por Alice Froussard y Mathilde Lajarrige

La función prensa del Grand Théatre Lumière ya estaba llena cuando llegamos a las 8:30 de la mañana para la proyección de Sicario y se entiende por qué. Denis Villeneuve, el realizador canadiense –bien conocido en México por sus Intriga (Prisioners, 2013) y La mujer que cantaba (Incendies, 2010)– llega a Cannes con un nuevo narco-thriller, muy controlado y eficaz, en el cual Emily Blunt, Benicio del Toro y Josh Brolin se lucen y apoyan. Este filme nos ofrece una revisión que nos sumerge en el universo brutal y sangriento de los carteles de drogas a la frontera norte de México: un Breaking Bad en pantalla grande.

Único representante de Quebec en competición oficial de la 68 edición del Festival de Cannes, el realizador confía que presenta con Sicario una de sus mejores películas. “No solamente para la película misma sino también porque intentamos hacer trabajar personalidades diferentes y empujarlas para que vayan al límite de sus esfuerzos”. También porque creemos que los dos años de redacción del guión y la re-escritura por Taylor Sheridan contribuyeron de manera significante a la justicia y a la calidad de la narración.

Sicario presenta a unos agentes del FBI y de la CIA que se lanzan en una misión clandestina a fin de desmantelar el cartel de drogas afiliado al corredor de Sonora, en Juárez, la célebre ciudad en frontera con Estados Unidos. Kate, recién recluta del FBI alistada en este equipo de elites especializadas en la lucha en contra del narcotráfico, se encuentra en el núcleo de un campo de batalla caótico y confuso, donde carteles despiadados se enfrentan a un equipo de americanos que sobrepasa los límites de la legalidad y de la lealtad. Determinada, Kate pone en peligro su vida en nombre de la justicia a fin de luchar contra la violencia y con el lema que estipula que “el fin justifica los medios”.

Sicario se inscribe una realidad dicotómica. Los temas se entrelazan al avanzar en la historia hasta poner de relieve la ambivalencia de la vida alrededor de la frontera norteamericana y en donde las relaciones se construyen entre bien y mal, entre hombre y mujer, entre violencia y sensibilidad. “No vas a sobrevivir aquí. No eres un lobo. Y ya es el territorio de los lobos”, replica Benicio del Torro a Emily Blunt.

Ya conocíamos su preferencia para con los sujetos, mezclando intensidad de la acción y cuestionamientos morales, en Sicario Denis Villeneuve filma con elegancia y justicia esta tensión emocional y aborda problemáticas de ética con una manera muy sutil. Así, más allá de la mera reproducción de los hechos, Sicario es para Villeneuve una película moderna que refleja cómo el mundo occidental lidia con aquellas dificultades. La película incluso se podría interpretar como una crítica de la ineficiencia de la política norteamericana del “War on drugs” (Guerra de las drogas), den donde el guión genera “zonas grises” que levantan preguntas sin dar respuestas.

Sicario no trae a la pantalla un tema nuevo, pero, como ciudadano americano, el realizador afirma su interés y su responsabilidad en la perpetración de las violencias. La frontera es una pared de silencio y seguir produciendo películas acerca del tema mejorará nuestro conocimiento de la situación, hasta darnos la ambición de dejar al lado cualquier tipo de violencia.

23.05.15