por Federico Fellini
Generalidades
[…] Antes de ser director trabajé muchísimos guiones. Era un trabajo que a menudo me llenaba de melancolía o me hacía rabiar. Las palabras, la expresión literaria, los diálogos son seductores, pero empañan ese espacio preciso, esa necesidad visual que es una película. Temo al guión. Odiosamente indispensable. Para trabajar necesito establecer con mis colaboradores una complicidad de compañeros de escuela, con los mismos recuerdos, los mismo gustos, las mismas bromas, un aire de contestación, de irrisión del trabajo que habrá que hacer. Contra la película. Con los guionistas que han trabajado conmigo siempre he tenido la fortuna de consolidar esta solidaridad de colegiales: con Pinelli, con Flaiano, con Zapponi, con Rondi, con Tonino Guerra. Cuando tengo una idea de lo que podría ser la nueva película, hablo con ellos como si se tratase de contar algo que en parte he soñado y en parte ha sucedido […]
Sobre Amarcord, primer vínculo afectivo entre director y guionista
[…] Pero volvamos al pueblecito, a esa premisa indestructible, a ese condicionamiento prenatal, a ese nido caliente y vagamente obsceno, origen y meta enlazados inseparablemente. La película que quería hacer nacía también del deseo de intentar interrumpir, separar estos dos términos superpuestos, enredados en una promiscuidad un tanto sórdida.
Un día hablé con Renzo Renzi, que había ido a visitarme durante una convalecencia en Manziana para proponerme hacer una introducción a un libro sobre Rímini, y la idea de una película sobre mi pueblo se fue precisando con sugerencias más exactas […]
Busqué a Tonino Guerra, que había trabajado con Antonioni, y le dije que quería hacer una película así. Tonino es de Santarcangelo, uno de los barrios más pobres de Rímini, y también él tenía historias que contar parecidas a las mías, personajes que compartieron con los míos las mismas locuras, la misma ingenuidad, la misma ignorancia de niños malcrecidos, rebeldes y sumisos, patéticos y ridículos, fanfarrones y humildes.
Y así surgió el retrato de una provincia italiana, una provincia cualquiera, en los años del fascismo. Ciertamente el fascismo de Amarcord no se examina desde fuera, ni se reconstruye y representa a través de perspectivas ideológicas ni investigaciones históricas […]
Sobre Y la nave va (1983), quizá su testamento fílmico en torno a la dirección
El guión lo redactamos Tonino Guerra y yo. Nos lo echamos en un dos por tres en las vacaciones de agosto, para poder cobrar el anticipo, seguros de que no íbamos a cobrar la liquidación. La película costó seis millones de dólares.
Yo siempre quise que a la entrada los cines que exhibieran esta película hubieran puesto unos carteles que dijeran “Lo que va a ver es todo lo que hayâ€, o “No trate de ver detrás porque se arriesga a no ver siquiera lo que hay delanteâ€. Y la nave va es una película que sugiere y autoriza cualquier tipo de preguntas. ¿1983 es como 1914? ¿Estamos de nuevo en vísperas de otra catástrofe? ¿De dónde sale el acorazado que dispara al Gloria N? ¿Qué significa el rinoceronte?Al principio de la película el autor le rinde homenaje a Chaplin pero luego se refugia en el foro cinematográfico ¿quiere eso decir que se salió de sí mismo para ocuparse de la realidad social o que se regresó para sumergirse en su propio ego? Etcéra […] La película cuenta simplemente un viaje en barco para arrojar en el mar las cenizas de una célebre cantante de los años 20. Algunos amigos me han dicho que es una película terrible, que tiene algo oscuramente amenazante, pero yo creo que no, que en el fondo lo que tiene es una cierta alegría.