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El hombre más buscado

 

por Arantxa Sánchez

 

A veces no nos damos cuenta quién está junto a nosotros, desconocemos lo que nos rodea, ignoramos qué mueve a los demás: motivos, causas, razones, decisiones; pasados, presentes y futuros inciertos que observan (y nos observan) porque aunque no lo sepamos, somos los hombres más buscados por un mundo complejo entrelazado por mentiras y culpas.

Issa (Grigoriy Dobrygin) es un joven ruso que llega a Hamburgo de manera ilegal, su misteriosa y repentina aparición en el país, hará que Günter Bachmann (Philip Seymour Hoffman), un agente secreto alemán, se interese en él; sin embargo, tendrá que lidiar con los ideales de Annabel Ritcher (Rachel McAdams), una abogada defensora de derechos humanos, con el poder de Brue Frères (William Dafoe) un importante banquero y con toda la maquinaria política mundial.

A simple vista, puede ser difícil imaginar a Anton Corbijn a la cabeza como director de El hombre más buscado, su última película basada en el libro del escritor inglés John Le Carré; sin embargo, el producto final mantiene su escencia al retomar los bases de su trayectoria en la fotografía y el videoclip: una estética que prefiere colores frios, saturados, cuidados y, sobre todo, personajes densos con un peso emocional enorme que (los) asfixia.

El tema inmigración-terrorismo-espionaje es complejo y que a pesar de sus miles de aristas, casi siempre es tratado por la mirada occidental de la industria cinematográfica: ¿cómo resolver un tema universal indispensanble en el imaginario colectivo? Corbijn construye diversos personajes prototipo que serán la guia para conocer su mirada sobre el asunto.

Aquí, los personajes se desarrollan en el seno del eterno miedo en el ser humano: la otredad, un concepto que es cuestionado a través de la deformación de nociones como identidad y terrorismo, protección o control; en este sentido, y a pesar del evidente contexto diplomatico, las relaciones políticas están en segundo plano en donde el juego geopolítico le echa un vistazo a las disputas de poder entre naciones.

Al final, nada aleja a Günter, a Issa, a Annabel y a Brue del Ian Curtis que conocimos en Control (2007): individuos muy particulares que tienen sobre si el desasosiego de las relaciones humanas contemporáneas, atrapados en decisiones ajenas a ellos. Corbijn, junto al guion del australiano Andrew Bovell, entregan un trabajo sobresaliente que echa mano a una perspectiva distinta y humana al mundo de los espías.

Esta exploración al lado denso del ser humano es reforzada por la fotografía del francés Benoît Delhomme (L'Odeur de la papaye verte) que recorre contrastes sociales desde los barrios más marginales de inmigrantes, los bares deprimentes citadinos, hasta los grandes restaurantes de la elite alemana. Por su lado, la música de Herbert Grönemeyer es sutil, que no satura el dramatismo y lo acompaña en escenas intensas y eficaces con un ritmo preciso.

Es bueno saber que el trabajo de Corbijn es capaz de mantener su estilo y crear un diálogo entre distintos tópicos a nivel cinematográfico, literario, actoral (lo que hace Hoffman y Dobrygin es sobresaliente) y, sobre todo, lograr que un tema así cobre vida y pueda ser un retrato atrayente de una pequeña porción de lo que es este mundo entrelazado por mentiras y culpas.

 

13.08.14



Arantxa Sánchez


@mentecata_
Hace un esfuerzo constante por caminar el línea recta. Le gusta el punto y seguido, la literatura, coleccionar imágenes y ver la tele. Dicen que es odiadora de profesión pero los servicios escolares de su universidad dicen que....ver perfil
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