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FICUNAM 05. Maidán

Retrospectiva

Ataque al corazón de Kiev

por Jorge Islas

 

 

El Estado nunca confronta voluntariamente la conciencia intelectual o moral de un hombre, si no que se las tiene que ver con su cuerpo, con sus sentidos. No se arma de una sabiduría superior o de honradez, si no que recurre a la fuerza bruta. Yo no nací para ser forzado. Seguiré mi propio camino.

Desobediencia civil, Henry David Thoreau

 

Maidán es el nombre que recibe la explanada que se encuentra justo en el corazón de la ciudad de Kiev, capital de Ucrania. El 20 de febrero de 2014 este corazón se bañó de sangre cuando fuerzas del régimen ucraniano, bajo las órdenes del entonces presidente Víktor Yanukóvich, asesinaron a 100 manifestantes e hirieron a más de 500.  Ese día ha sido el más funesto en la historia moderna de esa nación.

El documental Maidán (2014) del realizador Sergei Loznitsa es una crónica del movimiento que cimbró a un país y que continúa con su avalancha de consecuencias para esa región del orbe. Desde el 21 de noviembre de 2013, miles de personas tomaron simbólicamente la principal plaza de Ucrania para protestar por la decisión del gobierno  de suspender la firma del Acuerdo de Asociación y el Acuerdo de libre comercio con la Unión Europea. Como las acampadas en España o el movimiento occupy en Estados Unidos, los hombres y mujeres de Maidán se declararon en resistencia pacífica e hicieron suyo el espacio urbano para hacer visible la protesta.

El filme tiene un estilo visual y narrativo muy claro: está constituido por tomas largas, planos generales y fijos, y muy pocos movimientos de cámara. En palabras del director,  su documental tiene un estilo y estructura contrarios a la propaganda rusa. Por lo regular, la propaganda y la publicidad tienden a transmitirse a través de audiovisuales muy dinámicos, que atropellan las palabras e imágenes; “haz, haz, vota” –dice una; “compra, compra, compra” –dice la otra. El documental de Loznitsa dice: “observa”. La elección de una cámara fija en vez de cámara en mano subraya la intención de objetividad del autor. Es interesante anotar que nunca se muestra en pantalla interacción alguna entre el documentalista y los manifestantes, no hay diálogos, no hay entrevistas, sólo observación.

La primera escena de la película comienza con una multitud cantando el himno nacional de Ucrania en el Maidán de Kiev repleto. La letra de este himno tiene un contenido “mesiánico”, como lo calificaría Walter Benjamin, está lleno de añoranza de libertad y paz. Sin embargo, en el contexto, ese mesianismo no se traduce en una esperanza pasiva que promete un futuro mejor sin llamar a la acción, ni en aquel intento de perpetuidad de las formas fundamentado en dejar la responsabilidad de la acción social a las futuras generaciones. Se convierte, más bien, en un atisbo de la meta cuando la marcha ya ha iniciado. Esta generación de ucranianos tomó las riendas de su destino aunque el camino es escabroso.

La narrativa sigue el desenvolvimiento del conflicto. Primero la protesta es totalmente pacífica y hasta festiva. Las personas disfrutan de los momentos de comunidad e incluso combinan la protesta política con la música y la poesía. No obstante, conforme escala la crisis y arrecian las refriegas, los semblantes se oscurecen y dan paso a la preocupación por la supervivencia tanto del colectivo cuanto del sujeto. El punto de no retorno se dio el 16 de enero de 2014, cuando el parlamento aprobó leyes en contra de la libre manifestación. Desde ese momento se advierte la tragedia que habrá de caer sobre un pueblo inconforme. Dice Thoreau que si las leyes son injustas, la salida más digna para un individuo es desobedecerlas. Esto es justo lo que sucede ante los ojos de Losnitza, la desobediencia civil en acción.

En el último mes de protestas fueron cada vez más frecuentes los enfrentamientos directos con la policía hasta que ocurrió la masacre. Hay quienes dicen, no sin falta de argumentos, que todo cine es político. En el caso de Maidán, esta sentencia se cumple cabalmente porque la cinta constituye una exclamación para voltear a ver el fracaso de los sistemas políticos actuales que simulan la democracia desde la dictadura. A pesar del discurso de objetividad de su autor, es imposible terminar de ver este documental sin crear empatía con los ciudadanos, quienes demandan derechos bajo riesgo de perder la vida. Es imposible no sentir también rabia y dolor por los caídos, asesinados a mansalva y vueltos héroes por sus compatriotas.

 

07.03.15



Mr. FILME


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La letra encarnada de la esencia de F.I.L.M.E., y en ocasiones, el capataz del consejo editorial.....ver perfil
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