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El cine a modo III. Desde la tercera cuerda
por Praxedis Razo

“A mí lo que más me gusta [de filmar] es la acción… Acción, acción y más acción”, le comenta Santo a José Xavier Navar en una de las últimas entrevistas que concedió el hombre leyenda que vivió toda su fama detrás de una máscara (Cine, núm. 26, junio-julio, 1980).

Para nadie es un misterio que las películas de luchadores son menos que el peor cartel semanario, precisamente de la lucha libre en cualquier arena trashumante de Âżcuál ciudad del país le gusta a usted, lector? Sin embargo, aquellas piezas fílmicas tan impresentables como lo podría ser hoy [favor de poner el nombre de su pre-candidato favorito] en un momento dado fueron importantes para el gran público del cine.

Y, aunque sería interesante abordar las poderosas sinrazones que tenía ese público para gozar de aquel ritual pesadamente repetitivo de un esquema bien absurdo del drama entre el mal y el bien, esta sección está para recordarnos que el cine es de quien lo trabaja; que para todos los libros y libros sobre semiótica y sintagmática cinematográfica siempre habrá un Juan Orol dispuesto a acribillarlos, o un Santo gustoso de caerles desde la tercera cuerda.

Porque para el Santo haber protagonizado casi la mitad de los más de 200 títulos de filmes que representan toda la zaga de cine de luchadores, de 1952 hasta nuestros días, no significó nada: “Por eso muchas veces uno ya quiere terminar la película como salga, uno quisiera tener una película muy buena, sin embargo no hay medios, no hay dinero, no hay nada y ¡ya! lo que salga”, siguió comentándole el ídolo de multitudes a su entrevistador.

Y más. Santo, al ser cuestionado por algún problema con algún monstruo o vampiro -¡y vaya que combatió cantidad de ellos!- que hubiera tenido en escena, se descarna y da una muestra de memorable autenticidad que ya la quisiera cualquiera de los Bichir: “Nooo… [ningún problema]. Te voy a decir por qué: la mayoría de los monstruos con los que yo ando peleando son luchadores, entonces no hay problema con ellos; [en cambio] si peleas con un actor, pues le da miedo caer en las piedras, en el mismo cemento. Y tiene razón, es un actor, se puede lastimar; el luchador no, él se anda pegando aquí y allá, y se da un golpe, y se roza y le sale sangre, pero está para eso… Hay ciertos tipos que no encajan. Por ejemplo [en Santo y Blue Demon contra los monstruos (Martínez Solares, 1969)], película que me gustó mucho, sale Drácula… un muchachito… medio ridículo el personaje, luego la momia, un pobrecito señor flaquito, actores ambos que no dan el ancho…”

Siempre era Santo el Santo. Calcúlele tantito, lector, y es como si Christian Bale anduviera dando entrevistas a nombre o de Bruce Wayne o de Batman, ni más ni menos. Imposible. En cambio nuestro súper héroe mexicanero vivía en los extremos de los límites del personaje, como la entrañable Norma/Gloria Desmond/Swanson de Sunset Boulevard (1950), y cuando el periodista lo cuestiona sobre si se ríe o no en medio de un enfrentamiento contra Drácula o el Hombre Lobo, dice, enfático: “Todo es en serio, tú tienes que tomártelo con seriedad. Claro, puedes guasear fuera de escena, fuera de todo, pero estando en escena hay un gran respeto para los actores y el director, porque si me comienzo a reír… entonces se convierte todo en un choteo”.

“¿Y seguirás combatiendo contra los monstruos, vampiros y demonios?”, le cuestiona un acechante Navar que tendrá como última respuesta de Santo una ambivalente frase, como todo en él: “Pues contra quien me pongan”, que más que permitirnos escuchar a quien habitó detrás de la máscara, nos lo esconde más, porque sigue hablando desde el ser Santo un personaje, pero, como en la respuesta arriba citada de que muchas veces ya quería terminar la película, la tortura, como fuera, por el nivel de improvisación notorio que adquiría bajo su mirada, se puede intuir que se trata de una persona que va por el mundo siendo Santo y no una representación del bien, ni de las bondades simbólicas de la plata.

Santo caminó por esta Ciudad de México (a Go-gó y de un neogoticismo radical) para protegernos de marcianos y visitantes de otras galaxias, muertos vivientes, vampiras, doctores locos, Capulina, momias de Guanajuato, lobas, secuestradores, mafiosos, la hija de Frankestein, jinetes del terror, mujeres panteras, cíclopes y más monstruos de catálogo onírico insospechado… y fue en serio.


05.02.12

Praxedis Razo


Un no le aunque sin hay te voy ni otros textículos que valgan. Este hombre gato quiere escribir de cine sin parar, a sabiendas de que un día llegará a su fin... es lo que más le duele: no revisar todas las películas que querría. Y también es plomero de avanzada. Mayores informes y ofertas al 5522476333. ....ver perfil
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