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Migración juvenil en la Berlinale

por Rodrigo García Bonillas

 

En el CUBIX de Alexanderplatz, después de varios intentos frustrados por la apretada agenda de la Berlinale 2018, pude entrevistar por fin a Carlos Morales. Tenemos enfrente la Fernsehturm (la Torre de Televisión, divisa de Berlín) y esperamos a que termine la última proyección de Generation K, la sección que la Berlinale dedica a niños y jóvenes. El trabajo de Morales fue seleccionado: se trata del cortometraje documental Sinfonía de un mar triste (México, 2017, 13 min.), producido por Ni Muy Muy Ni Tan Tan Films. El relato del documental recupera la historia de Hugo, un adolescente que viaja a Tijuana desde Guerrero, huyendo de la violencia que ha mermado a su familia. En Tijuana sobrevive con la intención de cruzar la frontera y encontrar a su padre, que vive del otro lado. Este cortometraje ha sido bien recibido en Sundance y en la Berlinale; a ello contribuye la intensidad de la historia, la fina factura visual y la fuerza de su concisión para reflejar uno de los problemas humanitarios más atroces de las Américas.

 

Rodrigo García Bonillas: En Alemania la migración ha sido un tema crucial desde hace décadas; en los últimos años, a partir de la migración de los sirios y de las decisiones del gobierno de Angela Merkel, se ha vuelto un tema álgido. Esto provoca un interés de las humanidades y las artes en Alemania por lo que sucede al respecto en otros países, como México. ¿De qué manera te acercas al tema de los migrantes, en particular a la migración infantil?

Carlos Morales: En 2008 participé en la investigación de un documental que hablaba de la migración de centroamericanos. Se llama Lecciones para Zafirah y lo dirige Carolina Rivas; un documental poderoso. Hice una investigación con las Patronas de Córdoba, Veracruz. El documental sigue el trayecto de los migrantes en la Bestia. Cuando me acerqué a hacer la investigación me llamó la atención la capacidad que tenemos como seres humanos de buscar siempre el bienestar, de buscar mejores condiciones de vida. Y me llamó muchísimo la atención porque hay historias impresionantes en ese trayecto. Me topé con cosas conmovedoras, fuertes, que me trastocaron. Quedé muy impactado y en el 2012 decidí hacer otra investigación sobre el tema, esta vez desde la mirada de los deportados, y viajé a Mexicali. Me topé también con otras historias desde otra mirada: la de las personas que llevaban más de treinta o cuarenta años en Estados Unidos y un buen día estaban de vuelta en México, en el limbo, sin saber a dónde ir. Y ahí encontré la historia de un joven. Me llamó la atención que en su juventud ya hubiera vivido varias experiencias desagradables relacionadas con la migración, como cruzar todo el territorio mexicano, lo cual es muy violento y peligroso, y luego regresar deportado. Entonces desde 2012 me surgió el interés de abordar el tema de la migración infantil. En un inicio iba a ser el trayecto de los chicos que atraviesan el país. Me motivó muchísimo un libro de Valeria Luiselli que justamente habla de algunos testimonios de varios chicos centroamericanos. Varios de ellos me llamaron la atención y quise investigar acerca del tema. La idea le gustó a la productora, Claudia Vicke. Sin embargo, por razones de presupuesto no podíamos abordar el trayecto y decidimos buscar la historia en el norte del país, que es un lugar de descanso, digamos, donde ellos se detienen para planear el cruce. Y así fue como encontramos la historia de nuestro personaje. Ahora, en cuanto a lo que dices sobre la migración, se trata de un fenómeno que ha estado desde siempre, sólo que los gobiernos no le han dado la importancia requerida, pues creo que la solución al tema de la migración es una cuestión de voluntad de parte del gobierno. Sobre los derechos de los migrantes están puestos intereses económicos y políticos; si éstos se hicieran a un lado, se podría resolver el problema de la migración. Los académicos y el Estado difieren en un punto. Los académicos favorecen la migración porque enriquece culturalmente, porque ante la crisis de envejecimiento de muchas sociedades la migración da una oportunidad de poder reactivar los tejidos sociales. Pero los gobiernos no lo ven así. Hay una cuestión de capitalismo, de barbarie capitalista que no nos permite ver los beneficios de la migración. En un paralelo, me parece que, guardadas las distancias, la migración que está impactando en Alemania por eventos bélicos no dista mucho de la migración que hay en México; por ejemplo, la migración forzada; en este caso los migrantes también son forzados por la violencia, por el riesgo que corren sus vidas. Hugo, el protagonista del documental, es solo un portavoz de muchísimas historias en México de personas que están huyendo de la violencia, salvaguardando sus vidas, y tienen que migrar.

 

RGB: En este sentido está presentándose ahora tu cortometraje dentro de la selección de Generation K, en la Berlinale, ¿de qué manera ubicas esta obra dentro del panorama del cine que se vincula con esa temática en México o en el ámbito internacional.

CM: Hay que partir de que son mis primeros trabajos que están en los ámbitos internacionales. No podría ubicar mi pieza en un panorama. Pero sí te puedo decir que, con la programación que hay en Generation K, la pieza obedece a esta necesidad de contar historias de jóvenes, de historias sobre cómo la juventud está enfrentando la vida. Tú fuiste testigo de que en la programación hay diversidad: lo mismo se habla de jóvenes explorando la sexualidad, temas de migración, un poco más políticos, un poco más divertidos, pero creo que es una exploración de temas de juventud. Con respecto al país me parece que hay un contagio en los realizadores, que queremos contar historias muy propias, historias cercanas a nosotros. Y me parece que en México, permeado de la violencia, es inevitable que cualquier realizador no volteé a verlo, no se encuentre con una historia que no sea digna de contarla en pantalla grande. Entonces yo lo colocaría en un interés común; creo que hay varios realizadores en México que tienen interés en contar este tipo de historias.

 

RGB: En una de las proyecciones te preguntaron sobre el formato panorámico de este cortometraje. Tú señalaste la intención de representar el muro que ya divide Estados Unidos y México. Esto pertenece a un nivel simbólico: el usar cierto formato para representar metafóricamente una realidad concreta. ¿De qué manera se fue entrecruzando el testimonio del Hugo, el protagonista, con el trabajo de producción en términos visuales, fotográficos, cinematográficos?

CM: Ese es el proceso que más disfruté. Ocurrió en pláticas previas con Daniel Zúñiga, el cinefotógrafo. Sabíamos que el relato de Hugo iba a ser muy fuerte y no queríamos la violencia explícita. Queríamos ser muy honestos y fieles con su historia y representar la soledad de Hugo; buscábamos la manera de que el espectador se conectara con ese universo enorme y encontrara a Hugo muy pequeñito (sólo contra el mundo). Empezamos a explorar técnicamente diferentes herramientas que nos pudieran facilitar, como los lentes, las cámaras, los sensores de las cámaras combinados con los lentes. Fue una decisión muy acertada entre Daniel y yo haber optado por este formato, porque buscábamos representar, encontrar esa metáfora visual del muro, de la soledad, y creo que el formato nos lo dio. Encontramos en el formato el discurso perfecto, quedamos muy satisfechos porque abonaba al discurso de Hugo, abonaba como autor a la idea, la sensación que queríamos provocar. Y el público, cuando se enfrenta a la pantalla, realiza una reflexión, porque lo que me parece interesante es que puedas encontrarte al mismo tiempo un relato tan crudo, tan fuerte, y lo puedas contrastar con la poética de la imagen. Ese fue el proceso que más disfrutamos, discutirlo, ver referencias, hasta que llegamos a este formato que ha gustado bastante y que me parece que es necesario para la historia.

 

RGB: En este flujo que va desde Centroamérica y las provincias de México hacia el norte, en esta corriente que busca mejores oportunidades de vida o incluso salvar la vida, ¿de qué manera la experiencia de hacer este cortometraje te permite una nueva perspectiva para tus próximos proyectos, en relación con la deportación?

CM: Sin duda es una experiencia invaluable conocer este tipo de historias, acercarme un poco más al tema, por supuesto que me da otros ángulos, otras aristas, para tratar los nuevos proyectos que tenemos en puerta. Yo creo que lo más valioso es encontrarme con la historia de Hugo. Más allá de ser realizador, reconocer el momento que pasa en mi país, reconocer que todos podemos ser vulnerables como Hugo, reconocer que somos parte del problema, pero que también podemos ser parte parte de la solución. Yo creo que si el documental cumple su objetivo de sensibilizar y de abrir el panorama de la conciencia en la gente que lo vea, podemos sentirnos satisfechos.

 

RGB: Es decir, sí hay un interés no sólo de testimonio, sino de incidencia a partir de tu trabajo.

CM: Te mentiría si te digo que no. Yo creo que mi mirada no es externa, es casi desde la mirada de Hugo. Por dos razones. Yo me siento un poco migrante, guardadas las distancias, de Chiapas a la Ciudad de México; aunque somos el mismo país, el mismo idioma, hay una idiosincrasia muy diferente. Cuando llegué a la Ciudad de México me enfrenté a muchas cosas que Hugo también ha enfrentado en su trayecto. Veo la migración con un poco de cercanía, con un poco de empatía, con un poco de conocimiento. Y si esta pieza puede incidir en alguna reflexión, evocar el cambio, me parece que está bien el objetivo. Creo también que todos los realizadores no sólo buscamos una forma de expresar, no sólo buscamos una forma de realizar una pieza técnicamente bien elaborada, sobre todo en documental, yo creo que sí hay una tendencia de incidir en el espectador. Ojalá el documental cumpla ese objetivo.

 

RGB: El documental se presentó en Sundance, se presenta ahora en Berlín, ¿cuál ha sido la recepción? ¿Hay algo que te ha sorprendido con respecto a la opinión de la gente sobre tu obra?

CM: Ha sido similar, me parece. Hay cosas muy universales, como el sufrimiento. Creo que el documental tiene la grandeza de que nos reconocemos ahí, son historias humanas, son historias que no están ficcionadas, son historias que suceden, que nos impactan, que nos reconocemos en los personajes, en su dolor, en su sufrimiento, en su alegría, y por ende genera ciertas reacciones. Y estoy muy satisfecho de que el documental haya sido bien recibido porque técnicamente es una pieza bien construida, pero también porque logramos ser fieles a la historia de Hugo y poderla contar y que los demás puedan ver la situación que padecen muchos jóvenes como Hugo, que yo creo que es el motivo principal. En Sundance le fue bastante bien; para mí era muy importante porque era el país objetivo de Hugo, el protagonista, porque su sueño era llegar a Estados Unidos. Y presentar el documental allá fue muy interesante. Se acercaron personas después de la presentación. Unos me decían que no se imaginaban que la situación de México fuera de tal dimensión, y otros agradecían que se contaran ese tipo de historias. Reacciones muy positivas, la verdad. Y presentarlo en Berlín, donde parte de su historia es un muro, donde los habitantes son testigos de los estragos de las divisiones ideológicas, políticas, de la presencia de un muro que separa seres humanos, a mí me ha resultado muy interesante. Me siento muy afortunado de estar en estos dos festivales, de que la historia de Hugo se cuente aquí, porque hay una similitud que me hace pensar que es muy universal, que aunque seamos de países diferentes hay cosas en común, que suceden en diferentes tiempos, en diferentes espacios, pero al final es casi lo mismo.

 

21.04.18

Rodrigo García Bonillas


Ensayista. Vive en Berlín, donde estudia un doctorado en Filología. Adicto a la cultura rusa, se dedica a investigar la literatura de viaje a la Unión Soviética. Es autor del libro Gótica del búho (Siglo XXI, 2018) y colaborador en diversas publicaciones periódicas. Ha sido becario de la Fundación para las Letr....ver perfil
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