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Espacio interior


por Miriam Lomas // Ipso Facto

 

Recuerdos. Realidad. ¿Qué distingue a la realidad de los recuerdos? Al fin de cuentas ambos son ciertos y uno no se puede deslindar de ellos. Por una parte está el encuentro con la crudeza de la vida; piso frío, desnudez, hambre. Por otra, la calidez de la familia, los abrazos, las sonrisas.

Espacio interior (Parlage Tessman, 2012) es una película que si bien es de corte comercial, lo cual se da a notar por el elenco y el lenguaje audiovisual escaso, resalta y contrasta de la tendencia en recientes películas mexicanas, que tratan la violencia en el país por la narrativa que ella presta. A esto se suma que está basada en una historia real ocurrida en agosto de 1990, en la Ciudad de México.

En medio de un país desolado por  tragedias locales y generales, el largometraje del director Kai Parlage Tessman viene a traer una mirada esperanzadora en medio de la masacre que se vive en México. También hay que recalcar que su exhibición en cartelera estuvo acompañada por Heli (2013) de Amat Escalante, completamente opuesta en cuanto a técnica audiovisual e incluso en la circunstancia económica de los personajes principales.

El filme tiene pocos movimientos de cámara,  incluso en ciertos fotogramas llega a resultar prototípico de las películas mexicanas modernas. Pero al contrario de la película de Escalante, Espacio Interior retrata la historia de un mexicano de clase alta, un sector poblacional que también vive las consecuencias de la falta de empleo y la inseguridad en el país.

La película presenta a un arquitecto pleno, con una familia feliz y una carrera con un porvenir prometedor. El destino de Lázaro (Kuno Becker) se ve truncado de pronto, cuando un grupo de personas lo secuestran. Le arrebatan la libertad física, más no la mental.

Un cuarto pequeño, de 3 por 1.5 metros, paredes improvisadas con lonas blancas y un piso sucio; mosaicos que algún día fueron blancos, ahora impregnados por una capa gris. Un escusado, una colchoneta y un par de plumones. Ése es el nuevo universo donde Lázaro tiene que sobrevivir. Una puerta blanca, dividida en dos, es su dispensadora de alimento, por ahí sus secuestradores le dan comida o se comunican con él por medio de notas en hojas de bloc.

La película transcurre mediante sus pensamientos, así como con imágenes de la relación que mantiene con sus captores. Un cassette como tortura auditiva, una cámara para registrar sus movimientos. Lázaro está privado de escuchar el silencio, de mover su cuerpo sin ser vigilado, de expresar su sentir con su familia e incluso de ver rostros humanos durante el encierro.

Sus captores, siempre encapuchados de blanco, se sorprenden de la fuerza de voluntad que el arquitecto parece obtener, después de estar la primer semana tirado en el suelo sin querer comer. La fe católica, heredada por su madre, cobra efecto y es cuando él se concientiza de que por más encerrado que lo tengan, sólo él mismo se puede enjaular o liberar.

Espacio interior, además de retratar algunos panoramas de la delincuencia organizada en México, logra  exponer un caso positivo, del cual el protagonista hace uso para impulsarse hacia la plenitud y encontrar su sentido de vivir.

 

13.03.14



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