Bulle entre la niebla el cine, y F.I.L.M.E. y su corresponsal de té, se sienten flotar por entre los más de 200 eventos fílmicos de los que nos llegan ecos transcontinentales. En esta entrega, algo de Mungiu y Potter se asoma entre las notas de las apuestas del enviado filmeíta.
por Julio César Durán
El primer fin de semana del Festival de Cine de Londres estuvo lleno de emoción. Entre las diferentes secciones, algunas galas, proyecciones para la crítica y sesiones en 3D, así como encuentros con los realizadores y demás cineastas que han estado llegando al evento, sobrepasan ya los más de 200 eventos.
Una de las galas importantes hasta ahora fue de la sección Journey, donde el director rumano Cristian Mungiu, bastante conocido en México, presentó Dupa Delauri (2012) –conocida en el Reino Unido como Beyond the hills–, su filme más reciente con el que próximamente intentará competir por el premio Óscar a la mejor película extranjera.
Esta película, del todo intensa, como mucho de la filmografía de Mungiu, es un drama sobre la amistad, el amor y la fe entre dos mujeres que crecieron juntas en un orfanato y que se reencuentran más adelante poniendo a prueba su modo de vida, así como la fraternidad que se deben; para todo esto, una ha decidido hacer una nueva vida en Alemania, mientras que la otra es monja en una iglesia ortodoxa. Los agudos afectos enfrentarán a ambas en una situación nada fácil.
Ginger & Rosa
Con la más reciente pieza cinematográfica de Sally Potter, a quien recordamos por Orlando (1992) y Yes (2004), la autora vuelve al terreno sobre la feminidad. Ginger & Rosa (2012) es una cinta de época, tan personal como lo puede ser cualquier obra de la veterana directora británica que busca el gran premio en la Sección Oficial de Competencia y aborda las maneras de madurar de una joven, la Ginger del título (Elle Fanning), en los años 60 del suburbio londinense con todo y la paranoia nuclear, el activismo político, la sexualidad efervescente; pero más aún, a través de la amistad que comparte con Rosa, otra chica con la que festeja como natalicio el mismo día de la destrucción atómica de Hiroshima.
La película va saltando, casi episódicamente, sobre las nuevas formas de vivir que Ginger va descubriendo poco a poco, desde una concepción atea del mundo, pasando por grupos de activistas políticos, hasta el disfrute de un soundtrack que nos llevará de la mano por el jazz –con sendas piezas de Monk y Davis por sólo mencionar a un par de los genios presentes en el filme– y el folk dela década sesentera, que tanto ha ignorado el cine en pos de los íconos pop.