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Ambulante 2015: La visita

por Trajano Hernández

¿Qué pasaría si en este instante, una nave espacial, tripulada por seres de otros planetas, cayera en la tierra? La visita (2014) de Michael Madsen pretende escenificar este hecho. El documental, con aspiraciones a ficción y una narrativa que podría engañar a toda la audiencia, invita a cuestionarnos el objetivo del hombre en la tierra y el eterno enigma de la situación del humano en la galaxia. El valor de este filme está en su construcción y su resultado.

De producción nórdica –principalmente danesa y finlandesa- el documental presenta una asociación entre lo real y lo que aún no ha pasado: el énfasis final del filme consiste en saber que en realidad nada sucedió y que el director juega con nuestra mentesilla. Pero el fundamento más original en toda la trama es el siguiente: plantearnos una hipotética visita extraterrestre ¿qué reacción tendrían los humanos? Madsen explora a partir de estudios biológicos, históricos, sociales, psicológicos y políticos sobre este suceso. Una puesta en escena construida con la mejor escenografía.

Este documental podría ser de observación –las entrevistas son la única herramienta periodística que dan un valor “real” en la pantalla a parte de las voces de investigadores y expertos en el tema-. Por otro lado, lo vuelve reflexivo a partir del propio cuestionamiento de los protagonistas del filme: el espectador y su conciencia. Es importante resaltar que la premisa del producto tiene en sí mismo una ficción, la que colabora con material de archivo e incluyendo a los mismos expertos en el tema como actores dentro del mismo suceso ficticio. Con analogías y voz en off, el proceso para entender que estamos solos desde el inicio de los tiempos, es inminente.

 

El espíritu natural de todo documental es explorar  y hacer ver que toda herramienta discursiva está limitada a la visión del realizador, sea cual sea su forma de interpretar y de enfatizar un suceso específico. En el documental, todo tiene una función y sus imágenes no son la excepción y mucho menos el montaje, el elemento más importante.

Francois Niney expone en su texto La prueba de lo real en la pantalla (2009) que esa posición específica de las imágenes están dotadas de “una carga simbólica” y donde el intérprete de esta carga ha de entender dicha referencia, de lo contrario, como sucede con cualquier signo, no podría entenderse. En este caso, las fotografías lanzadas al espacio a través del proyecto de sondas espaciales Voyager, requieren del conocimiento del hecho histórico ocurrido en los setenta.

También es el caso de la música: en un momento particular las notas motivan la reacción del espectador en las distintas escenas. Basta saber que cuando las notas más estridentes se escuchan, los cuadros de la película se vuelven más oscuros y melancólicos.

¿Por qué entonces este proyecto audiovisual no es un falso documental, en el sentido estricto de su composición? En primer lugar, por las fuentes y sus usos. Ocurrido principalmente en Viena, en la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior (UNOOSA) y locaciones cercanas a los investigadores y conocedores del tema, muestran lugares reales, pero en una situación distinta: nunca hubo una visita extraterrestre.

Además, la diferencia vital entre este género del documental y su contraparte, el docudrama es la siguiente: todas las imágenes del audiovisual existen, sus lugares, sus sujetos y sus explicaciones. En todo caso y como cualquier cosa, es difícil encasillar en un género un trabajo. Sin embargo, puede decirse que el docudrama sería su mejor etiqueta por distintas razones: los elementos ficticios –como un hombre envuelto en un traje de plástico que se introduce en la nave espacial “creada”- son un recurso, pero no el motivo principal.

Otro punto: reflexionar sobre su misma realización y motivar un discurso, una opinión, construida a partir de estrategias de representación: uso de cámara lenta, ritmo entre música y fotografía (montaje y edición) y por supuesto una hipótesis específica: el ser humano actuaría de tal o cual forma si hubiera una visita espacial.

Michael Madsen regala al final del documental una conclusión poderosa: el ser humano está solo porque está hecho para estar solo, ni el derecho ni la biología pueden superar que la condena del humano también es buscar estar acompañado. Si todo lo que sucede en la pantalla fuera cierto (burocracia institucional, comunicación controlada sobre un hecho, violencia y miedo ante una posible “invasión”) entonces el enigma de la existencia humana estaría resuelto. Pero todo está sujeto a ser interpretado.

 

09.03.15

 



Trajano Hernández Luna


@trxhdz
Estudiante en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales UNAM. Conductor de Radio Reacción, estación radiofónica por internet. Fotógrafo practicante y escritor ocasional. Baterista esporádico. Lector recurrente. Amante d....ver perfil
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