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Los obreros de Farocki

Obreros que salen de una fábrica

por Carlos Rgó

 

unos piensan, se dice,
otros actúan,
pero la verdadera condición del hombre
es pensar con sus manos

Jean-Luc Godard, Historia (s) del cine

 

En Obreros que salen de una fábrica (1995) que se exhibirá como parte de la retrospectiva del cineasta alemán que el FICUNAM prepara para su tercera edición, Farocki encuentra la memoria que da vida a la cinematografía: las ideas. Más preciso: las ideas visuales.

La ilusión de imágenes en movimiento que empezó a seducir a finales del siglo XIX, gracias a Louis Lumière y su hermano Auguste, es parte del trabajo fílmico que explora Farocki. Si hoy la luz proyectada sobre edificios nos causa un extrañamiento al pensar las posibilidades de la tecnología del siglo XXI, en 1895 la película de los Lumiére producía un impacto similar en las personas que vivieron la primera proyección de imágenes sobre una pantalla.

Con las imágenes que representan a obreros saliendo de la fábrica de los Lumière, Farocki se sumerge en la escena para conectarla con la historia del cine. El resultado: “Muchos filmes empiezan cuando el trabajo ha terminado. He recolectado imágenes de diferentes ciudades y de muchas décadas, expresando la idea saliendo de una fábrica, como si el tiempo hubiera venido a recolectar estas secuencias cinematográficas, de la misma manera en que estas palabras son llevadas juntas a un diccionario”, dice el cineasta alemán (http://www.farocki-film.de/). Un ensayo visual sirve para que Farocki extraiga la esencia más pura del cine: su movimiento, y lo lleve en conexión con imágenes de películas de Fritz Lang, Chaplin o Pasolini.

El cine como lenguaje y técnica daba sus primeros pasos, “ya nacido técnicamente, incluso a veces estéticamente, aún está por nacer teóricamente” (Barthes, 1970, Cahiers du cinema), y ya el uso de las imágenes primigenias apuntaría hacia la profundidad psíquica donde las cosas del mundo, reales o no, serían transportadas por la serena vehemencia de la imaginación, en este caso, la atmósfera de los obreros en el universo imaginario de Lyon en 1895, al salir de una fábrica.

Platón hace muchos siglos pensaba el arte como mímesis, pero en un sentido que encarna formas sensibles de ideas espirituales, es decir, podíamos crear formas de lo real pero siempre buscando expresar emociones e imágenes superiores. El arte no estaba subordinado a los placeres vulgares, mucho menos a obreros que salen de trabajar apurados por el tiempo que se les escapa, sino a cosas esenciales que hacía de ellas la posibilidad de crear las formas que el arte expresaba.[1]

Aristóteles también concebía el arte como mímesis: el arte imita la actividad de la naturaleza en el sentido de que la prolonga o completa. Decía Aristóteles que el arte crea una especie de imagen necesaria de la realidad; no al presentar lo que ocurrió, sino lo que tenía que ocurrir. Es decir, el arte representa no la realidad, sí las posibilidades de lo real.[2] El arte no imita la realidad, sí su actividad, la manera como la naturaleza actúa originando formas. En Obreros que salen de una fábrica hay una actividad creadora, también un gesto hacia los límites laborales, cotidianos y tecnológicos que habrán de repetirse en la historia del cine, como lo muestra Harun Farocki.

La tecnología observa, la vida cotidiana sale a las calles y del trabajo es de lo que se huye. “Una imagen como un término es capaz de integrarse en múltiples formulaciones […] se entiende a ciegas sin necesidad de mirarla”, dice Farocki, y el movimiento de los obreros será filmado y repetido en los ojos y en la memoria de los espectadores, la industria de las películas como partes emergidas de nuestra conciencia son un fenómeno que hay que captar en su plenitud, esa evidencia de imágenes se confunde con nuestra propia sustancia humana que es también evidente y oscura, tal como una sala de cine. A medida que el aparato Lumière dirige sus imágenes a la sola contemplación y las proyecta como espectáculo, el cine da sus primeros pasos.

Las películas, las video-instalaciones, el libro Desconfiar de las imágenes (Caja Negra, 2013), o guiones cinematográficos y televisivos son maneras en que Farocki critica y encuentra en las imágenes visuales un camino para tematizar las interacciones entre los procesos históricos y cómo los medios de comunicación los presentan. Cuestiona el uso del cine como medio pictórico. A través del montaje y la composición de imágenes filmadas y de archivo, Farocki produce un subtexto que deja al descubierto los contextos de significación técnicos, sociopolíticos y culturales en la producción, distribución y recepción de imágenes (http://www.artishock.cl/2013/02/harun-farocki-el-poder-de-las-imagenes/).

Las “posibilidades de lo real” como dijo Aristóteles en Obreros que salen de una fábrica de Harun Farocki, son traducidas a las posibilidades de la imagen como forma de producción de la sociedad contemporánea y el arte actual.

 

21.02.14


[1] Plazaola, Juan, “Capítulo V: El arte y la realidad”, en: Introducción a la Estética, Historia, teoría y textos, Bilbao, Universidad de Deusto, 2007. 357.

[2] Ibíd. 358.

Carlos Rgo


@Rgock

Con estudios en Letras Hispánicas y Filosofía, se interesa por las artes plásticas y el cine. Actualmente escribe una tesis sobre literatura mexicana del siglo XX y cursa un seminario sobre teoría y crítica para abordar la imagen y las prácticas fotográficas.

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