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Algo de poesía en 35mm
por Verónica Ramírez

AƱo 1965. Primer Concurso de Cine Experimental de la Ciudad de México, una oportunidad para entrar en una hermética industria cinematográfica. Bastaron 45 minutos de tiras de 35 mm en blanco y negro para que el filme La coca-cola en la sangre, que por cuestiones de derechos tuviera que vuelta a bautizar como La fórmula secreta, ganara el merecido primer lugar, alcanzando el mayor nivel que, a mi parecer debe tener el buen cine en la filmografía nacional: una importante carga emotiva y reflexiva.

La película la escribió, dirigió y fotografió Rubén Gámez, hombre sonorense de gran curiosidad creativa, quien en su juventud tuvo que lavar platos para costear sus estudios en la Frank Wiggins Trade Technical Junior College de la ciudad de Los Ángeles, California, y en la Universidad de Los Ángeles.

Arrasó en 1966 en el Festival de Cine Documental de Oberhausen, Alemania. Ganó mejor adaptación musical, mejor edición, mejor director, mejor película, y el premio del jurado a la película olvidada.

Con textos líricos de Juan Rulfo en voz de Jaime Sabines, música de Stravinsky, Leonardo Velázquez y Vivaldi, esta película se convierte en un potente intravenoso imaginativo, una poderosa fórmula con un tono incomparable:

Ustedes dirán que es pura necedad la mía,

que es un desatino lamentarse de la suerte,

y cuantimás de esta tierra pasmada

donde nos olvidó el destino.


Pesadilla, tiempo onírico de trazos selectos en la yuxtaposición visual. La imposición cultural anglosajona sobre un México en un halo de identidad pragmática, un sinónimo de la palabra coca-cola. PequeƱos destellos que galopan por la sangre de un paciente que agoniza. ĀæMexicano?, sí, un mexicano con mil rostros que es todo y es uno. Mi nombre, tu nombre o quizás un país, una historia.

Surge la pregunta del lugar que ocupa el hombre campesino, obrero, que vive al día, que vive a veces cuando se puede, porque no alcanza el salario, ni la comida para soƱar con comprarle filosofía a la vida. En la película se deja de ser por un momento una caricatura para vernos como humanos que se funden con las rocas, tras un cielo de miseria y opresión.

Somos el reflejo de la permanencia de los instantes de nuestros aƱos, esa es la premisa para narrar como el invasor colonial, norteamericano, el capitalismo, ingiere en la reconstrucción de nuestro rostro. Apenas se dan dos pasos y se lleva la carga a cuestas.

El mundo está inundado de gente como nosotros,

de mucha gente como nosotros.

y alguien tiene que oírnos,

alguien y algunos más,

aunque les revienten o reboten nuestros gritos.


Ángeles de Tonanzintla, constantes referendos. Apologética convicción. Juez y parte de la miseria humana, ambientada por el viento, que trae secretos inyectados de gritos fulgurantes.

El impulso de autonomía libertaria en imágenes de niƱos, la frase censurado invita a imaginar ese espacio en off de nuestra experiencia, nuestros sueƱos, la simpleza del juego. Sotanas que pisotean y desdeƱan la esclavitud del pensamiento, de la culpa.

Distinta a otra película de su época, y más aún distinta a todo el cine mexicano, al pasar los aƱos sigue estando vigente en una nación cada día más devorada. Regreso al escenario de la plaza de la constitución en un recorrido activo, radiante, acompasado de una flauta, un violín, bajo un puente sin nombre.

Cuando dejemos de gruƱir como avispas en

enjambre,

o nos volvamos cola de remolino,

o cuando terminemos por escurrirnos sobre la tierra

como un relámpago de muertos,

entonces

tal vez llegue a todos el remedio.


(Los versos sueltos son del texto de Juan Rulfo.)


07.09.12



Veronica Ramirez


@vehuitz1
Realizadora, guionista lunar en el arte y oficio del movimiento.....ver perfil
Comentarios:
05.04.13
Mr FILME dice:
Vamos a pasarla el viernes 12 de abril en el cineclub de Filosofía y Letras a las 16hrs. pero también está en you tube. Búsacala como Cocacola en la sangre.
comentarios.