por Laura Meza

¿Recuerdan esa película de Marvel donde al final en los créditos sale el Capitán América para hablar sobre paciencia y termina por ser graciosa pero también decepcionante? Algo así me pasa con la cinta Green Book (Peter Farrelly, 2018). Subiéndome al mame de las películas nominadas al Óscar, la veo como una entretenida cinta, para nada controversial, sobre el racismo (lo dejo claro al comienzo porque no hay más), donde su mayor virtud sea la actuación de Marhershala Ali, pero no es más que paja para brindarnos un ejercicio condescendiente y complaciente sobre la discriminación racial en el que de repente "voilá!" lo resuelven con un abrazo un poco marthesco como en Batman vs Superman.

Por momentos pensaba que atestiguaba El chofer y la señora Daisy (Bruce Beresford, 1989) pero donde estaba un Morgan Freeman ahora funge un Viggo Mortensen que roza la caricatura al interpretar a un chofer italoamericano.

Entiendo porqué a cierto sector de la crítica o de la audiencia le resulte emotiva pues la cinta es re amable y toma con ligereza el tópico de su trama, pero después de verla simpatizo, con justa razón, con la familia de Don Shirley, quienes no están satisfechos con lo visto en pantalla. Sí, el guión presenta un equilibrio entre fondo y narrativa pero me resulta una película muy problemática. Eliminar los prejuicios requiere mucho más que corrección política y que abracitos, lo cual me revela nuevamente que lo que gusta siempre son aproximaciones que no incomoden, fantasías reaccionarias donde los prejuicios se resolvieron mágicamente... sin embargo eso no necesariamente transforma una realidad donde la brutalidad policiaca y a discriminación siguen siendo vigentes. Si aplicaramos el método Marie Kondo esta definitivamente ni nominación alcanzaba.

24.02.19