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El Lórax que aligera

por Xidarto P. Legribés


¡Y llegó la apuesta unívoca de la taquilla infantil, por si no sabía qué hacer con su larga semana santísima y de pascua en medio de una tribu de salvajes niños caníbales desocupados!

Querido lector, no he de mentirle, Lórax. En busca de la trúfula perdida puede enervarlo, pero sin duda cumple con lo que promete: ser una opción para los niños más pequeños de la casa, los que gatean, por sus colores y sus texturitas, pero como la película se monta en un entorno apocalíptico, resulta que el niño también debe ser un poco más consciente del valle de lágrimas donde se desenvuelve, ser consciente de hacia dónde va este mundo de alto consumo, presa de los productos inmaculados, del confort total.

Es decir, lector, que si va con su hermanito y/o hijo –y no lo digo porque su hermano tenga que ser su hijo, necesariamente, aunque puede darse y también tendrá derecho ir al cine ese niño–, por un lado (si su invitadito de honor tiene de o a 4 años) tendrá que explicarle cosas que probablemente ni usted comprenda, y por otro (si su invitadito tiene más de 5) tendrá que fletarse su incomodidad frente a las cancioncitas que , ya se sabe, están cada vez más insoportables.

Lo mejor –y déjeme decirle que ni vale la pena que le diga algo de la estructura hecha a partir de flashbacks– es que usted vaya, si gusta, solo o acompañado de alguien de mucha confianza, con o sin buena pierna que lo distraiga de vez en vez; que deje su cerebro descansando; que vaya preparándose para ver lo que podría ser un dulce futuro cercano, no vaya a sorprenderse demasiado; y que se quede boquiabierto, ¿a qué dudarlo?, porque se va a fletar media película tratando de descifrar el acento del singular Lórax, que no es más que acompañamiento de esa fiesta digital, hecha por Chris Renaud y Kyle Balda, animadores consagrados (Mi villano favorito, Toy story 2), y sacada de la pluma y la imaginación superdesarrollada para un niño de tan sólo dos años del muy exitoso y quién sabe por qué respetable Dr. Seuss (padre del Grinch y otros taquillazos infumables pre jardín de niños).

Así es: el acento del Lórax no es otra cosa más que la viva voz del señorón Danny De Vito que, arrojado, también decidió doblarse al español, al francés, al italiano, al sueco y al libanés, todos con un impecable tono de extranjerismo encantador y muchas buenas ediciones de audio, casi imperceptibles.

Al final, tenga cuidado con la moraleja rentable que se atraviesa y, bobalicona, tumba algunas butacas para llegar a usted. Tómela de quien le pone la sala de insoportable y oneroso 3D de su preferencia, con todos los servicios que puede usar sólo durante la película –y un poco antes, y después–.

En serio: pase un buen rato, afine su mostachón (masculino y femenino) y olvídese de lo demás.


30.03.12

Praxedis Razo


Un no le aunque sin hay te voy ni otros textículos que valgan. Este hombre gato quiere escribir de cine sin parar, a sabiendas de que un día llegará a su fin... es lo que más le duele: no revisar todas las películas que querría. Y también es plomero de avanzada. Mayores informes y ofertas al 5522476333. ....ver perfil
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