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Sueños y locura en cine digital.
por Julio César Durán
@Jools_Duran

La realizadora Gabriela Gómez-Mont convivió durante una buena parte de su infancia con “El Güero”, un amigo de su padre, quien en pleno lucimiento de su desbordante fantasía de vida impacta en quienes lo han acompañado a lo largo de los años e incluso de quienes han sido personajes transitorios de su historia.

Jose Luis Robles Gil, “El Güero”, es el protagonista de la ópera prima, hecha en formato digital, llamada El hombre que vivió en un zapato (Gómez-Mont, 2011), documental que da cuenta de una manera distinta de percibir y vivir el mundo, en la que la magia y el amor se cuelan a ratos mientras el cine hecho en casa –es decir, en la intimidad del círculo de una familia– es la forma de representar su historia.

El documental se pasea torpemente por la cotidianidad de El Güero, quien aparece o se ve representado en el filme como no más que una persona con un claro desorden mental que afecta de manera importante a su familia –madre, esposa e hijo– quienes serán el coro del cuento que Gabriela Gómez-Mont nos ofrece.

La producción y la fotografía dejan muchísimo que desear. En éste ímpetu de jugar con una cinefotografía casera, tal vez en referencia piezas cinematográficas como las de Caouette o Korine, desaprovecha totalmente una técnica y un lenguaje para usarlo como un simple formato, mismo que se queda únicamente como una mera imitación (o intento) de Tarnation (2003).

El bizarro protagónico del documental es encantador y entrañable, el argumento del filme y el discurso de Jose Luis Robles Gil –quien tiene alrededor a todo un conjunto de personajes peculiares muy a la manera de quienes habitan los documentales de Herzog– es bastante interesante y existe la posibilidad de desarrollarlo para integrarse más en su vida, cosa que la directora desaprovecha totalmente. En torno a la vida de El Güero se manejan mil y un situaciones que tocan en parte la vida de la clase media alta de México: el tener como abuelos a ex gobernadores del norte del país; tener como madre a la puta mejor pagada de la república; crecer en el seno de una perversa familia aristocrática de nuestro país; el haber sido “amante” de una de las preformanceras más importantes del continente, Rocío Boliver la “Congelada de Uva”; al haber sido partícipe del movimiento estudiantil del 68… en fin, nada de esto es retratado por la película ni es cuestionado o reflexionado, simplemente la película pasa lista y pierde tiempo en ser un retrató simplón, por ejemplo al ver a la esposa de Robles Gil caminando o yendo a una estética por un peinado.

El documental también carece de un montaje bien pensado. Todo el tiempo la película va simplemente de paseo, de episodio en episodio, sin tener imágenes significantes o una dirección que permitan constatar la descripción de El Güero como un genio, a quien finalmente sólo lo vemos como “un loquito” con una sociedad que no lo entiende.

Película prescindible con un personaje increíble que esperemos tenga su gran representación fílmica cuando un mejor ojo lo retrate, contiene un gran argumento que –con todo y los privilegios de los que Gabriela Gómez-Mont cuenta para meterse en donde quiera– se desperdicia totalmente en la hora y media que dura el documental. El gran logro emotivo es el final del filme, donde vemos el zapato sueco donde apenas 2 personas caben, por supuesto El Güero y su esposa, en formato de 8mm, objeto que se menciona durante toda la historia ya que es donde vivió nuestro protagonista durante dos años completos en medio de un basurero.

07.06.12

Julio César Durán


@Jools_Duran
Filósofo, esteta, investigador e intento de cineasta. Después de estudiar filosofía y cine, y vagar de manera "ilegal" por el mundo, decide regresar a México-Tenochtitlan (su ciudad natal), para ofrecer sus servicios en las....ver perfil
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