por Sergio Valdez Villarreal
¿Eres viejo cuando comienzas a decir frases como “en mis tiempos”? Quiero pensar que no, porque voy a decir que en mis tiempos resultaba inimaginable pensar que en cartelera hubiera por lo menos una película de superhéroes al año.
Hoy pasa al revés. Es inimaginable pensar un año con menos de una película de este subgénero (¿o podríamos llamarlo supergénero?). ¿Qué es lo que pasó? ¿Cómo es que se han convertido en filmes que atraen a millones de espectadores y en eventos generacionales? ¿Cuál es el camino que deben tomar? Intentemos dar respuesta.
En nuestros tiempos de capitalismo tardío (¿o salvaje?), el éxito de una película se mide por los millones de dólares que genera de ganancia, y eso solo se puede conseguir si vendes muchos boletos; pero antes de las estrategias de mercadeo que se utilizan para lograrlo, existen una suma de condiciones que ayudan a que estas películas sean vistas por millones de personas, convirtiéndose en un negocio multimillonario e inclusive en eventos generacionales.
¿Recuerdan un programa transmitido por canal 5 que se llamaba La Magia del Cine en donde explicaban cómo se hacían las películas? En él se podían conocer los recursos que utilizaban las grandes producciones de Hollywood para lograr sus efectos especiales: maquetas, stop motion, ilusiones visuales, logradas ya sea por trucos de cámara o modificaciones en el set, entre otros recursos.
Ese programa se dejó de transmitir, por lo menos en TV abierta, porque dejó de ser interesante conocer cómo se hacen los efectos de las películas, debido a que, progresivamente, la enorme mayoría de ellas fueron dejando los recursos “físicos” para adoptar a las imágenes generadas por computadora, o CGI, por sus siglas en inglés.
A partir de la década de los noventas, con la franquicia de Jurassic Park, que combinaba CGI para las tomas abiertas de los dinosaurios, con animatronics para las tomas cerradas, y posteriormente en la primera década del siglo XXI con la trilogía de precuelas de Star Wars (donde prácticamente lo único real eran los actores), la tecnología se desarrolló de tal manera que se eliminaron las limitantes para representar cualquier tipo de personajes, locaciones o movimientos de cámara a bajo costo, lo que dejó el campo abierto para que los grandes estudios aprovecharan el rico campo de las historias generadas en los comics de superhéroes para producir películas.
Las empresas productoras y exhibidoras han trabajado en conjunto para sacar al público de su casa y llevarlo a las salas de cine, en el intento de sobrevivir a tres “ataques” provocados desde la aparición de tecnologías que permiten consumir contenidos audiovisuales en el hogar.
El primero de esos “ataques” fue dado por la popularización de la TV en la década de los cincuenta y sesenta, la cual fue combatida por el cine con la producción de películas en 3D, el Technicolor y todos los “-colors”.
El segundo ocurrió por la aparición de los formatos para almacenar películas y los aparatos para poder reproducirlos en casa. Desde los setenta y hasta inicios de la primera década del XXI, han surgido consecutivamente los formatos y reproductores de Beta, VHS, DVD y Blu-ray, cada uno intentando superar la calidad y cantidad de contenido audiovisual de su antecesor. La respuesta por parte de los estudios fue, desde el regreso de las películas en 3D, en distintas etapas, hasta la creación de filmes con mejoras al sonido con el surround sound: THX, Dolby Digital y DTS.
El tercer “ataque” es el que vivimos actualmente, el del streaming. El surgimiento de plataformas online como Netflix, Amazon y Hulu, entre otros, ha facilitado la manera de acceder a contenido audiovisual en casa, tan variado y de tanta calidad, que este ataque lo ha resentido tanto el cine, como la ex reina del hogar, la televisión. Productoras y exhibidoras han decidido generar nuevas experiencias al espectador produciendo y proyectando películas en formatos IMAX, IMAX 3D, 4D, 4DX, sin olvidar el surgimiento de las salas VIP, en donde tal vez se tiene la misma pantalla y sonido de las salas standard, pero los asientos son más amplios, cómodos y cuentas con un mesero que te lleva las palomitas a tu lugar.
Con cada avance tecnológico las películas se han hecho cada vez más espectaculares y extravagantes. En el primer “ataque”, como respuesta surgió el género musical; en el segundo, el uso de grandes efectos especiales con énfasis en ilustrar la historia que se cuenta, las predominancia del género de acción y aventura, y el surgimiento del sistema de franquicias; mientras que el tercer ataque significa un crecimiento exponencial y la sobreexplotación de lo que se dio en la etapa anterior, con la diferencia de que actualmente los efectos especiales y la espectacularidad son más importantes que la historia que se cuenta, aunque hay casos en donde se logra un buen equilibrio.
Había una vez un tiempo en el que los estudios, creadores y productores trabajaban en un proyecto a la vez. La película se terminaba, se promocionaba y se estrenaba, esperando a que atrajera al público suficiente para recuperar la inversión y generar una ganancia. Después de haber cumplido su ciclo en carteler,a la película se retiraba y creadores y productores se dedicaban a planear el próximo proyecto.
Pero, si la película en verdad tenía un gran éxito y la demanda del público crecía, se pensaba en hacer una segunda parte para generar más ganancias desarrollando a los mismos personajes en diferentes situaciones, profundizando o ampliando una historia. Y si el éxito de la primera película era tan, pero tan grande, se pensaba hasta en filmar una tercera parte.
El éxito de La guerra de las galaxias (Lucas, 1977) permitió planear simultáneamente tanto la secuela, El Imperio contraataca (Kershner, 1980), como la secuela de la secuela, El regreso del jedi (Marquand, 1983). Lo mismo pasó con la trilogía de Volver al futuro; a la primera le fue tan bien que inclusive se filmaron la segunda y tercera partes al mismo tiempo.
Actualmente, los estudios, viendo la enorme oportunidad de convertir los estrenos de películas espectaculares en máquinas de imprimir dinero, ya no piensan en hacer una película solamente, sino en una trilogía como mínimo. Este fue un camino que se abrió para plasmar el amplio bagaje de historias que proporcionan los comics de superhéroes, que permiten ya no hacer sólo trilogías sino tetra, penta, sexta o heptalogías, situación que los estudios supieron aprovechar, correspondiendo a la demanda que surgió del público, gracias al éxito de las dos primeras películas de X-men, las dos primeras de Spiderman y el de la primera de Ironman.
En consecuencia, se creó en 2008 el Universo Cinematográfico de Marvel (MCU, por sus siglas en inglés), en donde ya una trilogía se queda corta, dado que los planes a largo plazo se hicieron de tal tamaño que se tuvieron que dividir en cuatro fases compuestas por sequels, prequels, midquels, spinoffs, reboots y remakes, que se extenderán hasta el 2020.
Los niños que crecieron en los años ochentas y noventas disfrutaron a sus personajes en papel y caricaturas televisivas, y ahora que la tecnología lo permite, pueden verlos en el cine en acción viva y no en animación. Además, cuentan con las posibilidades económicas y la disposición para ir a cada uno de los estrenos. Pero han sido tantas las películas de superhéroes en tan pocos años, que la formula se ha empezado a desgastar, más o menos desde la cúspide del género que se alcanzó con la serie de Avengers.
Actualmente los adultos están cansados de ver a sus héroes en películas que cuidan la inocencia infantil, clasificadas como PG-13, y quieren verlos participando en historias que permitan escenas con violencia explícita, sangre, lenguaje fuerte y algo de sexo, ¿por qué no? ¿O ustedes no han fantaseado con Gatúbela, Mystique o Viuda negra? ¡No se hagan!
Los ejecutivos tienen la idea de que las películas clasificadas con PG-13 generan más ganancia que las R. Y sí, mientras más miembros de la familia puedan verlas, es posible que se gane más dinero. Pero ejemplos como Deadpool (Miller, 2016) y Logan (Mangold, 2017) han demostrado que existe un tipo de público que quiere ver a sus personajes como son en los cómics o en su imaginación.
En las primeras películas de X-men, clasificadas como PG-13, Wolverine sí encaja sus garras en el torso de la gente, quienes siempre visten varias capas de ropa de por medio, lo que impide ver el ataque a plenitud, y sin derramar una gota de sangre.
En cambio, en Logan –clasificada R– por fin los fans adultos pueden ver explícitamente cómo el personaje de Hugh Jackman pelea como en los comics y clava sus garras atravesando las cabezas de sus enemigos, sangre por todos lados.
Con Deadpool pasa un asunto similar. Es un personaje ultraviolento, que hace chistes obscenos, tiene escenas de sexo explícito y que sólo se puede ver en esplendor bajo la clasificación R o superiores. Y como muestra del potencial de este tipo de películas, Deadpool se ha colocado como la segunda película clasificación R más taquillera de todos los tiempos, sólo después de la Pasión de Cristo (Gibson, 2004), y como la novena más exitosa dentro del género de superhéroes, compitiendo con los trancazos que ha dado Marvel, la trilogía de The dark knight y todas las de Spiderman.
Ahora que la tecnología ha llegado a un estado del arte en donde no hay límites para plasmar cualquier tipo de historias, en donde el sistema de negocio fílmico está orientado a producir una cantidad ilimitada de franquicias que se puede aprovechar prácticamente cualquier arco argumental y personaje de los comics, y que el principal público de estas películas son los adultos que crecieron con estos personajes, sería importante que los estudios vieran una oportunidad de negocio, como suelen hacer, para filmar películas en donde se pueda aprovechar la riqueza de estos personajes y se propongan a hacer películas en serio, en especial ahora que la fórmula se percibe agotada.
Cada vez que se ha tomado el riesgo de hacer una buena película, independientemente de que se trate de supehéroes, han tenido excelentes resultados. El caballero de la noche (Nolan, 2008), gran thriller criminal, Guardianes de la Galaxia (Gunn, 2017), como comedia sci-fi, Captain America: The Winter Soldier (Russo & Russo, 2014), thriller de espías, Logan, western y road movie a la vez, son ejemplos de que cualquier tema puede ser usado para contar una buena historia, aunque todo depende de que se reúna a un grupo de personas que compartan una visión, que tengan como objetivo principal hacer un producto de calidad y no solamente una máquina de imprimir dinero, sin preocuparse por cuidar la pureza del público infantil y adolescente.
24.04.17