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Revueltas y el cine IX. La década prodigiosa, 1 de 3

 

por Elías Razo Hidalgo

 

Inician los 50, Revueltas se vuelca a escribir para cine, no muerde el anzuelo de recibir premios en España y se consolida como argumentista.

 

 

Después de habérsele obligado a autocensurarse en 1950, retirar Los días terrenales que estaba teniendo ventas importantes en librerías (situación extraordinaria en México) y suspender para siempre la puesta teatral de El cuadrante de la Soledad (también con un éxito inusitado para la escena nacional), José Revueltas se aleja de las miradas de todos y se mete de lleno a escribir tres guiones cinematográficos que por diversas razones (por dedicar su tiempo al teatro) tenía pendientes.

Roberto Gavaldón ya lo esperaba ansioso para filmar sin descanso en la segunda mitad del año tres cintas: Rosauro Castro, Deseada y En la palma de tu mano. Revueltas llega al set y quiere olvidar el pasado inmediato y se mete a escribir para alejarse de lo que considera su derrota ideológica.

El filme Rosauro Castro, de 1950, está basado en un argumento del escritor norteamericano Robert O’Quigley, en donde se cuenta la historia de un pueblo que es dominado por un cacique que hace las funciones de ser al mismo tiempo un benefactor que un sometedor del mismo (¿antihéroe? Sí, posiblemente). Sus rasgos humanitarios lo hacen sentir cálido, pero sus acciones arrebatadas y vengativas lo transforman en un personaje al que se le odia

La adaptación resulta ser un éxito en donde el protagonista, Pedro Armendáriz, expresó que ésta fue una de sus películas en donde desbordó su mejor talento y de sus preferidas, de las que siempre volvería a ver. Rosauro Castro debe estar considerada como una de las mejores obras del cine negro rural filmada en México, se trabajó con una producción independiente (con dinero de Gavaldón y de Pedro Armendáriz). La venganza, el revanchismo, el intento de aplicación de la justicia, las leyes burladas, la impunidad, son los temas centrales de la cinta, aunado esto a la extraordinaria pareja de antihéroes que hacen el mismo Armendáriz y López Moctezuma, asegurando el clímax desarrollado por el libreto.

Durante la cinta, Armendáriz quiso conocer a José Revueltas para contarle directamente lo que su hermana Rosaura, un año antes, le había hecho durante la filmación de Pancho Villa vuelve (Contreras Torres, 1950) en medio de todo el personal de la filmación: le plantó una sonora cachetada “por majadero y poco caballeroso con las mujeres”, al mismo tiempo que éste agradeció el excelente trabajo de adaptación lograda por él y le ofreció trabajar en otra cinta con Rosaura, para tener oportunidad de lavar su mala imagen con ella.

Casi inmediatamente de concluir la adaptación de Rosauro Castro, Revueltas se puso a trabajar para la cinta Deseada (1950), que tendría como protagonista a Dolores del Río, que le había gustado el trabajo desarrollado por Gavaldón y Revueltas, en el manejo de personajes femeninos que lograban realizar, subrayando la personalidad arrojada y bien plantada de la mujer que tan bien manejaban. Era la tercera cinta que filmaba con ellos (La otra y La casa chica antes), por ello se suman gustosos al trabajo que venía desarrollando el escritor mayista Antonio Médiz Bolio y el productor y actor José Baviera, que adaptaron para las ruinas mayas de Chichén Itzá, la obra de teatro La ermita, la fuente y el río, de Eduardo Marquina, para realizar una película de época que habla de amores prohibidos, quizás imposibles, basada en la leyenda maya sobre la diosa Xtabay, que hubiera sido el nombre de la cinta, hasta que Revueltas sugirió cambiarle el título por Deseada, y de esta manera integrar el drama a una situación universal, sacando la trama de la región yucateca.

En la cinta se ve una provincia tradicional del sureste mexicano, llena de prejuicios criollos, en donde los indígenas son distantes y vistos al margen de la trama que pudiera darse en este lugar, hay escenas logradas de besos robados entre Jorge Mistral y Dolores del Río, que valieron la censura de la mochería del momento, a través de la Liga de la Decencia, organización del Episcopado Mexicano. Así Deseada, con la censura clerical como principal promotora, alcanza la difusión suficiente para ser exhibida en casi toda la República con buena entrada en los cines.

Ya casi en los últimos dos meses de 1950, Revueltas y Gavaldón se dan tiempo para llevar a la práctica la realización la cinta En la palma de tu mano, tal vez con las dos anteriores estuvieron ensayando lo que sería el grabar una de las mejores cintas de género de cine negro que se registre en la filmografía nacional. El guión está basado en un argumento de Luis Spota, del que Revueltas tiene un recuerdo muy cálido (cfr. Revueltas y el cine III), y se pone manos a la obra a darle todo al suspenso y a las situaciones límite con salidas muy originales. El resultado es de preverse: extraordinario, pues Gavaldón está en su mejor momento, convertido ya en un maestro de manejar actores y ambientar visualmente las situaciones psicológicas más obscuras que pueda tener el ser humano.

Para esta película se cuenta con un elenco extraordinario: Arturo de Córdova y Ramón Gay trabajan con Leticia Palma y Carmen Montejo en una cinta en donde un mentalista que lee la bola de cristal, en compañía de su esposa, se dedica a trabajar con señoras de buena posición económica para, por medio de una vil y descarada charlatanería, extorsionarlas. La tragedia comienza cuando el mago intenta sacarle todo el dinero posible a una viuda rica, a quien a su vez le hace creer que ella y su amante mataron a su marido para quedarse con su fortuna.

La pareja Revueltas-Gavaldón logran con En la palma de tu mano realizar una de las películas más grandes e importantes para la filmografía mexicana y alcanzan Arieles: para Luis Spota, el Ariel de Plata como Mejor Argumento Original, en donde Revueltas también tiene parte del premio, al decir del mismo Spota y de Gavaldón, pero no del jurado calificador, que lo ignoraron. Asimismo la película ganó el Ariel de Oro a la mejor película, Ariel de Plata a la mejor dirección; mejor actor para Arturo de Córdova; mejor fotografía para Alex Phillips; mejor edición para Charles L. Kimball; mejor sonido y mejor escenografía.

Leticia Palma (cuyo verdadero nombre es Zoyla Gloria Ruiz), aunque realiza la mejor actuación femenina, y estuvo propuesta para el Ariel, tiene un inconveniente en ese momento: no contar con un apoyo detrás y sufrir desde el principio un acoso sexual enfermizo que ella nunca denunció en su momento (sino hasta pasados 45 años), lo que la orillará, dos años después, a dejar el ambiente cinematográfico para siempre.

El drama para ella consistió en que “legalmente” será acusada por Jorge Negrete, secretario general de la ANDA, de extraer documentos de la organización sindical, y sería juzgada y expulsada de la organización, vetada para siempre del cine industrial. Ella, en 1997, da su versión en una entrevista que le concede a Cristina Pacheco en el Canal 11: “Fui acosada para convertirme en amante de Óscar J. Brooks, productor cinematográfico muy importante en el momento de filmar la cinta, y como me negué obligó a Negrete (de este productor dependía filmar o no) a que inventaran la gran patraña en la que me metieron para siempre: o accedía la las bajezas de Brooks, intachable y honorable personaje que se disfrazaba para seducir a jovencitas, o se terminaba mi carrera, decidí por lo segundo, pero mi honor quedó intocado”.

¿Se habrá enterado Revueltas del chantaje sexual que le hacían a Leticia Palma? ¿Qué habrá sentido cuando Armendáriz lo pone al tanto de lo que Rosaura no le había comentado? En esencia se va enterando del corrupto ambiente que se da en el medio cinematográfico, ya lo habían traicionado anteriormente con el conflicto contra el gringo Jenkins, venía dolido de la crucifixión a que lo sometieron sus compañeros comunistas al tacharlo de existencialista sartriano (a la larga reconocerá en Sartre a un enorme pensador y filósofo con el que quiere andar mano a mano), José Revueltas está cansado, pide simplemente que lo dejen hacer lo que siempre ha querido: escribir. Y, no obstante que ya va abriendo los ojos ante el ambiente de compañerismos superficiales e hipócritas –tantas veces advertido por Ramírez y Ramírez–,aún tiene fe e insiste en hacer de su hermana Rosaura una artista capaz de enfrentar las luminarias del momento.

En 1951 (en octubre justamente; es interesante la fecha porque en diciembre de este año se viene otro golpeteo sindical contra Revueltas, del cual comentaremos adelante) tientan a Revueltas, tal vez pensando en la egolatría típica del ser humano, y después de verse ninguneado por los premios nacionales siempre negados para él, desde España le otorgan un premio que consideraban los otorgantes “sería difícil de rechazar” (la prensa y los críticos de cine españoles le tienen un lugar en Madrid, para “premiarlo” por su trabajo poco conocido en ese país).

José Revueltas ve realmente con malos ojos que desde España se estén premiando cintas mexicanas en donde él está en los primeros renglones de trabajadores de cine mexicanos a los que desde Europa los van a convidar de jugosos premios y paseos. Él particularmente rechaza todo lo que venga desde allá y en una carta pública agradece el reconocimiento pero observa que no es posible que un gobierno asentado en la represión y en la sangre de cientos de miles de españoles, que sufrieron el establecimiento del gobierno falangista de Franco, pueda premiarlo, y antepone sus creencias políticas antes de aceptar ningún premio de un gobierno represor, y piensa, sin decirlo públicamente ¿será posible que hasta allá estén los tentáculos del gringo Jenkins? Por vías de mientras, decide hacer lo que siempre había hecho: escribir y escribir, esperando ser reconocido, pero en su país.

 

Retomar el trabajo de actuación con su hermana Rosaura

Rosaura Revueltas, mayor que él por cuatro años, fue una especie de ancla de toda la familia Revueltas. Ella sí aprovecha la instrucción primaria y secundaria en el Colegio Alemán, donde aprendió inglés y alemán, que al paso del tiempo le abriría las puertas de escenarios internacionales y contradictoriamente se las cerraría en nuestro país. Se casó muy joven con el alemán Walter Bodenstedt, y después de tener un hijo se dedicará al estudio del baile y a la actuación (ca. 1945). Fue precursora del género de danza folclórica colaborando en la formación del Ballet Folklórico de Amalia Hernández, en 1950. En teatro debutó desde 1946 con La desconocida de Arras, dirigida por Charles Rooner, posteriormente en la ya comentada El cuadrante de la soledad (1950), y participó también en el montaje de Un alfiler en los ojos, dirigida por Seki Sano, en 1952.

Durante la estancia de José Revueltas en las Islas Marías, Rosaura tuvo la oportunidad de revisar escritos alemanes que hablaban de campos de trabajo forzado en Siberia, donde mandaban a viejos luchadores bolcheviques, y al respecto José Revueltas haría una autocrítica años después:

Yo nunca le creí, siempre le reprochaba su formación ‘aristocrática’ y la tachaba de burguesa, que vergüenza siento ahora el haberla insultado de esa manera; ella nunca me reclamó mi forma de ser, antes al contrario me animaba: ‘hemanito, adelante, si yo fuera hombre estaría a tu lado, pero tengo que cuidar a mi mamá, que ya tiene mucho que sufrir por tu estancia en la cárcel y hay que trabajar para sostener la casa’, pero dale con que hubiera aprendido el alemán para que leyera directamente lo que decían revistas alemanas al respecto, en la práctica se conocen a los revolucionarios y vaya que si ella me lo demostró con sus actividades artísticas en el cine y en el teatro, eso es consecuencia, eso y nada más.

José Revueltas la alienta para que inicie su debut en el cine y la recomienda con Emilio El Indio Fernández, que, a su vez, le pide a Miguel Contreras Torres, pionero del cine mexicano, especialista en temas históricos y religiosos, la incluya en un pequeño papel en Pancho Villa vuelve, con el que lograría obtener el premio Cuauhtémoc. Posteriormente ya el mismo Indio, la invita a participar en el elenco de Un día de vida en Islas Marías, ambas rodadas en el año de 1950. Un año después trabaja en Muchachas de uniforme de Alfredo Crevenna, cinta polémica que consigue “la censura de las buenas conciencias” por mucho tiempo (actualmente existe una copia no censurada en la Filmoteca de la UNAM en donde se aprecia el tratamiento revolucionario de tema y estilo que en esta época le valió el enlatamiento inquisidor a que se sometía a las películas “incómodas”) debido al tema lésbico que implícita y explícitamente maneja, así como el despertar del amor, la sensualidad y sexualidad de las adolescentes.

 

Una piedrita más en el camino de José Revueltas

A finales de 1951 José Revueltas concluye el guión de El rebozo de Soledad, que se filmará en 1952 bajo la dirección de Roberto Gavaldón y con la participación de Arturo de Córdova, Pedro Armendáriz, Stella Inda, Domingo Soler, Carlos López Moctezuma y la misma Rosaura Revueltas, siendo producida por el Sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica.

Antes de terminar el año, el STPC le hace un extrañamiento a José Revueltas, a petición de la Sección de Técnicos y Manuales y Actores, porque lo señalan como “irresponsable y con poca ética”, ya que, al decir de esta sección, el escritor no ha terminado el trabajo que se le pagó para la realización del guión de esta película, afirmando que atenta contra la producción y las fuentes de trabajo de los miembros de la industria. Apenas en agosto de ese año se le mostraba como un ejemplo de trabajador cinematográfico, por ello se le quería premiar en España, y Revueltas hizo un rechazo rotundo a “su premio español”: sólo quería escribir, y, en el caso de que hubiera ido a Madrid, como sí lo hicieron varios directores, escritores y actores mexicanos, hubiera perdido dos meses de trabajo (septiembre y octubre, por lo menos), por los festejos que les dieron en España a los premiados, y él simplemente se puso a trabajar.

En su defensa, en carta enviada al STCP a principios de enero de 1952, Revueltas argumenta que desde que se le contrató, en septiembre y hasta el 23 de diciembre de 1951, no dejó de trabajar y concluir el “cinedrama original de El rebozo de Soledad, que consta de más de 100 cuartillas profesionales”, y que tal fue entregado en el domicilio de Roberto Gavaldón, director de la cinta, en tiempo y en forma, sin contar con que antes se hicieron lecturas colectivas (en las que participaron Revueltas, Gavaldón, Stella Inda, Arturo de Córdova, representando a los actores, y el líder de la Sección acusadora, Eduardo Fernández, desde octubre de ese año) y que Revueltas ya en este mes daba por concluido su trabajo para la adaptación completamente terminada. Lo que pedía desde entonces era la liquidación de su contrato, que siempre se le negaba y “lo hacían ver como si fuera un estafador y no un trabajador que exige el pago justo por su trabajo”, concluye la extensa defensa de Revueltas con la solicitud de que su nombre sea reivindicado públicamente por el STCP y por la sección de Técnicos y Manuales y Actores, por el dinero que “legítimamente se me adeuda... renunció a él y lo dono para el edificio social que se está construyendo” para la citada sección (la  deuda era de $2,500.00).

El asunto concluyó con la petición aceptada de Revueltas y la cinta “cuya irresponsabilidad ponía el crisis las fuentes de trabajo cinematográficas”, de acuerdo al STCP, fue rodada en los tiempos convenidos por Gavaldón y el productor ejecutivo, Miguel Alemán Velasco, cuyo padre (presidente de México por esos días) conocía muy bien a Guillermo Jenkins, con el que tiempo atrás inició su trabajo de litigante (ca. 1930), y tuvo tratos cuando puso un despacho de bienes raíces junto a sus condiscípulos universitarios (Gabriel Ramos Millán, Manuel Ramírez Vázquez, Rogelio de la Selva, Fernando Casas Alemán, Robert Pike y Raúl López), que bajo la asesoría de Manuel Ávila Camacho reciben la recomendación del gringo para comprar barato terrenos en la colonia Polanco y en Lomas de Chapultepec, en el Distrito Federal, así como en los potreros y llanos de Naucalpan (lo que sería a futuro Ciudad Satélite), en el Estado de México para comenzar a desarrollar la “moderna” expansión de la Ciudad de México.

El rebozo de Soledad ofrecía un encuentro nada agradable entre el urbanismo y la ascensión social y económica de profesionistas y la realidad social estancada y del campo, y las injustas y crueles relaciones rurales. En sí retratan al México ¿de siempre? al que se enfrenta un doctor, que yéndose a trabajar socialmente lejos de la Ciudad. En este sitio se da el encuentro con un sacerdote, que desde el púlpito lucha por hacer más soportable la vida sobre la tierra, y ambos personajes luchan desde su trinchera en contra del caciquismo y la ignorancia imperante en la comunidad.

En determinado momento, el doctor duda de proseguir en un trabajo duro y continuar su labor en la ciudad con su corrupción económica y laboral que ya lo esperaba. Entonces el sacerdote, en medio de una secuencia exasperante, logra en él una definición y toma de conciencia que hacen que se incline por seguir combatiendo verdaderas enfermedades en el campo y no negociar con enfermedades imaginarias que la clase social pudiente tiende a inventar en los hospitales particulares, manejados como complejos negocios redituables apoyados en la mentira.

La Academia de Ciencias y Artes reconoció el trabajo de esta película con 15 nominaciones al Ariel, de los cuales le otorgaron 8: Gavaldón, Armendáriz, Arturo de Córdova, Stella Inda, López Moctezuma, Rosaura Revueltas, Domingo Soler, Francisco Domínguez, el que compuso la música, para todos; menos para el argumentista.

 

27.10.14

Elías Razo Hidalgo


Periodista de alma que se quedó sin periódico. Atlista aunque gane su equipo. Profesor de la Facultad de Filosofía y Letras desde hace ya 35 años, hoy se divierte en el inframundo de los infomerciales. Miembro emérito del cineclub "José Revueltas" de Ciencias Políticas y Sociales, hoy paga tributo al escritor al....ver perfil
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