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Distrital 2014: Los hámsters


por Iranyela López

 

Los hámsters son cuadrúpedos muy solitarios y por tanto territoriales, prefieren pelear a muerte que compartir una sola jaula.  Los humanos por otro lado,  y específicamente los que son miembros de una familia que habita en un solo hogar, son bípedos fácilmente irritables, atacan con destreza a los más débiles, pero si topa una reacción un poco firme, huye al interior de un vehículo, un café, un gimnasio, una playa….  Es decir, un lugar donde intentan pasar desapercibidos.

Los hámsters (2014) son una familia que, aunque filmada en Tijuana, bien pudiera localizarse en cualquier punto geográfico del globo. Rodolfo y Beatriz son los progenitores de los imberbes Jessica y Juan. En esta película las mentiras reservadas son el croquis que configura la dirección del día, que es el tiempo que dura el relato bajo el esmerado sentido fotográfico de Juan Pablo Ramírez (Y volveré... de Edgar Nito, 2010, 35mm).

Esta ópera prima es dirigida por Gilberto González Penilla (Sonreír, 2011, DVCAM) egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica y becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca). La película compone su proyecto de tesis y,  según afirmó en la presentación del día jueves 4 de junio en cine Tonalá  dentro del festival de Distrital, la idea surge de una clase de guionismo en ella se propuso a miembros de una familia que pasan en su cuarto viendo el mismo programa que en este caso es Big Brother, de allí surge plantearse una metáfora del apartamiento y la incomunicación familiar.

Rodolfo (Ángel Norzagaray) es un hombre cincuentero que se encuentra desempleado, sin embargo para mantener la apariencia con su familia, pasa las horas en una cafetería, especie de oficina artificial, en donde no hay nada más sorprendente que acumular puntos para ganar un café gratis. Se le ve también, esperando el abrigo a bastante altura en la alumbrada y azulosa periferia de la ciudad.

A Beatriz  (Gisela Madrigal) la piel se le ha cubierto de pliegues por el peso de la edad. Epidermis que se envuelve y aferra a la superficie como si la piel vieja se adhiriera para protegerse del frio de la inercia. Piel que se desgarra sin permitir que salga el cuerpo, especie de abrigo que solo puede abrirse con  métodos artificiales pues ella  es incapaz de descubrirlos por sí misma. Busca entonces la ayuda de otro bípedo de la especia pero muchísimo más joven y fuerte, un instructor de gimnasio, que le hace realizar ciertos ejercicios para pelar o por lo menos maquillar los trazos del tiempo.  A ella también se le ve a solas en la misma noche que Rodolfo, quizá en otra orilla.

Volviendo a la metáfora… los hámsters tienen una costumbre muy peculiar, les gusta almacenar comida. Estos mofletudos roedores son verdaderos acaparadores. Cuando encuentran algo tratan de almacenar tanto como puedan pero a Jessica lo que en realidad le interesa es degustar secretamente de su relación hetero-homosexual es decir, con su novio y mejor amiga, articulando sus experiencias con  la captura  fragmentaria de sus dispositivos digitales.

Mientras que Juan al descubrir que su novia está embarazada comienza a soñar en convertirse en el gran padre, cuando en la realidad no pude resolver ni siquiera un problema matemático escolar con base en fórmulas.

Los hámsters es una película narrada de manera sencilla y cómica que estimula a la introspección y nos recuerda la referencia que Morin le adjudica a Epstein: “La pantalla es ese lugar en el que el pensamiento actor y el pensamiento espectador se encuentran y adquieren el aspecto material de ser un acto”. Se concreta un psiquismo colectivo a partir de un haz luminoso[1] que une el mensaje incorporado en la película y el pensamiento o los hábitos del espectador, todo en una simbiosis que adquiere fuerza cuando se articulan dos corrientes de la misma naturaleza. Es un acierto de Gilberto González Penilla buscar un cine ligero y palpable, puesto que la historia de esta familia  nos es cercana hay una proyección-identificación que se dispersa en la sala.

 

09.06.14


[1] Morin, Edgar. El cine o el hombre imaginario. Paidós Comunicación 127 Cine. Buenos Aires, 1972, 180



Iranyela López


@Iranyela
Meliflua, desorientada, cloroformizada con la polifonía de las palabras, el aullido del sonido y la hilaridad de los sentidos. Su andar se guía con el trazo cartográfico de sus retinas hacia un punto de fuga.....ver perfil
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