por Emiliano Escoto
Cerramos un año más de Pulquecinema con una invitación a romper(nos) desde los lenguajes y las narrativas, las cárceles y ataduras, los estereotipos y los géneros hasta la forma de querernos y desearnos.
Revolucionemos nuestros lenguajes, reapropiemos nuestros caminos, de-construyamos nuestros cuerpos, explotemos nuestros placeres y reinventemos el mundo
De la infancia de Karen Morales
Fragmentar la variedad de imágenes que construyen una película para descubrir el entramado complejo que compone el lenguaje cinematográfico es un ejercicio que permite comprender el cine desde sus entrañas. Karen Morales desnuda su pasión por el cine Iraní al desmenuzar filmes icónicos como Dónde está la casa de mi amigo de Abbas Kiarostami, El Globo Blanco de Jafar Panahi o Los Niños del Cielo de Majid Majidi. Rompe las narrativas, reconfigura los personajes y abre caminos que permiten sentir el cine antes que pensarlo o nombrarlo. La poética detrás de la inocencia infantil al ceder unos zapatos, la épica persecución de un globo blanco o la gran aventura que significa liberar a unos pescadillos atrapados en cubetas nos habla de lo mágico y flexible de la infancia, no sólo de Irán sino del mundo entero. Estamos frente a un trabajo que si bien surge de un ejercicio escolar del taller de nuevas narrativas impartido por Iliana Sánchez en el Faro Aragón, nos permite advertir una comprensión total de la imagen-tiempo y la imagen-movimiento. Poco más de 10 minutos de pura sensación audiovisual que nos trasladan a otro mundo, ese en el que Godard escribió su Libro de las Imágenes y donde El final del Lenguaje no nos habla de la muerte sino de esa posibilidad siempre abierta de la creación.
El rincón del mundo a donde va lo que se olvida de Fernanda Tovar
¿Qué es? -me dijo. ¿Qué es qué? -le pregunté. Eso, el ruido ese. Es el silencio. Duérmete. Descansa, aunque sea un poquito, que ya va a amanecer.
Este fragmento de Luvina, el cuento de Juan Rulfo en el Llano en llamas, nos muestra el ambiente entre místico y misterioso en el que parece que energías sobre naturales guían la historia de los vivos que nunca se sabe bien si realmente son los vivos, permea las palabras y logra un ambiente pesado, como el que vive quien se encuentra atrapado en una cárcel de la que no puede salir.
De la misma forma, Fernanda Tovar nos lleva en su cortometraje a ese paisaje Rulfiano y nos enseña a tres personajes que viven atrapados entre la eterna espera de la mujer que se fue (tal vez todas las mujeres) y una línea extraña entre las montañas que representa la muerte. Atrapados por qué, no se sabe pero los personajes están atrapados. La ansiedad por escapar y conocer otras cosas es la fuerza vital de una niña que encuentra en la muerte un impulso para arrojarse al mundo y crecer o eso nos parece decir la imagen de unos labios pintados sobre una pared, la pared de los muertos del pueblo, extrañamente. Es el reconocimiento de la muerte la liberación a la cárcel de la existencia como por instantes se descubre en Rulfo o es la aceptación de nuestra mortalidad la que nos invita a buscar más allá de los límites de lo permitido. El lugar del mundo donde va lo que se olvida es un empuje hacia el empoderamiento existencial mientras es también una tremenda aceptación de la imposibilidad de escapar de la cárcel de nosotros mismos. Algo como escuchar el ruido del silencio tal como Rulfo lo hizo en Luvina.
The girl with two heads de Betzabe García
Decían los antiguos que el cuerpo es nuestro principio básico de identidad pero ahora se escucha por ahí que el cuerpo no es más que un receptáculo del placer, un vehículo de la existencia y la máscara mas superficial que tenemos para mostrar lo que somos. El cuerpo es lo que queramos que sea y es visto-leído desde una clave cultural que es la única cárcel. Un cuerpo femenino puede ser un cuerpo rudo, unos pechos de mujer no son solamente íconos erótico-sexuales. La feminidad es mucho más compleja (la existencia, tal vez) que esa que se han empeñado en inventarnos y enseñarnos. Betzabé García lo comprende a la perfección: un formato no es suficiente, una forma o un lenguaje, por eso retrata la intimidad de una amiga desde todos los formatos posibles poniendo en pantalla imágenes de celular montadas entre formatos digitales y rompiendo todas las reglas de lo “cinematográfico”. Estamos frente a un cine de guerrilla que muestra la guerrilla misma del cuerpo y el símbolo, el estereotipo y la construcción social.
Dos cuerpos femeninos luchan con una fuerza incontenible, más que lucha es una danza que contiene un erotismo intraducible pero que se siente, enchina la piel y los sentidos. Ser testigo de la realización del deseo de la apropiación del cuerpo (y de la vida) es tal vez lo más erótico. Una danza-lucha que muestra al cuerpo como la máscara más superficial del ser y como este, el ser, se muestra fluctuante, cambiante, inagotable… Betzabé nos invita con la potencia de una bomba molotov a la deconstrucción de la cuerpa y el género no describibles ni limitantes pero si sensibles, muy sensibles.
Switch de Marion Renard
El deseo no tiene género parece ser la tesis de esta joven directora originaria de Bélgica. Con un ritmo de montaje emocionante como coquetear en una fiesta, Renard nos lleva del éxtasis del orgasmo al terror más oscuro de la peor de las pesadillas. Una chica cambia de sexo justo en el momento de venirse. Los estertores de la muerte pequeña son interrumpidos por el repentino surgimiento de un pene y la transformación total del cuerpo. Entre la pesadilla surrealista y el retrato del lenguaje del deseo construido con fotografías y colores que recuerdan lo mejor del cine de Xavier Dolan, nos encontramos con un cuerpo que se transforma y provoca la incomprensión total, la frustración y el miedo. ¿Cuántas personas en el mundo no se han sentido atrapadas en sus propios cuerpos? Renard parece comprenderlo y con un humor maravilloso inventa la posibilidad de cambiar a conveniencia. Que sea el deseo quien guíe los encuentros erótico afectivos, no el deber ser construido por esa mano invisible de la moralidad culposa. En menos de 20 minutos la frase que se queda marcada en la cabeza parece una regla definitiva: sé lo que quieras ser. La libertad total del cuerpo para autodefinirse como una invitación a descubrir los propios placeres sin miedo pues, tarde o temprano, encontrarás a alguien como tú y entonces la explosión será total pero, mejor aún, es@ alguien no será el/la unic@.
04.12.19