o para mantener un estilo de vida sin ningún tipo de carencias materiales. Sin embargo existen, por supuesto, privaciones que poco tienen que ver con la prosperidad económica y que van a desatar el conflicto entero de la historia.

Ziba se encuentra en un momento de estabilidad, es una mujer madura dentro de un matrimonio al que no le falta absolutamente nada, pero al igual que el moderno Irán, se ve totalmente aislada y ajena al mundo en el que vive. La mujer estará siempre separada de la gente que la rodea, sin la capacidad (¿o más bien el interés?) de relacionarse con los demás, perfectamente reflejado en los fueras de foco que Khoshnoudi nos pone ante los ojos, que acompañan a un personaje casi siempre en primer plano. La situación a la que se verá enfrentada la protagonista la mantendrá no sólo emocional y psicológicamente apartada del mundo, sino de manera literal, cuando su esposo la deje sola en una construcción que él lleva a cargo.

Esta coproducción franco-iraní totalmente filmada en Teherán, nos muestra una sociedad masculina donde Ziba se encuentra atrapada. La protagonista, como muchas figuras femeninas que no han encontrado un medio como lo es esta película, se ve sofocada por un viento ardiente que sopla de la misma manera desde hace décadas y que no está dispuesto a aceptar errores, que también juzga de infantil el comportamiento de la mujer en cuestión cuando intenta escapar por un respiro y que finalmente, la mantiene al borde de la desesperación sin posibilidad de moverse a ningún sitio.

Ziba tendrá que dar vueltas en un espacio mínimo, como si estuviera en un laberinto en medio del desierto, sin posibilidad de huir a ningún lado, soportando el contacto con personas que no conoce y con las cuales no podrá conectarse de ninguna manera, a pesar de encontrarse todos en la misma situación social de aislamiento. Se rescata el logrado trabajo de edición y mezcla de sonido, donde el viento se escucha durante toda la película, nunca hay silencios que permitan a Ziba detenerse; mientras la claustrofóbica cámara de Shahriar Assadi y Khoshnoudi está siempre encima del personaje principal, apretando el encuadre en todo momento sin darle mucho espacio ni mucho menos aire qué respirar al espectador. Ziba es una fiel muestra de una forma de hacer cine “sencillo” con alto impacto.

 

Si desea más información de este filme, puede dar click aquí para acceder a su sitio web.

12.02.14



Julio César Durán


@Jools_Duran
Filósofo, esteta, investigador e intento de cineasta. Después de estudiar filosofía y cine, y vagar de manera "ilegal" por el mundo, decide regresar a México-Tenochtitlan (su ciudad natal), para ofrecer sus servicios en las....ver perfil
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