por Qornelio Reyna
Poeta, escritor, mimo, actor, tarotista y psicomago, Alejandro Jodorowsky forma parte de las figuras artísticas con mayor influencia y carrera a lo largo del siglo XX. Por lo pronto el también cineasta ya prepara la segunda parte de su autobiografía, una mirada a la génesis de su carrera artística, ahora ubicada en Santiago, Chile. Poesía sin fin es el título de su siguiente filme que narra los años de adolescencia de un joven que, bajo la influencia de Pablo Neruda, Gabriela Mistral y la Segunda Guerra, encuentra en la poesía el sentido de la vida. Oda a la poesía, al cine y al público, promete Jodorowsky.
El pasado 15 de febrero (dos días antes de cumplir 86 años), presentó a través de YouTube su nuevo filme que aún permanece en vías de preproducción, bajo un esquema distinto al que había estado trabajando con anterioridad. El asunto consiste en una campaña vía Kickstarter bajo la supervisión de Satori Films, productora creada por el mismo Jodorowsky en 2014 junto con Xavier Guerrero Yamamoto.
La campaña de fondeo conocida como Dinero Poético intercambia dinero real por billetes “especiales” sin ningún valor comercial, impresos con un poema escrito por el mismo Jodorowsky acerca del dinero y la belleza. Además, por cada monto proporcionado se incluyen una serie de atributos que van desde el streaming privado de la película, un cartel autografiado, invitaciones a las premieres y hasta tú nombre como productor ejecutivo del filme.
Jodorowsky es un referente del cine de culto, sin embargo, su carrera es complicada y plural. Nacido en Tocopilla, creció en Santiago desde los diez años, donde publicó sus primeros poemas en 1945. Abandonó Chile en 1953, ya con un par de obras, happenings y publicaciones bajo el brazo, para irse a Francia donde aprendió el arte del Tarot.
Debutó en el cine con el cortometraje mimo La Cravate (1957) y un año después viaja a México donde residió hasta 1974, estudiando la psicoterapia al lado de Erich Fromm en Cuernavaca y en la meditación zen con Ejo Takata. Cabe recordar, también, que fundó el Grupo Pánico en 1960 junto con Fernando Arrabal y Roland Topor.
Este grupo se basaba en el surrealismo, pero al estar en decadencia decidieron darle un giro. La ambigüedad, el azar, el humor, el terror y la simultaneidad eran los principios con los que acabarían con la razón pura. El principio de indeterminación regiría ahora el espíritu humano.
Al respecto, Xavier Guerrero nos responde algunas cuestiones:
1) ¿Cómo está trabajando Jodorowsky con una nueva (o quizá vieja) manera de producir y filmar? Es decir de manera independiente y a partir del crowfounding.
3) ¿Se filmará en México algún pasaje de Poesía sin fin?
Por ahora nada de Poesía... se filmara en México. Pero el siguiente proyecto que preparamos es Los hijos del Topo. Alejandro tiene un gran cariño a México y le encantaría volver a filmar allí.
Para Alejandro, tras todo el proceso psicológico vivido en su trabajo después que dejo el cine, fue imposible no hacer cine terapéutico… un cine al que quizá estemos poco acostumbrados. Sin embargo Los hijos del Topo será un poco más cercano a sus películas anteriores.
Breve repaso de una carrera de culto
Además de dedicarse al cómic durante su estancia en México, también desarrollaría su etapa como director al filmar Fando y Lis (1968), película con la cual tuvo que salir corriendo de la sala, pues cuenta la leyenda que “El Indio” Fernández trató de matarlo con una pistola. Sin embargo, con su segunda película, El Topo (1970) ganaría la admiración de John Lennon, quien le ayuda a financiar La Montaña Sagrada (1973) en donde aparecería George Harrison, pero éste decidió rechazar el papel tras la exigencia de Jodorowsky de mostrar un primer plano de su recto.
Posteriormente es expulsado de México (comenta el director en una entrevista con Javier Solórzano en 2002) por Emilio Azcárraga tras una persecución cultural. A mediados de los 70 se muda a París donde reside hasta la fecha.
Probablemente Dune, adaptación de la novela homónima de Frank Herbert, es una de las películas más influyentes de la historia del cine. Trabajó en ella por alrededor de cinco años en los cuales contactaría al dibujante Moebius, al diseñador H.G. Giger y al ilustrador Chris Fross.
Además de este equipo detrás de cámaras, tendría a Salvador Dalí, Orson Welles y Mick Jagger en el reparto y un soundtrack hecho por Pink Floyd, siendo así una película de ensueño más que de ciencia ficción. Sin embargo, tras retrasarse varias veces, la productora se retira del trato y dejarían una película hecha en dibujos (alrededor de 3000 que pasarían a ser el cómic El Incal). David Lynch hace en 1980 su propia versión de Dune.
Seguramente este proyecto influyó en Star Wars (Lucas 1977) (de manera irónica pues Jodorowsky no es muy afín a esta industria) y en otras películas como El Quinto Elemento (Besson, 1997) y desde luego Alien (Scott, 1986).
Sería después de un descanso de casi media década sin dirigir, que hace en 1980 Tusk, en India al lado de Peter O’toole. Después en 1990, una vez filmada Santa Sangre (1989), realiza El Ladrón del Arcoíris, la cual es una de sus peores películas y el declive fílmico del psicomago, tras no haber podido ganar una batalla por la libertad creativa frente a sus productores.
Intenta sin éxito producir en 2005 la secuela de El Topo en una película llamada Abelcain pero al no conseguir los derechos del personaje, cambia su nombre a El Toro y finalmente no lleva a cabo ni ésa, ni King Shot, que sería protagonizada por Marylin Manson.
Con una respuesta dividida por parte del público, regresa, tras 23 años de abstinencia cinematográfica, con La Danza de la Realidad (2013), la primera parte de una serie de películas autobiográficas basadas en un libro homónimo escrito por el franco-chileno.
A pesar de tener una carrera cinematográfica no regular pero alentadora y, al mismo tiempo, desalentadora (recientemente), Jodorowsky es sin duda un personaje polifacético y sus películas son recordadas por miles debido a su carga simbólica, así como su controversial lenguaje visual que desafía los prejuicios, la moralidad y que rompe convencionalismos.
Se pueden decir muchas cosas de este director, que si es un genio o un demente, que si es un charlatán o un guía espiritual, que si su cine es odiado o amado, pretencioso u honesto, sin embargo el trabajo del octogenario es admirable y no queda más que esperar su Poesía sin fin, con la expectativa del regreso del pánico cinematográfico o los vestigios de una vida admirable a través de un cine incómodo.
17.03.15