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Kon-Tiki

Un viaje fantástico

por Adriana Bellamy

En este tercer largometraje de los directores Joachim Rønning y Espen Sandberg, cuyos proyectos anteriores no son tan afortunados –entre ellos la insufrible Bandidas (2006)–, se narra la gran travesía concebida por el intrépido antropólogo Thor Heyerdal (interpretado por PÃ¥l Sverre Hagen) para comprobar la hipótesis de que en tiempos anteriores al descubrimiento de Colón, los primeros pobladores de la Polinesia fueron los antiguos habitantes del Perú. Considerada como una de las películas más costosas de la cinematografía noruega, Kon-Tiki (2012) está basada en el documental del mismo nombre, ganador del oscar en 1951.

Aunque la anécdota remite a la tradición de las películas de aventuras—entre las más recientes encontramos a la elogiada hasta el cansancio Una aventura extraordinaria (Life of Pi, 2012) de Ang Lee— en Kon-Tiki se mantiene un cuidado de la imagen y la percepción visual. Así, tenemos en un primer momento del filme la figura del pequeño Thor en un episodio de su niñez, recorriendo la blancura del espacio de un lago congelado hasta acercarse a la cámara en un primerísimo plano desafiante y físico. Thor responde al reto de sus compañeros y salta sobre los pedazos separados de hielo flotante hasta que, accidentalmente, cae al lago (expresado en una toma inmensa bajo el agua que contrasta en apertura y oscuridad con la luminosidad-cercanía del plano anterior). Este contacto inicial con el agua y sus misterios marcará la pauta de las futuras expediciones del joven Thor hasta desembocar en el polémico proyecto de construir una balsa, realizada con la misma técnica de hace mil quinientos años, y atravesar ocho mil kilómetros en poco más de cien días.

Con una evolución narrativa lineal y algunos flashbacks, acompañamos a Thor desde la búsqueda de un financiamiento para su mesiánico plan, rechazos y burlas incluidos, hasta la obtención de un mecenas inesperado, la selección de la tripulación y una entusiasta despedida en el puerto de Perú por una multitud a la expectativa, escena con referencias directas al Fitzcarraldo (1982) herzogiano. Desde luego, la parte más importante e impactante de la película es el recorrido y la hazaña de seguir una ruta improbable en condiciones extremas, situación que de manera similar a otras películas de este estilo, se transforma en un viaje iniciático tanto de Thor como de sus audaces compañeros. Con valores de producción bastante impresionantes, Rønning y Sandberg crean las constantes perceptivas de una realidad ambiente repleta de proteicas criaturas marinas donde los personajes se enfrentan a duras pruebas al cruzar el umbral de tolerancia, al cansancio físico, al miedo a lo desconocido o a la constatación de la fragilidad de una embarcación que se va deteriorando conforme pasan los días.

Otro de los hechos que se impone de inmediato al espectador del filme es la implicación metacinematográfica de la imagen como proyección de un mundo y una experiencia, tanto al indicar el proceso de filmación con escenas donde el etnógrafo a bordo y el propio Thor registran con una cámara de 16mm (lo que será el célebre documental), así como la inclusión final-ficcional (con cambio de formato y textura) de las imágenes de celebración de los tripulantes con los polinesios, una vez alcanzada la meta propuesta.

Sobre este tenor, en Kon-Tiki se configura una trama donde la información visual se obtiene mediante una cámara que todo lo abarca, desde impresionantes paneos totales de la balsa, vista desde distintos ángulos, posiciones y alturas hasta la secuencia donde, gracias a las infinitas posibilidades de la tecnología digital, nos trasladamos de un top-shot de la embarcación perdida en la inmensidad del océano hasta elevarnos en un zoom out imposible que nos traslada más allá de la curvatura del universo para observar un amanecer galáctico y regresar, finalmente, al punto inicial de partida. Es en este sentido donde el agua primigenia se revela como un objeto cercano y amenazante, una realidad lumínica de la cual el hombre no puede adueñarse a pesar de un breve espejismo de dominación.


12.04.13

Adriana Bellamy



Maestra en Literatura Comparada y Licenciada en Letras Inglesas por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Se desempeña como conductora del Cine-Análisis en la División de Educación Continua de la Facultad de Psicología de la UNAM, ha sido docente en la Facultad de Filosofía y Letras y sus áreas de....ver perfil
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