por Amado Cabrales
El certamen documental sobre migración y exilio CEME-DOC 2016 inicia en medio de un clima político oscuro y con una pertinencia que preocupa. Sucede que el tema migratorio está en la mente de la mayoría de los ciudadanos, esto debido a los resultados históricos en las elecciones norteamericanas de este 2016, circunstancia que hace resurgir polémicas que se creían, si acaso, en vías de un diálogo. Por el otro lado, la violencia sistemática del narcotráfico lleva a los mexicanos de territorios en conflicto, a realizar un autoexilio en búsqueda de un respiro a tanta metralla. Hechos, por demás decir, altamente vinculados entre sí más allá de una simple relación entre causa y efecto.
Tempestad (México, 2014) de Tatiana Huezo abre el certamen y sienta un precedente para las producciones a proyectar en lo siguientes días (22 al 29 de noviembre). Dentro de este filme existe un delicado trabajo de edición de tintes abstractos y altamente estéticos, imagen que contrasta con la brutalidad de dos testimonios que se entretejen sobre los caminos que conectan el norte y el sur de México.
La necesidad de la obra surge a partir de una serie de poemas que envía Miriam, una de las protagonistas, a Tania, la directora, en donde expresa su dolor y las terribles secuelas que deja su injustificado aprisionamiento en una cárcel de Matamoros. Es así, a partir de la poética, que el agua se torna metáfora de la desatada violencia, las nubes grises plagan la pantalla y las gotas de lluvia encendidas con el rojo y azul de las patrullas, hacen juego con los infiernos dantescos del bosque de los suicidas.
Adela, la segunda protagonista es un payaso, viaja con el circo por el México de provincia, al mismo tiempo que no deja de buscar incansablemente a Mónica, su hija desaparecida hace ya 12 años. Ambas mujeres unen sus voces en off con escenas de viaje, con tomas de una cámara que no deja de retratar a la población nómada que surca el territorio nacional mancillado.
La fragilidad de la familia de Adela cede a la violencia como la carpa de circo al temporal, las pesadillas de Miriam son oscuras e intensas como los pantanos en la niebla. y sin embargo, ni una gota de sangre existe en el cuadro del lente, toda se desborda de los recuerdos, toda cae a raudales en los sollozos e incertidumbres de ambas protagonistas. Opuesta a la igualdad con que el temporal azota el paisaje, las víctima en este país que es México, son tratadas como victimarios y procesadas injustamente como a Miriam, o son amenazadas y secuestradas en su domicilio como a Adela, quien solo termino descubriendo tras indagar por el paradero de su hija que la policía, sea AFI sea la Judicial, son lo mismo.
El cuestionamiento frente a proyecciones de tal fuerza narrativa rondan el elemento esencial de toda obra cinematográfica o plástica: la relación forma contenido. ¿que tanto el tema y en esencia las protagonistas se ven beneficiadas o apoyadas en su lucha?, ¿es este el medio, es esta la manera de reflejar tales circunstancias? hemos de afirmar en la segunda pregunta y replicar en la primera la respuesta de Adela a Elena Poniatowska: El cine es la manera en que esto se hará saber, la forma en que voltearan a vernos y dejarán de alejarse de nosotros como si fuésemos apestados, o como si nuestras tragedias fueran contagiosas.
EL reflejo que permite la distancia ante el abismo, para su cuestionamiento, para su descubrimiento. Pocos son los que no han vivido la violencia que permuta entre exilio, muerte y migración, entre política y despojo, más es en la pantalla donde dimensionamos el carácter intersubjetivo del problema y nos asomamos a entender un fantasma que habita en cada casa, en cada calle, en cada paisaje de este territorio.
24.11.16