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Vic & Flo vieron un oso

por Andrés Azzolina

El hombre es un animal indefenso ante el peligro. Es por esto que fabrica armas, se organiza en sociedad, construye ciudades. Y si la naturaleza es adversa, el hombre la domina y se vuelve esencialmente cruel. La crueldad no es más que el dolor provocado a conciencia, sin fines constructivos. La última película de Denis Côté, Vic et Flo ont vu un ours (2013), nos enfrenta vorazmente a la problemática de la crueldad.

Victoria y Florence son dos ex convictas que llegan a vivir a una cabaña a las afueras de un pueblo pequeño. Son amantes y están dispuestas a comenzar de nuevo. Optan por una vida aislada en la cual conviven con pocas personas realmente. Sin embargo al poco tiempo nos daremos cuenta que nadan a contracorriente en un océano adverso.

Vic y Flo tienen una relación turbulenta, digna de la tradición road movie de parejas criminales. Es claro que se aman, pero también es clara la relación de poder y la dependencia de Victoria, quien es mucho más grande que Florence. La primera es una misántropa sin ningún interés en salir de la cabaña y la segunda es una mujer atractiva con necesidades opuestas. Además, a esto se suma que existe un pasado misterioso y violento que las acecha.

Por medio de estas ideas se nos revela una geografía muy particular: una especie de suburbio canadiense en el que la vida es anónima. Un espacio que se puede recorrer en un carrito de golf. Una convivencia casi invasiva con el bosque, que se presenta al mismo tiempo implacable y amenazante.

La película tiene una manera prodigiosa de presentar a cada personaje. Ya sea por medio de un retrato, un movimiento de cámara o acompañándolo con música sugerente, cada nuevo personaje nos hace proyectar nuestra total atención hacia él. Así conocemos a un tío paralítico y moribundo, un asistente social torpe pero bien intencionado, un primo intolerante con su hijo incomunicable y también a una mujer tan hospitalaria como entusiasta.

Es a través de los elementos cinematográficos, de una trama que sería inverosímil de leer, que el argumento se construye con una lógica interna muy bien articulada. En primera instancia la manera de filmar establece un código claro: los planos cerrados nos permiten entrar en la psicología de los personajes y los planos abiertos proyectan esa psicología al escenario de su realidad. Es por esto que vemos comúnmente personajes distantes, en diversos niveles de la imagen. Las relaciones interpersonales se presentan en su complejidad espacial y de profundidad. Cada interacción es una lucha por la supervivencia.

Cabe destacar la elegancia general de la película. Cada plano está encuadrado de manera brillante, los movimientos de cámara son realmente orgánicos y nos revelan siempre elementos del espacio que lo vuelven cada vez más complejo. A rescatar, hay un flashback muy interesante en que vemos la prisión y escuchamos únicamente el viento.

Conforme la película avanza y los intentos de readaptación de Vic y Flo se ven cada vez más frustrados, tanto por el entorno como por ellas mismas, entendemos que su amor es imposible. Ellas muestran una relación cada vez más compleja, más humana, llena de contradicciones. Se observa la crueldad inherente al ser humano como un elemento más allá del bien o el mal, al tiempo que el resto de los personajes se van volviendo cada vez más estáticos, son monoexpresivos, repiten más o menos las mismas frases y actitudes, nos hacen pensar en absolutamente lo contrario: el individuo como un valor absoluto.

En aquella contradicción encontramos el conflicto motriz de la película. La distinción entre personajes se vuelve evidente cuando nos percatamos que todos los personajes secundarios tienen un único vestuario. Esto no es casual, claramente no es un descuido de producción. ¿Qué sucede? En la dramaturgia clásica, los géneros no realistas –de entre ellos el melodrama– son aquellos en que los personajes representan fuerzas absolutas (EL bien, EL mal, etcétera). Vic y Flo son personajes reales, humanos, pero están situadas en un mundo melodramático donde el resto reproduce la función de aquellas fuerzas. Su llegada transgrede el orden de su espacio, de entrada son ex convictas, están condenadas de por vida y tarde o temprano deberán pagar por su transgresión.

Esto se vuelve obvio por la escena final en que Jackie les dice: “yo sé que gente horrible como yo no existe en la realidadâ€. Sin embargo, a pesar de que la crueldad de la película exceda aquella inherente al ser humano, se presenta un elemento entre el cinismo y la esperanza. Es a través de un final de destrucción y catástrofe que la problemática del amor imposible puede resolverse y transformarse en un amor eterno. Por medio del sacrificio, el amor puede vencer a la crueldad.


27.02.13



Andrés Azzolina



Estudiante del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos. Hizo un corto a los quince años en el que actuaba como él mismo comiendo mermelada de una carreola en el bosque de Tlalpan. Sabe que nunca volverá a hacer algo tan bueno, pero no le molesta.....ver perfil
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