siguenos
Le grand amour de Pierre Étaix

Ese loco, loco deseo de amar.

 

por Julio César Durán

 

La bonita vida cotidiana: el desayuno, el camino al trabajo, la oficina, la cortesía con los compañeros y las sonrisas amables, la hora de la comida, la tradicional plática de café con el mejor amigo, un rato para ver televisión, la cena, etc. Todo parece sencillo, sin embargo si leemos entre líneas la gran novela de nuestras vidas, existe un poderoso desestabilizador, al menos en las costumbres de la vida occidental: las relaciones amorosas.

 

Pierre Étaix (nacido en los Alpes franceses de Roanne en 1928), a quien vimos recientemente bajo la dirección de Aki Kaurismäki en Le Havre (2001), y a quien todos recordarán por su película Yoyo (1965), es sin duda uno de los últimos grandes maestros de la comedia francesa, muy cercano de –y por supuesto influenciado por– el estilo del genio Jacques Tati, quien acerca su ojo de clown a la vida amorosa y sus múltiples enredos en la que fuera su primer producción a todo color, Ese loco, loco deseo de amar (Le grand amour, 1969).

 

Colaborando con Jean-Claude Carrière en el guión, Étaix protagoniza y dirige un largometraje lleno de fantasía que nos llevará al lado de la pareja formada por Pierre y Florence (Annie Fratellini) en su día a día. Desde el peculiar punto de vista del protagonista vamos, paso a paso, conociendo la historia de los múltiples amores que dejó al conocer a la mujer de su vida, para terminar casándose con ella, no sin entrar en pánico y rechazar la boda para después tener alguna sugerida “negociación” con los futuros suegros y quedar al frente de la, por supuesto, floreciente industria familiar. Todo es felicidad, a pesar de ser el centro de los chismes de las damas de la pequeña ciudad o incluso de la desesperante omnipresencia de la madre política. Sin embargo la estabilidad se vendrá abajo cuando la inesperada llegada de una nueva secretaria, Agnès (interpretada por la guapísima Nicole Calfan), ponga a prueba el amor entre la pareja.


Étaix muestra, como muy pocos, el dominio de una comicidad que atraviesa, que utiliza, que explota lo diegético y lo extra-diegético. Recursos que bien se notan venidos del más puro ilusionismo de dibujo animado o incluso de la entrañable caricatura contemporánea del mejor lado de Keaton, Chaplin o Lloyd. En Ese loco, loco deseo de amar el realismo poético francés resucita en pleno crepúsculo de la pantomima gala que daba, en el género de comedia tal cual, sus últimos pasos. El realizador fabrica todo un universo donde el punto de fuga sí es la sociedad moderna con sus costumbres y rituales amorosos, tanto como los de la etiqueta y la corrección ciudadana, pero tiene como base fundamental la fantasía a través de la que se narrará la historia, obviamente, pero más aún, los motivos, los pensamientos, los deseos, los recuerdos y las sensaciones de Pierre el protagonista.

 

En un estilo que coquetea con la mímica del cine silente, gracias al mundo circense del cual ha salido Pierre Étaix, la película juega con una serie de contradicciones que parecen provenir de una aparente estabilidad de vida, pero que más bien terminará siendo un alto precio a pagar por otro tipo de comodidades en la vida citadina. Los comunes malentendidos de pareja, la intromisión de la suegra, las confesiones al particular Virgilio que todos (seguramente) tenemos a nuestro lado, serán las líneas donde el argumento del cuarto largometraje del comediante galo recorrerá su camino, pero que encuentran compañía en una impecable fotografía de nítidos y brillantes colores (obra de Jean Boffety, a quien conocemos por sus trabajos con Claude Lelocuh), ajustados a un gran diseño de arte que conjuga la arquitectura de un pequeño poblado europeo y sus construcciones románticas con toda la serie de innovaciones de una década que pensaba en el futuro y en sus lujos.

La quietud, la regularidad, la rutina con todas las ventajas que supone no tener preocupaciones financieras ni fuertes disputas maritales, serán detonadores de un intento de huida que pondrá a temblar todo lo que el protagónico tenía por seguro, y se pone peor cuando ni la misma esposa, linda y socialmente perfecta, no tiene idea de que su matrimonio puede colapsar en cualquier momento.

Ese loco, loco deseo de amar es parte de una filmografía poco conocida en México y América Latina, pero que al ser revisada nos demuestra la paternidad que personajes como Étaix tienen sobre cineastas como Michel Gondry (y su mirada videoclipera que todo le deben al veterano Pierre) o incluso de los lados menos oscuros de Leos Carax.

 

Comedia fina, que pone su peso en el gag corporal, en la broma elaborada, en un montaje casi intelectual (cfr. Eisenstein) que todo el tiempo pone a participar al espectador y sin el cual el chiste no viviría. Eso y más es la primera película a color de Pierre Étaix, con la que critica a un mundo que usa una máscara de amabilidad y comodidad, pero que cada día se vuelve más inentendible. Con un argumento bastante simple y sin muchos diálogos, aunque sí con bastante peso dramático en todos los interlocutores que participan en el filme, esta película es una deliciosa obra con mucho qué decir.


29.01.13



Julio César Durán


@Jools_Duran
Filósofo, esteta, investigador e intento de cineasta. Después de estudiar filosofía y cine, y vagar de manera "ilegal" por el mundo, decide regresar a México-Tenochtitlan (su ciudad natal), para ofrecer sus servicios en las....ver perfil
Comentarios:
comentarios.