La máquina fotográfica no agregó mayores detalles de ilusión a la realidad, pues fue el fotógrafo, quien en su intento de hacer aún más evidente la sombría e inteligente belleza de este rostro, pensó mostrarnos una mirada, cuyo alcance no puede ser sólo un fraude óptico, ya que todavía permanece oculta en ciertos contrastes de luz y sombra.
Juan Luís MartínezClick, click, click. El retrato ya salió. Click, click, click. El artista se vació. Click, click, click. Suprimamos el perfil, porque sale la verruga que le crece en la nariz,y se ve re copetona, parece una codorniz.
Chava FloresExisten en Berna, como en México, cines para todos los gustos, pero digamos, en afán clasificador muy de Perec, que hay tres tipos dentro de una decena. El primero corresponde a los cines donde podemos encontrar las últimas Harry Potter (vv.aa. y fechas) y Fast and Furious, (también vv.aa. y varios años), cerca de la terminal de trenes, a escasos 200 metros. No muy lejos de ahí se encuentran los cines donde podemos encontrar estrenos de todos los lugares del mundo, desde Melancholia (Von Trier, 2011), La piel que habito (Almodóvar, 2011), o alguna vez Amores Perros (González Iñárritu, 2000). Y, un poco retiraditos de los demás (aunque la distancia es subjetiva), están dos salas donde se proyecta el cine desconocido para muchos, cine diacrónico y sincrónico. Chaplin, Godard, Kitano, Herzog, elecciones arbitrarias que buscan encontrar un equilibrio entre algún ciclo de cine mensual y emblemáticos filmes.
En el Kellerskino y el Kino des Kunstmuseums los performances audiovisuales no son cosa extraña. A este último le he visitado un poco más en estas semanas, pues el ciclo Neues mexikanisches Kino nos seduce y además conseguimos un descuento estudiantil. Llegan de México cortos y largometrajes de los últimos años, directores reconocidos y casi anónimos para el público suizo, en algunos casos también para el mexicano: Revolución (2010), conjunto de 10 cortometrajes de los realizadores Mariana Chenillo, Amat Escalante, Fernando Eimbcke, Gael García, Rodrigo García, Diego Luna, Gerardo Naranjo, Rodrigo Plá, Carlos Reygadas y Patricia Riggen; Rabia (Cordero, 2009); Lake Tahoe (Eimbcke, 2008); Batalla en el cielo (Reygadas, 2006); A tiro de piedra (Hiriart, 2010); Norteado (Perezcano, 2009); Parque Vía (Rivero, 2008), Cinco días sin Nora (Chenillo, 2009); Asalto al cine (Gómez Concheiro, 2011) y Chicogrande (Cazals, 2010), si es que no olvidé alguna.
Cabe resaltar que este ciclo de cine es paralelo y comparte algunas películas con el festival Filmar en América Latina, donde también el fokus es México. Estas otras proyecciones tienen como epicentro Ginebra, y se desarrolla en su mayoría, en la parte francesa de Suiza. México a través Cantinflas, Buñuel, Cazals y ahora de Reygadas es horadado por películas latinoamericanas como Zona sur (Valdivia, 2011), Gatos viejos (Silva, y Peirano, 2010), Las malas intenciones (Garcia-Montero, 2011), Los exiliados (Viñoles, 2011), por decir algo. De alrededor de 100 películas, sólo valdrá la pena ver 8 ficciones, 9 documentales, y volver a ver 3 o 4 viejos filmes, quizá. Pero volvamos a Berna y su alteridad, donde los filmes vistos fueron Batalla en el cielo, Asalto al cine y Rabia (Cordero, 2009).
La primera fue proyectada para el público "europeo", y con ello no le fueron cortadas las planosecuencias inicial y final. En resumen: pudimos ver la gran felación que realiza Ana (Anapola Mushkadiz) a Marcos (Marcos Hernández), cosa que sonrojó al más liberal de los espectadores. La pregunta final fue ¿por qué?, ¿cuál es la finalidad de las secuencias?, escuché por ahí. La historia se entiende con o sin felación, la estética parsimoniosa de Reygadas está intacta, los paneos de la cámara en 180º o 360º para demostrar las velocidades de la Ciudad de México son una delicia, amén del barroco mental que sugiere la música.
Batalla en el cielo, en la tierra, en un cuarto de Polanco, o en algún barrio marginado, en la procesión guadalupana o en un paseo a la marquesa. La patética realidad a la que alude Reygadas ¿dónde se sitúa? ¿en la cotidianidad de izar la bandera o en el contenido explícito de una felación? En fin, mis cavilaciones dentro y fuera del Intermedio, donde también pude observar a los asistentes, a lo mucho una veintena de personas, un tercio hispanohablantes, aunque no me atrevería a asegurar que todos contaban con pasaporte mexicano. El resto de los observadores fueron suizos. Parejas adultas o amigos que estuvieron por algún motivo en México y la nostalgia o la curiosidad los llevó a esa sala de cine, como a mí.
Rabia, por otro lado, un thriller, una adaptación muy latinoamericana de la novela homónima del escritor argentino Sergio Bizzio, nos cuenta la historia de amor entre una colombiana y un mexicano, ambos migrantes en España. La primera como sirvienta de una familia rica con una casa enorme, el segundo como albañil con una violencia heredada, una rabia que no le trae más que problemas. Perseguido por la justicia española, el mexicano José María (Antonio Sánchez Parra) se esconde en el ático de la casa de los patrones de su novia, donde vivirá alrededor de 9 meses acumulando rabia y, como macho genuino, cuida a su mujer de los peligros que la sociedad ofrece a una migrante. El enemigo en casa, la casa tomada, el escondite perfecto. Los boleros de Julio Jaramillo y la voz de Chavela Vargas sonaron en las salas, muy a mi placer, dentro del thriller que a ratos gustó a unos 8 asistentes.
Ya para terminar, el último día del ciclo de cine mexicano, se proyectó Asalto al cine, proyección particular, cine para dos y un despistado. Sobre la película: poco qué decir, quizá rescato a un personaje secundario, un indigente muy josetrigueño contemporáneo, que en cada oportunidad intenta asaltar a la gente con un cortaúñas. Ningún otro personaje lo toma en serio, a lo que él responde “¡No estás entendiendo, te estoy asaltando!â€, con una frustración de bufón. Y es que en una sociedad marginal, tan habituada a la violencia, no sorprende nada un insípido cortaúñas. En México necesitamos cuernos de chivo, metralletas, ya de menos una pequeña fusca, aunque sea de juguete, pero en Suiza, ese cortaúñas hubiera llamado la atención de no pocos transeúntes, y quizá hasta yo mismo, si he de confesar, me sentiría amenazado.
Me hubiera gustado decir que con el ciclo de cine mexicano se llenó la sala de cine, que fue un éxito contundente. Pero no, la pobre asistencia fue una constante. A pesar de que cada proyección fue ambientada con música mexicana antes, durante el intermedio y al final de la película. Le faltó algo al “taco de ojo†fílmico. Se pasó de nixtamal. Nos cayó el chahuistle, o como dice la canción: “El retrato es pa’ tus ojos y el original pa’ ti click, click, clickâ€.
30.01.12