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Musarañas, la nada

por Isabel Ocadiz

 

No les diré una palabra, lo que me ocurre es como un pecado que no se puede confesar.

Dormir en tierra, José Revueltas

 

 

La muerte, en sí misma, no explica a la vida, no conlleva a la filosofía pero sí al enamoramiento sincero de dos cuerpos, siempre buscando la libertad de su conciencia.

Podríamos recordar al novelista Milan Kundera y sus narraciones, en donde cada línea mantiene la forma del corazón y los deseos universales de una mujer, o simplemente citar con Rimbaud: “en los circos, donde el sello de Dios palideció las ventanas. La sangre y la leche corrieron”, pero Musarañas (Juanfer Andrés y Esteban Roel, 2014) ha encontrado con su historia el punto medio entre lo universal y lo poético.

Considerando el cine como un espacio para desahogar todo tipo de almas, donde se revive el pecado, la ira y las ganas de existir, Alex de la Iglesia presenta en la película española Musarañas un guión que, escrito por Sofía Cuenca y Juanfer Andrés, capta la esencia de lo masculino y femenino para conseguir la unión entre la locura de la antagonista y el intentar de la razón por sobrevivir.

Musarañas vislumbra una serie de relatos fóbicos, neuróticos, impactantes que se desarrollan dentro de un grupo de fragmentos realistas, que van de la voz de una niña, hasta la voz de un hombre con deseos de libertad. El filme cuenta un amor de Electra, una visión del sexo reprimido por medio de la sutileza en Nadia de Santiago, y se reconoce como una película antimoral. Con exquisito acierto, la cinta maneja una ambivalencia que en todo conflicto de lo cotidiano puede presentarse no siempre con el mismo sentimiento pero todos los conflictos van hacia la misma resolución, la culminación de algo.

En este sentido, la película podría haber enaltecido el estilo del cine iberoamericano, donde encontramos las peores tormentas que se solucionan en el amor o la justicia. Pero en esta ocasión el amor para la historia es sólo un pensamiento, una sensación, jamás presente, ni expuesta, que convierte al filme en algo sumamente interesante, el guión reconoce que la salvación está en la libertad de las propias creencias, sin referirnos a lo religioso, en un sentido poético, ético, podemos contar con que la moralidad de la vida, se extingue cuando interviene un razonamiento que está relacionado con el existencialismo, propio de la forma en cómo se enfatiza Musarañas: están los ojos de Macarena Gómez, su gesticulación y el palpar la realidad.

La ambivalencia, la turbulencia es algo indispensable en cualquier tipo de historia, pero jamás habíamos visto tan exuberante manipulación de las creencias religiosas basadas en el carácter de los individuos que la practican, la percepción divina sólo interviene y se convierte en una pistola para aquellos que refieren ser morales usando un carácter de maldad o un rasgo de musaraña.

La cinta expone el truco en la musaraña sangrando y no causa emoción, un nivel exagerado, sin duda, con estilo, lejos del género terror. Y aunque la solución del conflicto puede ir hacia el melodrama, no encontramos el error que nos haga creer que no deseamos ver esta cinta mil veces más. Musarañas, es la escalofriante poesía al enamorarse de la nada.   

 

30.01.15

Isabel Ocadiz


Directora y escritora, cómplice de la ensoñacion y la poética que generan 24 imágenes por segundo.....ver perfil
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