siguenos
Marlon vs Vicente

por PR

 

Al final del inclasifcable libro La terca memoria, don Julio Scherer reserva un garbanzo de plomo, que no hay a quien se lo haya contado y no haya desorbitado sus pupilas o soltado una franca carcajada, y qué mejor que recordarlo aquí y ahora, en memoria de uno de los más grandes productos que ha dado el cine y para abonar maldiciones a uno de los peores presidentes que ha dado la historia de México.

 

González Iñárritu era objeto de una celebración singular, típica de Hollywood al final del milenio anterior, por el rotundo éxito de sus Amores perros (2000), que tantos dividendos daba al distribuidor Mike Medavoy, quien en 10 lujosas mesas había acomodado a actores y políticos locales e internacionales para merendar.

Ahí estaban todos los que tenían que. Vicente Fox, presidente súper mediático ¿recuerdan? Llegó tres horas y media tarde y sin remordimiento alguno, en la mesa de honor, llamó la atención de los comensales tocando insistentemente con un tenedor un vaso de vidrio: "tin tin tinririririrííínn" ¿se imaginan?

Ofreció un brindis absurdo en el que específicamente ignoró a los artistas mexicanos ¿pues de qué era la cenita? Y se dedicó a enaltecer la mano de obra barata de nuestros dignos trabajadores en desgracia californiana. Quien estuvo ahí lo tildó de un ranchero sureño, más que de un mexicano de cepa, escribe Scherer. Al final, y para no verse mal, alabó Amores perros pero como si no la hubiera visto; ya se sabe “muy bonita”, “muy mexicana”, “muy uyuyuy”. Silencio posterior.

Inesperadamente se escuchó el leve golpe de otra cucharilla contra una copa de cristal. Era Marlon Brando que también deseaba hacer un brindis. Con su voz pausada y avejentada expresó que pasaba por alto la impuntualidad del presidente, pero que gracias a su condición de artistas todos la habían pasado bien durante el tiempo en que él no estuvo, y ponderó el genio de los artistas mexicanos comenzando por los muralistas, Orozco, Rivera, Siqueiros, pero sin denostar la riqueza popular y sensible que se da en México, como una cultura de hombres y mujeres que se tienen por ignorantes.

“Siguió con la música y los ritmos melancólicos del campo, de los cielos infinitamente bellos, de algunas regiones mexicanas aun libres del smog, de los litorales incomparables, dos mares, nada menos, para elegir o quedarse con los dos. Habló de los revolucionarios, hombres y mujeres de asombro y leyenda más allá del tiempo, leyenda sin tiempo, como debe ser. No podía pasar por alto el donaire de las mujeres que bailan el jarabe tapatío”, desglosa Scherer.

Finalmente, esa insólita escena en la vida de ambos personajes –Marlon y Vicente concluyó con el agradecimiento que el actor le hizo al presidente por su presencia en lenguaje liviano, recordándole la grosería de la tardanza y el no haberse percatado de dónde estaba. Ahí nadie necesitaba sus absurdos discursos preelectorales. Ahí estaban para celebrar el arte y la fiesta mexicana, cabrones.


03.04.12

Praxedis Razo


Un no le aunque sin hay te voy ni otros textículos que valgan. Este hombre gato quiere escribir de cine sin parar, a sabiendas de que un día llegará a su fin... es lo que más le duele: no revisar todas las películas que querría. Y también es plomero de avanzada. Mayores informes y ofertas al 5522476333. ....ver perfil
Comentarios:
comentarios.