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Charlot/Chaplin

por Guido Floyd

 

Chaplin puede ser un personaje o todos los personajes, un individuo común y corriente o un gobernante fascista, de tal manera que al suplirse a sí mismo el personaje sobrepasa al actor, es decir, Chaplin se convierte en Charlot para poderse volver cualquier otro personaje a través de este mismo: Charlot obrero, Charlot atleta, Charlot dictador, Charlot soldado y a su vez es Chaplin en todas estas facetas, mismo caso que sucede con Buster Keaton y Harold Lloyd, dejándonos ver que estos artistas de la comedia se lo toman muy serio para actuar todos estos papeles e interpretarlos con las bastante inteligencia para llegar a hacer reír a la gente con algo que es realmente serio.

Frente a una pantalla el espectador se olvida del personaje. De la misma manera al mencionar el nombre de Chaplin, en nuestra mente surge una imagen a manera de pantalla, el sujeto con bigote y sombre que nos hace reír y no un director de cine, compositor, o actor: es Charlot. Entonces ¿a quién conocemos, a Chaplin o Charlot?

Tal vez conocemos a Chaplin a través de Charlot que actúa frente a una cámara: una especie de de un hombre y su doble. Es entonces cuando ese personaje cobra importancia, lo que dice son cosas serias, mas no cómo las dice. Mientras que en la vida real un sujeto como Charlot no puede existir, es justo ahí donde se desarrolla la idea de un personaje como él, generado por la mente de Chaplin. Cada movimiento o gesto de este sujeto es preconcebido en la realidad que es Chaplin, el hombre que charlaba con las mentes más importantes de la época (Albert Einstein, Mahatma Gandhi, D. W. Griffith), mientras que Charlot sigue con sus ropas de vagabundo, robando comida y creando problemas a su alrededor, ambos, persona y personaje, crecen de manera contraria, y una frase de Tarkovsky  lo explica mejor: “ Yo hago cine porque el mundo  no es perfecto,  y esa imperfección busca su perfección a través del arte”.

Chaplin busca a través del cine el sueño de todo hombre y el sueño de todo artista al mismo tiempo. En la pantalla, Chaplin es donde puede realizar todos sus sueños y al mismo tiempo decir algo tan importante como la vida misma, sentimientos tan profundos que existen en el hombre y que hacen que sus películas no dejen de ser una obra de arte.

Dentro del cine de Chaplin podemos ver que no niega la violencia a pesar de que es comedia, lo vemos en la muerte de Black Lars (The Gold Rush, 1925), una manifestación política (Modern Times, 1936) y cuando le es arrebatado un niño (The Kid, 1918). En casi toda su filmografía surgen estos espacios de la parte más obscura de la ciudad, un borracho, prostitutas, la pobreza, el capataz o abusador de los débiles, no sólo nos deja ver el aura de Chaplin de la que habla Walter Benjamin, sino que lo disfraza tan bien con lo cómico de los personajes que lo tomamos a la ligera, Charlot es quien nos conduce, y a través de él la más cruda realidad de Chaplin pareciera un jardín de niños.

Sin lugar a dudas, Chaplin como autor (excepcional, pues además era partícipe de sus propias proyecciones) tenía una concepción muy clara de cómo llegar a todos lados. Así por un lado, los espectadores aman a Charlot, por otro, los teóricos aman a Chaplin, imágenes que se ven entrelazadas pero están definidas: lo que uno construye con su gracia, su inocencia y torpeza el otro enaltece con un gran discurso sobre la libertad y el espíritu del hombre (The Great Dictator, 1940).

Chaplin profesaba una especie de fe franca a través de la imagen, no como lo habían querido hacer los gobiernos totalitarios que le anteceden y a quienes critica en sus películas. Como el comediante no sabe a quién le está hablando ni en qué tiempo, sólo le queda ser lo más sincero para poder llegar a la gente y llevarlos a realizar su sueño, mientras que la política sabe muy bien qué es lo que gente necesita y abusa de esos deseos y sueños convirtiéndolos en imágenes inalcanzables, llevándonos a un tantalismo, de cuerpos esplendidos que salen de situaciones totalmente insuperables y se quedan sonriendo y sin un rasguño. Chaplin nos dejó a un personaje que no es él, porque sabía que  iba a desaparecer como cualquier mortal, pero se inmortalizó a través de la imagen de un vagabundo que difícil o no creer es Chaplin que nos expresa lo mejor de un hombre.

 

13.08.14

Guido Floyd


Cinéfilo y apasionado de las arte visuales, describe todo lo que pasa ante sus ojos para trasmitir esa esencia de las formas, texturas y colores que lo abordan.....ver perfil
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