siguenos
TED
por Daniel Valdez Puertos

El debut como cineasta del creador y productor de las famosas series animadas de cáustico humor postsimpsoniano, Seth MacFarlane (The Family Guy, American Dad, The Cleveland Show) es un filme que destaca por su propuesta de realismo mágico enclavado en la idiosincrasia del american way of life, la materia predilecta de su autor.

Durante la noche buena de 1985, un pequeñito inadaptado desea con todas sus fuerzas tener un amigo de verdad y para toda la vida. El milagro sucede al día siguiente, cuando Teddy, su osito de peluche favorito, cobra vida para asombro de él, de sus padres y del mundo entero. El tierno peluchín crecerá a la par que su dueño hasta convertirse en un ronco y vicioso oso de peluche tan humano en su carácter como cualquier gringo promedio. Esta elaboración ya la hemos visto en las caricaturas del MacFarlane, con Brian de The Family Guy, con Roger el alienígena de American Dad y con Tim, el oso humanoide de The Cleveland Show.

Es así que este Pinocchio afelpado será el comparsa incansable de John Bennet (Mark Wahlberg), presente en todos los aspectos de su vida adulta. El conflicto se presenta cuando la vida conyugal de éste choca con el lastre puberto-infantil que represanta Ted. El oso es un arrabalero, es el amigo diletante que siempre quisiéramos ser después de que fuimos arrojados al salvaje mundo de la competencia y lo utilitario. Este osito se da el lujo de invitar a cinco prostitutas y ejecutar con ellas prácticas coprofílicas. Este juguetito, símbolo de la infancia de la cultura occidental, es capaz de ir hasta lo último en las drogas, el sexo y el alcohol.

Ted es una extraordinaria interpretación freudiana. Ted es el inconsciente de Bennet, es un síntoma que significa mucho del malestar de cualquier hombre en trance de ser domado por la mujer. Ted, la tumefacción peluda de la que no quisiéramos despojarnos jamás porque nos hace sentir libres. Ted es la encarnación del hedonismo relleno de borra. Ted es Mefistófeles y Bennet el Fausto.

El filme está dotado de la crítica pro-antiyanqui que hemos visto en las series animadas del director. Sí, MacFarlane es imparcial, ama y odia a la nación que lo engendró y se inclina hacia una constante nostalgia por las décadas que lo conformaron. Memorable la secuencia cocainómana en la que aparece Sam Jones, el actor perdido que interpretó a Flash Gordon. Las referencias musicales de one hit wonders como Only wanna be with you de Hootie and the Blowfish, o la de I think we are alone now, de Tiffany, son ya por su propia mención momentos hilarantes. Sin embargo, el humor gringo siempre tiene algo de chocante, y aquí no faltará la flatulencia como el resorte predilecto para su comicidad. Al final la cinta se resuelve en un burdo happy-end y en una toma cliché que no por ser voluntaria necesariamente resulta simpática.

El debut del señor Seth MacFarlane nos deja claro que las comedias televisivas son patrimonio exclusivo de su medio, y que el cine de comedia es un territorio demasiado complejo para los que no se formaron en él. Reivindiquemos este género desde nuestra televisión, pongamos una película de Chaplin, de Keaton o del inigualable Jaques Tati.


14.09.12

Daniel Valdez Puertos


@Tuittiritero

Textoservidor. Lic. en Técnicas de la alusión con especialidad en Historia de lo no verídico. UNAM generación XY. Editor en Jefe y cofundador de la revista F.I.L.M.E. Fabricante de words, Times New Roman, 12 puntos. Es....ver perfil

Comentarios:
comentarios.