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Behemoth

por Brianda Pineda

 

The rest is silence

Hamlet
William Shakespeare

 

El documental posee sigilo y astucia, virtudes propias del más grande de los testigos: la representación. La cámara de Zhao Liang se pierde entre los laberintos del paisaje de Mongolia en una comunión con el silencio, y sus treguas con el humo desolado en las minas y el viento verde de los campos va convirtiéndose, ella, en paisaje. Behemoth (Bei xi mo shou, 2015), estrenada en el festival de cine internacional de Venecia (recientemente vista en México gracias a Ambulante), es un retrato de la desintegración física y del alma que sufren aquellos obreros condenados a perecer entre sudor, máscaras de gas y tizne, rostros de un humo tóxico, mortajas multiplicadas por la neumoconiosis, así como de soledades en habitaciones oxidadas por ser lugares de paso y no un hogar para los que trabajan.

La pobreza es un hervidero de ausencias y el lenguaje ha sido reducido, en esos páramos subterráneos de la Mongolia Interior, a un andar mecánico donde apenas sobreviven a monosílabos un par de palabras, mortalidad siniestra donde en su inquietante calma los hombres van sirviendo al monstruo (como lo llama el narrador del filme con una voz en off que las más de las veces, por desfase, no pasa de ser un efecto que no por lúgubre y apocalíptico es menos impertinente) y en su tránsito de ovejas u hormigas contribuyen ¡terrible ignorancia! al desmoronamiento de la fábula con un granito de caos.

Esta coproducción China-Francia crea un paralelismo entre el infierno de las minas de carbón, ocultas entre el smog donde nadie mira, y el paraíso de la ciudad fantasma llamada Ordos, instalada también en la Mongolia Interior. Así, para mostrar dicha simbiosis, se apoya en una adaptación bastante libre de la Divina Comedia, escrita por Dante Alighieri, donde un minero cuyo nombre desconocemos hace de Virgilio y, sosteniendo un espejo en su espalda, va guiándonos durante el documental por los círculos (de ceniza) del infierno y el incandescente purgatorio hasta pasar al paraíso abandonado de Ordos como el que prueba que acaso para algunas culturas primero fue el presagio: ciudades con edificios y rascacielos multicolores, zonas limpísimas, guiños del lujo y la comodidad en cada rincón, esperando el futuro con el ánimo desconcertante que provoca su estado actual: espacios deshabitados.

A un ritmo lento y con los fantasmas eclipsados en una voz en off que bien podría llevar al espectador a confundir un susto con aburrimiento, Behemoth de Zhao Liang entrega en imágenes una revelación sobre cómo es posible, al reflexionar, medir las catástrofes que provoca la ausencia.

 

18.06.16

Brianda Pineda


@brryanda

Xalapa, 1991. Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Veracruzana. Ganadora en dos ocasiones del Premio Nacional al Estudiante Universitario Carlos Fuentes. Ha publicado reseñas y artículos en La Palabra y el Hombre y reseÃ....ver perfil

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