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El perro Molina

El peor superhéroe de cualquier cine nacional

por Isabel Ocadiz

 

Decadencia del amor. Así puede catalogarse este filme inesperado que escribió y dirigió José Celestino Campusano en el 2014, al elevar el valor, la dignidad y la nobleza de las que sirven con placer al sexo como trabajo digno, perfecta desconexión del cordón umbilical con la iglesia, la política, las leyes federales y morales.

En El perro Molina vemos la prostitución como consecuencia de un desamor enfermizo; vemos como la violencia física y psicológica siembra la semilla del espanto y la duda en el público y críticos. El filme está descrito (si no narrado) en close ups, planos americanos y principalmente medium close ups cerrados para dar fuerza narrativa en un lenguaje cinematográfico casi ideal.

Campusano desprecia el tiempo onírico para adueñarse de un posible o fallido tiempo psicológico que el mismo subtexto de crueldad, en su edición, se asesina, sin mencionar el diseño sonoro con algunas fallas importantes para conseguir una relación literaria, lo cual suplicaría un buen dialoguista: el apoyo sonoro verosímil del ambiente dentro de una historia rara.

El director argentino dibuja a lápiz la Argentina sudorosa bajo un sol opaco y la miseria de un pueblo; ahí es donde se encuentra un círculo de personajes construidos a partir de una patología escalofriante. Terrible la presenciamos desde su inicio, pues parece que vemos el mejor melodrama de la época: Natalia es una mujer víctima de violencia, es quien en realidad padece un tema social y jurídicamente abandonado, el cual ha tratado el cine desde diferentes perspectivas. Pero, por supuesto, el público no quería ver una telenovela, mucho menos una historia de un superhéroe retirado y anciano (por traer a la mente al premiado Iñárritu con su Birdman), así que el estupor abre la puerta de la conciencia del espectador cuando Natalia se entrega a la prostitución, al proyectarse para obtener admiración por parte de su esposo Ibáñez, personaje que demuestra la corrupción de un comisario federal (nada del otro mundo).

La situación nos lleva a un pasaje de transformación de Natalia, quien evoluciona de modo desfavorable para limpiarse de una infidelidad. Cosa curiosa pues la dureza con la que se maneja, sumada a la autodestrucción, le causará placer y amargará su saliva.

Campusano se deshace de los símbolos para centrarse en una anécdota cotidiana, la del perro Molina quien termina en un desesperado deseo de Natalia por sentirse amada como prostituta. Lo interesante de la película no es la visión inmoral que asusta al público por su absurdo tema, si no el denigrante valor de la protagonista por amar al dueño de la casa de citas, quien ofrece a la reina de la prostitución una vida de amor y respeto, melodramáticamente asesinado en ese instante por gente de Ibáñez. Es entonces cuando el superhéroe Molina toma venganza por su amigo y Natalia. Finalmente, en una inexplicable escena de velorio (donde Natalia más que nunca segura de su profesión) despide a su gran amor: el padrote.

Este filme argentino tiene, en definitiva, un planteamiento con excelentes interpretaciones, no obstante estar desconectados en su tratamiento bajo la dirección de Campusano, pues podrían pasar como desconocidos. 

30.03.16

Isabel Ocadiz


Directora y escritora, cómplice de la ensoñacion y la poética que generan 24 imágenes por segundo.....ver perfil
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