siguenos
Lovelace

El maestro Jorge Ayala Blanco fue a ver la biopic de la estrella porno de los años 70. Se ve que no le gustó: esto escribió previamente para su columna “Cinefilia exquisita” de El Financiero (23 de septiembre) y nos permite reproducirlo con su gracia característica para nuestro número especial de pornografía.

 

Lovelace. La leyenda bifronte

por Jorge Ayala Blanco

 

En Lovelace: garganta profunda (EU, 2013), original aunque morigeradamente provocadora segunda cinta ficcional (luego de Aullido, 2010) de la pareja de exrealizadores de cinensayos de relectura heterodoxa (gay, militante, anticonsorcios, histórica) formada por los ya cincuentones judioamericanos Rob Epstein y Jeffrey Friedman (Los tiempos de Harvey Milk, 1984, El clóset de celuloide, 1995, Artículo, 1975 2000), con guión de Andy Bellin, la simplona chica promedio de pueblaco ya madre clandestina de un bebé de inmediato dado en adopción Linda Boreman (Amanda Seyfried, la exfresita musical de Los miserables, Hooper, 2012) desafía a sus tiesos padres religiosos (Robert Patrick y lo que queda de Sharon Stone) para participar en 1970 con una amiga lanzada (Juno Temple) en cierto show de patinaje donde será ligada por el cínico pillo seductor Chuck Traynor (Peter Sarsgaard, el exenredachavitas de Enseñanza de vida, Scherfig, 2009) que, tras conquistar a los progenitores y desposarla, la propulsará al superestrellato del cineporno naciente como Lovelace, gracias a sus mundialmente admiradas y millonariamente redituables dotes para la felación sin respirar de su Garganta profunda (Damiano, 1972, o la cómica historia de la chava que tenía el clítoris en la gaznate), concitando los regocijados zoochistes en apariencia salvajes de celebridades del espectáculo (Bob Hope, John Carson) y los promocionales encuentros glorificadores supuestamente casuales con Sammy Davis Jr. y, ante todo, con el dueño del emporio Playboy, Hugh Hefner (James Franco), que la invitará a consagratorias fiestas sexyglamourosas (“¿Qué tal si te cambio dos rubias por una morena?”), pero seis años después Linda abandonará a su marido y lo denunciará públicamente como abusivo, golpeador y padrote, de quien jamás obtuvo ni un centavo.

La leyenda bifronte frecuenta y fatiga el biopic tradicional desde avanzadas posturas distanciadas e involucradas a la vez, dándose el lujo de acometer juegos actorales medio perversos medio contextuales a lo Harmony Korine (aquellas feroces exchicas Disney de Spring Breakers: viviendo al límite, 2013), para ampliar el dominio de una trivial y vulgar aunque sordidona e incipientemente tragicómica vida íntima y reivindicable, merced a una estructura en dos tiempos/bloques que abarcan el anverso y el reverso de la leyenda, el mito idealizador y la desmitificadora verdad desidealizada, la dolce vita y la pince vita, el éxito mediático opulento y la miseria moral que esconde. 

La leyenda bifronte recrea a cabalidad solidaria, aunque con nostalgia, afán revisionista y rencor al pasado, la gran época del porno fílmico estadounidense, vista como el surgimiento de un cine alternativo, ultramercenario y riesgoso en varios sentidos puritanos al revés: una relectura de la pornoindustria como forma extensiva de la violencia doméstica. Y la leyenda bifronte lleva hasta sus últimas consecuencias el vocablo único elegido por la exsuperstar arrepentida, y ya mejor casada, para intitular sus memorias dictadas bajo polígrafo detector de mentiras, publicadas y recitadas profilácticamente en todas las escuelas estadounidenses posibles: el término ordeal, que significa ordalía medieval, juicio de Dios, prueba penosa y calvario, esta vez referidos a una víctima perfectamente victimable, acaso nacida para víctima, por sentimiento de culpa, por fanatismo hereditario y por gringa hueca dejada, a quien la presencia de la infraestrellita prefabricada Seyfried, entre la fragilidad y la desinhibición, apenas alcanza a conceder una dimensión medianamente humana.

 

01.10.13



Jorge Ayala Blanco


Crítico de críticos, entre los críticos, para ellos y en contra de ellos, publica ahora todos los lunes y desde 1989 en El Financiero una crítica siamesa sobre el estado de las cosas en el mundo de los estrenos cinematográficos. Autor de tesoros bibliográficos (actualmente incluso electrónicos) a propósito de e....ver perfil
Comentarios:
comentarios.