por Viridiana Nárud
Cuando la palabra eligió la tosquedad y la flaqueza de la condición humana como morada de su propia vida imperiosa, la persona humana se liberó del gran silencio de la materia.
George Steiner
Cuando el hombre calla es esclavo de su silencio, así como cuando enuncia es esclavo de la palabra. Por lo tanto, la palabra es para el hombre su pharmakon, su cura y propio veneno. El silencio y la palabra son para Zamora, personaje protagónico de Zanjas, aquello que lo mantiene prisionero de sí mismo. Un trabajador rural de la Patagonia que en su silencio alberga un oscuro secreto y a través del trabajo duro trata de expiar una culpa, mientras en su pueblo se cometen una serie feminicidios.
Cuando uno se enfrenta a la ópera prima de cualquier autor existen ciertos riesgos, pues lo que está presentando es el universo concentrado del autor. Zanjas es la primera película de Francisco J. Paparella, director argentino de la Patagonia que nos muestra un universo en donde la redención y el silencio son protagonistas.
Es un retrato en donde el deseo interior de Zamora, interpretado por Diego Alonso, se encuentra revelado por el clima frío, paisajes y simbolismos, como el río y el puente que arregla Zamora a diario, lo cual representa el cambio fundamental de actitud del personaje. El puente, el elemento externo que lo vincula con el viaje interno al que se somete a través de la soledad en una helada montaña. La montaña, en las religiones, simboliza el misterio y la unión con lo sagrado, debido a su elevación pareciera tocar el cielo, sin embargo, permanece en la tierra. Es este lugar sagrado en donde Zamora atraviesa su última prueba.
Paparella es un director que reflexiona sobre la imagen. Abre un universo donde el espectador entra, no sólo por el eco de las imágenes y sonidos en el inconsciente del espectador, sino también por tomas que revelan paisajes de una Patagonia hostil. No es sólo una reflexión de la imagen, también nos narra una historia en donde un hombre se encuentra con la necesidad de expiación.
Diego Alonso, interpreta a un Zamora atormentado, callado, que revela con la mirada sus transiciones emocionales y el momento de redención en las montañas. Paparella nos expone su universo lleno de creencias profundas transmitidas por una suma de elementos: la fotografía a manos de Matías Lixklett, musicalización de Alejandro Ferrer y Yonny Roldán, actuaciones e historia. Esto permite que Zanjas no sea sólo una película intimista con imágenes bellas, sino transcendental.
Será necesario seguir los pasos de este director quien muestra un compromiso con el quehacer cinematográfico y que se presenta sensible ante la humanidad, algo muy olvidado en nuestros días, pero no en el arte.
18.01.17