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Foro 37 | Paterson y la casta poética de Jarmusch

 

por Iranyela López 

 

Dormimos nuestra vida en un letargo sin sueños. Pero nuestra vida, ¿dónde está?¿Dónde está nuestro cuerpo?¿Dónde nuestro espacio?

Perec, Lo infraordinario

 

Narrada en una semana, el prólogo de Paterson inicia con una toma en cenital al momento idílico de una pareja al amanecer, ellos son Paterson (el Adam Driver de While we’re young, 2014) y Laura (Golshifteh Farahani de My sweet pepperland, 2013). La familia en ese hogar ubicado en Paterson, Nueva Jersey, se conforma por ellos y su expresivo bulldog inglés Marvin (Nellie, primer premio en la categoría Palm Dog en Canes, 2016).

El trayecto visual de la fotografía en manos de Frederick Elmes (Blue velvet, de David Lynch, 1986) es dinámica y expresiva, en cierto sentido gestual puesto que junto con la mirada de Paterson avanza y retrocede en los detalles, en el encuadre afectuoso de los objetos y/o las situaciones imprevistas.

La cámara también se resiste en los tiempos suspendidos entre una acción y otra, así como lentos travellings que nos muestran de poco a poco el sitio donde nació William Carlos William, Allen Ginsberg y poetas secretos como el propio Paterson, exmilitar, ahora conductor y colector poético de la ruta 23 de Paterson. Como el rodeo del autobús recorriendo la ciudad, en donde escuchamos enfáticamente el sonido del motor antes de arrancar, y avanzamos siguiendo el trazado y las vibraciones de la calle mientras la cámara se desplaza libremente entre colados sonidos incidentales y el profundo ambiente sonoro que con el timbre en contrapunto, separa los retazos de conversaciones de los pasajeros que suben y bajan del autobús.

Paterson, es un hombre sencillo, de pensamientos profundos y sosegados. En voz de la poética de Ron Padgett nos expresará que “existen tres dimensiones, alto, ancho y profundo como una caja de zapatos, en la que después descubres que existe otra cuarta  dimensión, el tiempo, pero que puede haber más, cinco, seis o siete…” Quizá una referencia directa al cine que se configura más allá de lo que sucede en la pantalla, el espectador se entrega en su alucinación hipnagógica[1] (Virilio, 1998) a las dimensiones de la pantalla pero también deposita parte de su imaginario que relaciona e identifica. Así la dimensión tiempo de la pantalla se disuelve.

Antagónico de su inquieta pareja Laura a quien el encierro hogareño incentiva la monocromática texturización de sus pensamientos narcisistas, que le permiten cuestionarse y redefinirse. Al igual que Paterson, se recrea e identifica en su soledad, pero a diferencia de él, no se deja guiar por las circunstancias de lo que le rodea, ermitaña se reinventa constantemente una nueva y probable ocupación, una acento, un algo que cambie y acentúe el día a día. 

En términos musicales y poéticos, Paterson desacelera el tiempo, acentuando una precisa subordinación del lenguaje de ver y nombrar, los poemas que se configuran  y profundizan lo recién transcurrido en fundidos encadenados entre cada escena, como si el espectador compusiera y releyera junto con Paterson, el ritmo y la textura del filme.

Paterson libera mucho del pasado y la sensibilidad en la vida de Jim Jarmusch director, quien antes de trocarse como cineasta neoyorkino quien vivó en una pequeña ciudad de Ohio, llamada Akron, en donde probablemente, como en Paterson, transcurrían tímidas variaciones en el día a día que lo adiestraron en la observación de los ligeros cambios. Asimismo, durante la adolescencia ejecutó distintos labores como fue trabajar en una fábrica, como taxista e incluso cargador de camiones, entre otros. Aquí cabría hacer un largo  paréntesis para decir que durante sus primeros estudios Jarmusch comenzó como poeta y que en fue uno de los editores de la revista universitaria The Columbia (Auster,  2007).

Siempre hay un asomo poético en la obra de Jarmusch como es el caso de Dead man (1995) en donde se establecen ciertas ecos de William Blake. Ghost Dog: El camino del samurái (1999) que recoge ciertos aforismos a través de la lectura de Hagakure (Tsunemoto Yamamoto, siglo XIX) por parte del personaje principal, un asesino a sueldo. Y en Los límites del control (2009) cita el poema La barca ebria (Le bâteau ivre) de Rimbaud como punto de partida de “una metáfora de un trastorno de los sentidos, una desorientación intencional de la percepción” (Jarmusch). Esto por demostrar algunos referentes citados por el mismo director.

Paterson es un pausa ante un presente fugitivo, una desaceleración. Una contemplación de lo cotidiano que interroga a lo habitual, lo que parece ir tan por su cuenta, tan efímeramente que apenas es perceptible. Puesto que en los gestos y en las acciones domésticas y casuales es donde gravita el verdadero cosmos de cada individuo.

Como una bifurcación borgesiana del tiempo, una parábola de universos, de vidas superpuestas y paralelas, pero diferentes en si mismas que se bifurcan, se cortan o que se ignoran y abarcan imprevistas posibilidades. Como un efecto doppelgänger[2], en donde el doble errabundo de una persona se da manera habitual entre las decisiones emocionales y racionales frente al otro pero también con uno mismo, como el juego de ajedrez de Doc (Bary Shabaka Henley) en el bar en donde el mismo se está dando una paliza. Aquellos otros en los que se ve Paterson reflejado como es la niña poeta, el poeta nipón o el propio William Carlos William, pero también en los propios opuestos que amamos. Un algo entre los deseos y lo que acontece, o hasta en lo que vivimos sin pensar que compartimos.

La ciudad de Paterson puede parecerse a cualquier otra ciudad, si embargo son sus rasgos internos lo que por su singularidad los hace significativos. Como cuando en Mistery train (Jarmusch, 1989), Mitsuko (Youki Kudoh) le pregunta a Jun (Masatoshi Nagase), ¿por qué siempre fotografías hoteles y no todo aquello que ven? Y este le responde “Eso lo tengo en la memoria. Las habitaciones de hotel y los aeropuertos las olvidaré”.

La tónica que como término musical se identifica con la tonalidad de una composición determinada, en este caso el sostén o el tono fundamental de la película son sus sonidos tónicos que tal como Murray Schafer lo detalla son esos sonidos que por lo regular no son escuchados, conscientemente, ligeros e inadvertidos se alisan y nivelan en una sucesión de sonidos habituales que sin embargo influyen de manera omnipresente el comportamiento de los hombres dado que son los creados por su geografía y clima. Como serían los movimientos de sus cascadas, los ritmos en las conversaciones de sus habitantes y hasta las aves e insectos que rodean la casa de Paterson.

“El tiempo sin ningún apoyo  ni centro de gravedad sobre el que sostenerse, se precipita y transcurre imparable” (Byung-chul, 2016). Para Paterson la poesía es una pausa, un sostén o un detenimiento que condensa lo que transcurre destruyendo ese vago sentimiento de que la vida se acelera, cuando en realidad no hay nada que lo haga. Lo fugaz de las circunstancias adquiere un reposo, un anclaje a la sucesión de acontecimientos a fin de evitar su dispersión con el paso de los días. “El tiempo pasa volando y el truco consiste en mantenerse a flote con los días” (Bauman, 2007). Paterson es  una película que le devuelve al tiempo su fuerza de gravedad. Una demora contemplativa a lo imperceptible.

El reposo que Paterson otorga a las cosas, al día a día, a su amor, y hasta a Marvin, se desprende de la rapidez, de su trayectoria flotante y transparente para darle un lugar a la cosificación, una marca profunda a todos los elementos que lo rodean y, por tanto, una “experiencia”. La falta de gravitación hace que la vida sólo se deslice y roce superficialmente lo que acontece, y puesto que nada importa todo adquiere importancia.

A manera de despedida confiesa el propio Jarmusch: “Devora películas nuevas, música, libros, pinturas, fotografías, poemas, sueños, conversaciones intrascendentes, arquitectura, puentes señales de tránsito, árboles, nubes, ríos, luces y sombras. Selecciona para robar solamente aquellas cosas que le hablen directamente a tu alma” (Hertzberg, 2001).

 

13.07.17

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Bibliografía

 

AUSTER, Paul Jim Jarmusch, poeta, La Nación, Buenos Aires 1 de diciembre.

BAUMAN, Zygmunt. Tiempos líquidos: Vivir en una época de la incertidumbre: Ensayo Tus Quets, México D.F., 2007.

BYUNG-CHUL, Han. El aroma del tiempo. Herder, Barcelona, 2016.

PEREC, George, Lo infraordinario, Madrid, Impedimenta, 2008, p 22-25.

HERTZBERG, Ludving, Jim Jarmusch. Interviews, Jackson, University Press of Mississippi, 2001.

VIRILIO, Paul, Estética de la desaparición, Anagrama, Madrid, 1998.

 

Sitios

http://www.jim-jarmusch.net/

 

[1] Del griego hypn sueño y ahogos inducir. Es una alucinación auditiva, visual o táctil que se produce poco antes del inicio del sueño. La palabra expresa una situación de tránsito entre la vigilia y el sueño.

[2] La palabra proviene de doppel, que significa “doble” y gänger “andante”.  

Iranyela López


@Iranyela
Meliflua, desorientada, cloroformizada con la polifonía de las palabras, el aullido del sonido y la hilaridad de los sentidos. Su andar se guía con el trazo cartográfico de sus retinas hacia un punto de fuga.....ver perfil
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