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El territorio

 

por Brianda Pineda Melgarejo

 

 

Cerca del fuego

El corazón es fiera herida

Cierras los ojos

Y el incendio no termina.

Santa Sabina

 

 

 

La noche del 17 de abril de 2020, Ari Uru-Eu-Wau-Wau salió a dar un paseo en moto por los caminos del barrio de Tarilandia, ubicado en el Estado amazónico de Jordania. El joven que cuidaba, junto con los suyos, al bosque de invasiones realizadas por madereros, mineros y agricultores brasileños no regresó nunca a casa. El enemigo, aún hoy sin rostro, lo mató un par de horas antes del Día de los Pueblos Indígenas. El pan envenenado de cada día en Latinoamérica: la muerte y desaparición de los activistas. La comunidad a la que pertenecía Ari, los Uru-Eu-Wau-Wau, siguen defendiendo el territorio y sufriendo amenazas. Brasil está en elecciones y millones anhelan que Bolsonaro no vuelva a ser presidente. Los cuatro años catastróficos de su gobierno llevaron la deforestación a un punto en que el país ha perdido su vegetación de manera escandalosa. La Amazonía está en riesgo. Esta misma preocupación se ve reflejada en el récord de candidaturas indígenas: 182. También en el documental El territorio (2022) de Alex Pritz, que inauguró este año la gira Ambulante.

En medio de la niebla, la muerte inesperada de algunos poetas, las amenazas nucleares mundiales y “una rara calma y una fresca dulzura” (Efraín Huerta dixit), Xalapa recibe octubre, un mes propicio a la reunión en torno al fuego de las contemplaciones. Las historias que tenemos que contar son terribles, crudas y de resistencia. Entre ellas la de los Uru-Eu-Wau-Wau. La sala grande del teatro del estado no se llenó, probablemente por la lluvia, pero gente había. Inquietud por saber lo que pasa en esta y otras latitudes también. Durante la inauguración la presentadora insistió en la palabra “celebrar”, detalle curioso porque a quienes hemos acudido año tras año a Ambulante las más de las veces nos cuesta relacionar este ejercicio de diálogo con el entretenimiento y el pacto performático de aplaudir al final. Sin embargo, sí, hay gozo en poder ver estas propuestas. En todo caso se trata de una “celebración, espanto”, como tituló Bruno Darío (recién fallecido) a su primer poemario. Una gira que pasa por las ciudades y bien podría llevar el rótulo: “Me ves y sufres”.

El género documental es actualmente una forma infalible de mostrar las muchas caras de un conflicto, al involucrar varios testimonios involucra varias visiones y nos recuerda que en este mundo ilusorio no hay verdades sino diversidades ideológicas en un sueño compartido, en una pesadilla en la que, consumidores, nos consumimos. Del incendio activo que es la guerra de intereses en Brasil por adueñarse del territorio del Amazonas, surge este documental que muestra las llamas vivas de los últimos años de la lucha de la comunidad indígena Uru-Eu-Wau-Wau por sobrevivir y mantener salvaje y libre el territorio en el que se mueven y al que no le exigen sino lo mínimo; es decir, al que respetan sin explotar.

El documento visual retrata el coraje, la constancia, el orgullo humilde indígena que hace frente a los enemigos de la naturaleza y a los aliados de un progreso que solo se beneficia de ellos: comparte la visión de Sérgio, un agricultor que suda la gota gorda por la cosecha de su patrón y que vence al cansancio gracias a su deseo de un día tener su propio terreno (deseo que lo lleva a formar parte de una asociación que pretende ocupar la Amazonía); la visión de Martin, un resentido social blanco que intenta huir de un destino de pobreza talando árboles porque así abre caminos y funda lo propio como en su momento se fundaron las ciudades; la visión insinuada sin protagonismo de los políticos y empresarios que apenas ponen el cuerpo pero a los que les bata el abuso del poder para sentirse dueños de un destino colectivo. Los aliados del sistema y los activistas, la minoría valiente que está dispuesta a la lucha incansable porque el silencio no les parece una opción. Una producción en equipo integrada por Darren Aronofsky, Sigrid Dyekjaer, Will N. Miller, Lizzie Gillett, Gabriel Uchida que se ganó por su energía el premio del público en el festival Sundance 2022. Llena de close-ups y cambios de escena que refuerzan su sentido poético, sus contrastes y ambientada por la música de Katya Mihailova. Ochenta minutos de conocer al activismo de Neidinha Bandeira, que durante décadas ha hecho su parte por ser esa guardiana que cruza, una y otra vez, el puente que separa a los indígenas de la ciudad y sus avatares, porque el conocimiento es poder y ella lo sabe y a través de él los protege. Ochenta minutos de afilar flechas de madera en el alma y admirar el sentido de comunidad forjado por los Uru-Eu-Wau-Wau; su valentía y dignidad, también su dolor insondable en los funerales de sus guerreros, como muestra la cámara presente en el funeral de Ari.

En la cumbre climática COP26, realizada en Glasgow, Escocia, en noviembre de 2021: Txai Suruí, activista indígena de Jordania y amiga cercana de Ari, recordó al joven con las siguientes palabras: “Mientras cierras los ojos a la realidad, el defensor de la tierra Ari Uru-Eu-Wau-Wau, amigo desde que era niño, fue asesinado por defender el bosque”. El documental del que habla este texto también honra la memoria del joven y la lucha de siglos por parte de los pueblos originarios. Nos muestra a la comunidad que habla la lengua tupí y que, hasta 1981, no había sido contactada y se rodeaba únicamente de naturaleza. Hoy está alerta y se sirve también de la tecnología: celulares, radiotransmisores, drones que les permiten descubrir a los invasores y registrar lo que pasa en ese territorio escondido en pleno corazón de la selva. El proceso de grabación del documental fue complejo y además tuvo lugar durante la pandemia, por lo que otro de sus aciertos fue las soluciones que tomó el equipo para continuar y a un tiempo proteger a la población, la cual es mínima y se encuentra amenazada. Tal como se narra en el artículo publicado por Ricardo Gallegos en la página sobre cine La estatuilla:

Cuando llega la pandemia, The Territory sufre una transformación radical, casi mágica, en donde Pritz demuestra aún más talento de dirección. Para evitar esparcir coronavirus y sin posibilidad de contacto, el equipo de producción mandó cámaras de alta calidad a la comunidad Uru-Eu-Wau-Wau e impartió talleres de cinematografía, sonido y narrativa documental, cediendo la antorcha a sus habitantes para continuar el filme. De esta manera, obtenemos una perspectiva auténtica y de primer nivel de la comunidad defendiendo su tierra.

Si bien la empatía está con los Uru-Eu-Wau-Wau por parte del equipo cineasta, el documental es de una serenidad cruda. No juzga los actos de las personas a las que presenta, deja que hablen por sí solos. Es duro ver que los sueños que cosecha en la mente el sistema nos impiden ver la necesidad de cambio actual. Nuestra mala alimentación, nuestra prisa, nuestro individualismo, nuestra adicción a la tecnología, entre otros factores, contribuyen a ese consumo urbano que inició como un deseo de arrasar con lo natural y crear un espacio semejante a nuestra mente colectiva cerrada: privado, por no decir aislado; cómodo, sí, pero también carcelario. De lo micro a lo macro hay un par de pasos. Tanta peca el que… dice el dicho. El crimen, como el incendio, es compartido. Arden las ilusiones y arde la tierra. Y nada es de nadie, pero la autoridad, los mismos hombres que buscan dejar su marginalidad atrás, imaginan un mundo que obedezca y secunde caprichos. Un mundo antropocéntrico, privilegiado y las más de las veces patriarcal.

Resistir no es quedarse mirando el incendio y consolarse con el calor que emana de otras historias. El incendio es también acción contra el incendio. Escuchar el grito de la selva, el grito vital y a un tiempo elegíaco de los Uru-Eu-Wau-Wau y no dejar esa indignación, ese dolor en un aplauso, ese es el reto. Ambulante importa porque nos hace conscientes del valor de nuestro silencio como espectadores, porque nos recuerda que la contemplación es un incendio, pero puede también ser un compromiso, estemos en la trinchera que estemos. Como dijo Awapu Uru-Eu-Wau-Wau, primo de Ari y parte del equipo de vigilancia del bosque en alguna entrevista: resistir no es querer la guerra, ni la muerte.

 

10.11.22

Brianda Pineda


@brryanda

Xalapa, 1991. Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Veracruzana. Ganadora en dos ocasiones del Premio Nacional al Estudiante Universitario Carlos Fuentes. Ha publicado reseñas y artículos en La Palabra y el Hombre y reseÃ....ver perfil

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