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El espía que sabía demasiado:Tinker, Tailor, Soldier, Spy

por Mariana Dávila Moreno

Hablar de El espía que sabía demasiado (2011) no es sencillo. Será porque su realizador, Tomas Alfredson (Déjame entrar, 2008), exige demasiado del espectador. Porque la novela de John Le Carré en la que se basa la película resulta muy complicada para explicarse en dos horas y media. Porque la historia, que se desenvuelve tan lentamente, termina de golpe. O será porque estos aparentes deslices actúan más bien como aciertos.

El filme es contradictorio. En los primeros diez minutos nos promete una acción que no llega sino hasta el final. De la misma manera que nos propone misterios aparentemente sencillos que acaban siendo bastante elaborados. Y es que este thriller situado en plena Guerra Fría dista mucho de las películas de espías a las que Hollywood nos ha acostumbrado.

Gary Oldman –quien estuvo nominado al Óscar por Mejor Actor– interpreta magistralmente el papel de Smiley, señalándonos desde el principio que no es otro James Bond. Su personaje de agente retirado, obligado a resurgir de las sombras para descubrir al traidor encubierto que filtra información de la inteligencia británica a la Unión Soviética es, a diferencia del otro, mucho menos estereotipado. Con más astucia que fuerza, con más evidencias que lugares comunes y con más dolor proveniente de un matrimonio fallido que mujeres, Smiley, como un 007 subvertido, va desentramando una historia de traiciones, dudas e intrigas. En donde nada es lo que parece. En donde nadie es quién dice ser.

Sin embargo, a pesar de que la película cuenta con un gran reparto (Colin Firth, Mark Strong, John Hurt, Benedict Cumberbatch, Tom Hardy, Toby Jones…) y una fotografía impecable que corre a cargo de Hoyte van Hoytema, ésta no acaba de funcionar. Las actuaciones y la perfecta composición visual se pierden en la nebulosa de una trama demasiado confusa que, al igual que una verdura demasiado cocida o una gelatina que no acaba de cuajar, a ratos resulta incomible.

Tal vez si toda la tensión no se condesará en la última media hora, la obra sería más llevadera. Y las piezas que Alfredson nos aporta para resolver el enigma contenido en flashbacks y sutiles gestos silentes, encajarían mejor.

06.03.12

Mariana Dávila Moreno


@manzanita_zeta
Biodegradable, comunicóloga, cafeinómana, escritora, periodista en formación. Amante de las bellas artes, las tardes lluviosas y las enfrijoladas sin pollo. En búsqueda de realidades inusitadas.....ver perfil
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