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35 Foro. La tribu

por Adolfo Abraham Cruz Carbajal

 

El amor y el odio no necesitan traducción.

 

“Aviso a los asistentes: por favor tenga en cuenta que La tribu sólo contiene lenguaje de señas sin subtítulos”, aclaraba una notificación puesta en los cines donde se exhibió el primer largometraje del cineasta ucraniano Myroslav Slaboshpitsky, una propuesta cinematográfica innovadora para nuestros días, y que podría ser un giño a la primera manifestación de este arte: el cine mudo.

“Palabras y más palabras” reclama de forma despectiva el personaje de Norma Desmond (Gloria Swanson) en Sunset Boulevard (Wilder, 1950) al hablar del cine sonoro. Un lamento tóxico que sigue haciendo eco pensando, por ejemplo, en el filme francés El artista (Hazanavicius, 2011), que imitó en forma y contenido al cine silente de los años 30 del siglo pasado, despojando a su trama del sonido de las palabras, aunque esto es más un gesto nostálgico por aquella era cinematográfica ya desaparecida, que una propuesta innovadora.

No obstannte La tribu (2014) es su primer largometraje, y Slaboshpitsky demuestra que es un cineasta con una mirada que busca dar voz a aquello que Belinski veía en la obra de Dostoyevski cuando menciona: “Honor y gloria al joven poeta cuya musa ama a los inquilinos de las buhardillas y de los sótanos”. Darle voz al vencido, al invisible, al marginado. Esta mirada es lo que distingue a La tribu cuyo mundo se siente subterráneo y ajeno –pero que a la vez nos vuelve parte de él por medio de las emociones del lenguaje corporal de sus protagonistas– es una muestra de la sensibilidad de su director, quien en su cortometraje Deafness (2009) ya desarrollaba las herramientas e ideas para La tribu, al acercarse a la comunidad sordomuda en Ucrania.

Slaboshpitsky afirma en una entrevista reciente para Rolling Stone que “no es necesario que una película tenga diálogo. Lo importante son las emociones humanas: eso es claro y entendible para cualquier persona en el mundo”, en la cual también menciona que en La tribu, al romper con la barrera del lenguaje, quiso rendirle homenaje al cine silente, ya que para él las emociones humanas que transmitían estos filmes “involucraban a la audiencia profundamente en la historia”, sin necesidad de palabras.

El argumento gira en torno a Sergey, un adolecente sordomudo que ingresa a un internado para jóvenes con su misma discapacidad, donde poco a poco aprende a abrirse camino en una red de crimen y prostitución que tiene sus propias reglas, un universo donde la autoridad está de cabeza ya que la lente de la cámara pone a los alumnos en primer plano, quienes ejercen una especie de poder dentro del internado con la complicidad del maestro de carpintería. Esta pequeña comuna de jóvenes sordomudos, también funciona como un reflejo de cierto malestar dentro de la sociedad ucraniana, aquel que se evidencia en la escena donde el joven está tomando clases de geografía y el mapa muestra a Ucrania dentro de Europa occidental como si se tratase de una protesta de identidad para distanciarse de Rusia –considerando los eventos que derrocaron al presidente pro-ruso Yanukovich en 2014–. En palabras de Peter Bradshaw de The Guardian, “Hay un estrato político en La tribu, justo debajo de su nivel emocional abierto, un comentario alegórico sobre la experiencia nacional de no poder escuchar y no ser escuchado".

Compuesta por varios planosecuencias y sin música, La tribu es un desafío para nosotros como espectadores por su narrativa con base en el lenguaje de señas, sin subtítulos, lo que nos ayuda conectarnos con las emociones humanas de sus personajes y transmitirnos la sensación de no ser escuchado. Se trata de un grito silencioso que nos hace estar en los zapatos de otro. Lo que Lars von Trier hizo en Dogville (2003) al despojar de todo escenario a su película, Slaboshpitsky hace lo propio al despojarla de todo diálogo.

El uso de actores no profesionales y sordomudos permite a su director realizar una “película más natural, más realista, que fuera fácil de entender”, al mismo tiempo que pudo enfrentar el reto de su historia, con técnicas cinematográficas para lograr materializarla. “Cuando tienes personas sordomudas a cuadro, no puedes filmarlas muy de cerca, porque tienes que apreciar sus gestos corporales”, mencionó, tal como en el cine silente, aunque la película sí capta los sonidos ambientales, lo que nos acerca a la brutalidad. Por esta razón, la película se llevó las ovaciones del público dentro de la Semana Internacional de Crítica en el Festival de Cannes de 2014.

Al aportar su propia experiencia como reportero de nota roja en Ucrania durante los noventas, con la cobertura de la “mafia sorda” que hacía justicia por su propia cuenta, Slaboshpitsky conjuga la violencia de ese mundo criminal con una experiencia de su infancia que le sirvió de inspiración para su ópera prima: “Cuando era niño, asistí a la misma escuela en la que se filmó La tribu, la cual era vecina de un internado al otro lado de la calle. Teníamos contacto con alguno de los alumnos con sordera que asistían a ese internado y de inmediato quedé muy impresionado por la forma en que se comunicaban entre sí… Fue claro para mí que la gente con sordera usa altos niveles de comunicación porque no necesitan palabras, pero sí dependen en gran medida en la expresión de emociones y sentimientos”.

En la película, Sergey es nuestros punto de vista, sufre los típicos abusos juveniles por parte de los cabecillas de “la tribu” hasta que finalmente es aceptado, aprendiendo las reglas del juego y convirtiéndose así en cómplice de dos compañeras que se prostituyen por las noches. Pero el verdadero conflicto surge cuando Sergey se enamora de una de ellas, Ana, quien busca sobrevivir a su miseria para huir a Italia. De hecho es interesante cómo la segunda parte de la película le pertenece a su personaje al adquirir relevancia por su conexión amorosa con Sergey.

Ya sea en Los olvidados de Luis Buñuel (1950), o en El Profeta de Jacques Audiard (2009), el cine ha retratado varias veces la brutalidad que agobia a las voces marginadas, cuyo silencio es un desafío y una protesta que busca su lugar en el mundo; ciertamente La tribu no es la excepción.

 

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29.06.15

Adolfo Cruz Carbajal


Egresado de la Lic. de Historia de la UACJ, actualmente colabora con reseñas de cine para el periódico El Reto en Ciudad Juárez. Tesis de Licenciatura: "El antihéroe en la historia del cine".....ver perfil
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