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Ucronía fílmica II: Rockdrigo González llevado al cine

Por Daniel Valdez Puertos

El ejercicio de la adaptación alberga tanto cuestiones estéticas como imbricados cuestionamientos éticos. Se trata de un arrojo enceguecido hacia la profanación, quizá motivado hacia el honesto homenaje o producido por la infame intención de sumarse al referente histórico que implica la obra original. En el teatro se da con frecuente insistencia un intercambio con la literatura y el cine, al revés y de regreso. Pero hablando exclusivamente del cinematógrafo, el ejemplo más contundente es el de una novela o cuento trasladados al celuloide, miles de películas memorables y otras no tantas conforman la lista. Incluso la poesía ha sido objeto de metamorfosis fílmica (Los Nibelungos, Fritz Lang, 1924). También existen extrañezas en que la película se hace novela, espeluznante en todos lo casos, pues son impresos que tienen como fin último prolongar la riqueza obtenida en pantalla. Más insólito podría parecer cuando una obra literaria versa en una canción, como lo es Macondo de Óscar Chávez, pieza musical que canta al pueblo y a los personajes de Cien Años de Soledad o así Las batallas (Café Tacuba, 94) basada en Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco. Pero jamás se había visto tan ambicioso y arriesgado proyecto de adaptación como el que emprenden en este momento la ultra-underground y plus-autogestiva casa productora de cine animado Colorín Colorado, que trabajan arduamente en lo que será la adaptación al cine de la emblemática rolota Tiempo de híbridos, del mismísimo Rodrigo (Rockdrigo) González. Así es, una canción adaptada a un largometraje animado.

La historia del filme homónimo comienza cuando el “profeta del nopal”, puestísimo tras unos toques de cannábis y una familia de derrumbes (unos hongitos psilocibinos), acompañado por una tierna y blonda francesa, -aquella novia que lo llevó a conocer a Bob Dylan-, se introducen al metro capitalino de la estación del metro Balderas, mientras que unos malandrines planean perpetrar un asalto chido en el vagón que abordan, justo cuando los delincuentes dicen: ¡Saquen las carteras ya, los vamos a basculear! Rockdrigo caerá en un sublime trastocamiento entre su viaje interior y el viaje físico del metro, ese distante instante que comprenderá tan sólo una estación y otra. Durante la introspección viajará hacia el universo de los híbridos. Ahí, se encontrará con los tragafuegos supersónicos, las marías ciclotrónicas con sus charros cibernéticos, presenciará una pelea entre los sensacionales frijoles poéticos y los abusivos garbanzos matemáticos, dará con el sabio rupéstrico quien le dará las claves para enfrentar a la Máquina y liberar al pueblo magnético del agandalle trasnacional. Al llegar a la estación Juárez, es que su novia lo sacará del trance, descubriendo con asombro que con su poderosa guitarra embistió a los delincuentes, la película termina cuando Rockdrigo entra a ese emblemático y derrumbado apartamento del edificio número 8 de la calle Bruselas.

El soundtrack estará compuesto por bandas de la escena noisera como Ondas Marxianas, Las once mil vihuelas, Primos lejanos, Encuentros Cercanos del Tercermundo -por cierto, se encuentran grabando su segundo álbum del que esperamos tener noticias pronto-, Tiranosaurio Sex, entre otras, que interpretarán muy a su modo las clásicas piezas del padre del rock rupestre.

Es evidente que el filme toma como referente narraciones precedentes, en las que se ubican Alicia en el país de las maravillas, El submarino amarillo, El Viaje de Chihiro, El Mago de Oz y un amalgame esteticista del cortometraje El héroe de Carlos Carrera, pero cabe resaltar que más allá de ser un ucrónico homenaje cinematográfico a la figura de uno de los más auténticos rockanroleros mexicanos, se trata de un manifiesto en contra de la cotidianidad impregnada de pragmatismo utilitario, en contra del asalto cultural que representa el proyecto de la modernidad y el progreso mercantilista, el cual no ha hecho mas que incrementar la desigualdad social a extremos polarizados y mecanizar, administrar y controlar las posibilidades de la imaginación y la reflexión crítica. Esperemos que Tiempo de híbridos esté pronto en nuestra cartelera, a no ser que le retiren los fondos a la productora por cuestiones meramente anticulturales, pero de ser el caso, hagamos todos nuestra propia adaptación, quizá durante un viaje en el metro o con lo que sea que tengamos a la mano, pues en realidad no necesitamos mas que unos cuantos minutos, lo que dura esa magnífica canción.

Nota importante: Estimado lector, este texto forma parte de un género llamado Ucronía, cuyo siginificado puede investigar en la red.

13.09.2012



Daniel Valdez Puertos


@Tuittiritero

Textoservidor. Lic. en Técnicas de la alusión con especialidad en Historia de lo no verídico. UNAM generación XY. Editor en Jefe y cofundador de la revista F.I.L.M.E. Fabricante de words, Times New Roman, 12 puntos. Es....ver perfil

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