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Leones

En el bosque

Una ópera prima con un poco del mood grunge en la banda sonora, con la sencillez de un relato episódico, pero de una complejidad formal avasalladora, Leones se (des)encuentra como un oasis donde el cine joven reclama su propia forma de verse, sin clichés. Nuestra generación persiguiéndose en un limbo de manera estilizada en el 33 Foro Internacional de la Cineteca Nacional.

 

 

por Praxedis Razo

 

La novela de seis palabras, según Hemingway, con la que los protagonistas de este filme podría definir la cinta misma:

-Juego trascendental como termómetro cultural extremo

 

En el camino que va de entre Elephant (Van Sant, 2003) y Lake Tahoe (Eimbcke, 2009), Jazmín López, y como si de un manifiesto político se tratara, construye su misterioso enigma boscoso en donde obsesivamente (y puede que repetitivamente) pone en juego la profundidad de campo: la cámara no deja de perseguir, tal y como suena, a cinco jóvenes que quizá se hayan perdidos, o más puntualmente, han olvidado qué hacen ahí, de dónde vienen y a dónde van. Una manada de Leones (2012) que casi van flotando, como cayendo, en ralentí, en un abismo, en medio de un bosque que no termina, donde no anochece, apacible, contradictorio para con ellos.

No obstante de que es un film de actuación coral (hermosamente condensado en una cascarita de voleibol antonionesco (Blow-up, 1966), una mujer del grupo, la que parece más joven (Julia Volpato), es la constante, la que más de una vez retoma el camino, incluso, para los espectadores que también, a ratos, se pueden perder en la búsqueda de nuevos paisajes, de nuevas profundidades infinitas, y su mirada es la más desconcertante, la más consciente de la trama chocante que se disfraza de una adivinanza en medio de un juego de roles (cfr. Lost, Abrams, Lieber, Lindelof, 2004-2010), asunto del que sólo puedes agradecer la inmoralidad de su tratamiento por parte de la cineasta argentina.

Ah, sí. El asunto de los planosecuencias sutiles puede enloquecer a cualquiera que no esté distraído en la sala, porque son 19 (no pocos en una película de 80 minutos) y porque son un puñado de actores moviéndose en exteriores (menos lucidores por la amplitud escenográfica, que de por sí era ya un continuum verdoso), pero que definen el ritmo parsimonioso con que López quiere hablarnos –o no, pues finalmente acaba jugando a las escondidillas con eso– de su tema central: el suicidio evocado, convocado, provocado ¿inesperado?

Con citas textuales o el espíritu de las ideas rondando a lo largo y ancho del bosque-filme, los diálogos nos van poniendo en ambiente mortuorio, y ya desde que los créditos abren el telón se escucha a la Pizarnik lamentarse, a Alfonsina Storni celebrando la vida, a Heminway proponiendo una lotería literaria mental y a Kurt Cobain pasearse con sus rimas ácidas e ideas melodramáticas ante todo.

Obviamente estamos en el país de los suicidas, de los que encuentran su vida en su propio fin, y no se trata de un accidente de auto (y no es spoiler, es una advertencia), sino de un acuerdo común: un tétrico suicidio colectivo del que despiertan zombis o, de plano, fantasmas con la mente borrada, just like starring over en la muerte que (no hay duda) es lo que hay detrás (si hay un detrás) de tanta profundidad de campo, teniendo al horizonte del mar como la más extrema profundidad.

El 68 tuvo El grito (de otro López Aretche, 1971) para dejar ver a una juventud espesa y en perpetuo movimiento que jugaba con su trascendentalismo nimio, incluso sus Caifanes (Ibáñez, 1966), donde se trataba de otro grupo de jóvenes perdidos en la noche de la ciudad angustiante como única y terrorífica herencia cultural de la generación que les precedió. Boyle sentenció de ridículos a los jóvenes de fin de siècle con su curativa Trainspotting (1996). Ahora, Jazmín viene a definirlos de escapistas milagrosos, de zombis inmersos en el mundo, como seres de otro planeta que sólo se entienden en su propio medio y lengua muerta.

 


14.04.13



Praxedis Razo


Un no le aunque sin hay te voy ni otros textículos que valgan. Este hombre gato quiere escribir de cine sin parar, a sabiendas de que un día llegará a su fin... es lo que más le duele: no revisar todas las películas que querría. Y también es plomero de avanzada. Mayores informes y ofertas al 5522476333. ....ver perfil
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