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Del arte de la reconstrucción oral: El lugar más pequeƱo


por Alejandro Moreno Novelo
@qpuedesverfilm


Éste viernes 30 de marzo se presentó ante los espectadores cinematográficos mexicanos uno de los más galardonados filmes documentales en tiempos recientes, la ópera prima de Tatiana Huezo, El lugar más pequeƱo (2011).

Huezo busca la reconstrucción multi-vocal de una memoria del sufrimiento, del terror y de la regeneración, de la esperanza. Se trata de un documental sub-ensayístico que busca posar nuestras miradas y escuchas sobre Cinquera, poblado entre piedras y pacayas en el centro-norte de El Salvador.

El lugar más pequeƱo, Cinquera, población no mayor a los 1,500 habitantes, es escrutado a detalle por una lente todo observadora. Una demostración vastísima del paisaje montaƱoso, cavernoso y acuífero que acuƱa y guarda como libre vigilante, relatos de un éxodo y un genocidio brutal "a escala". A pesar de esto, la eminente labor cinefotográfica (de Ernesto Pardo) se ve cautivada y avasallada por el tejido hablado de los testimonios evocativos de un tiempo no menos trágico que el que vivimos en nuestro propio territorio.

Dicho entramado verbal-sonoro es paralelamente la raíz, base estructural, propuesta narrativa, propuesta diferencial de otros documentales y quizá el más terrible de los enemigos del propio filme. Tras una introducción alegórica-frontal de lo que la guerra dejó; de los exiliados que volvieron a Cinquera para reconstruir sus ilusiones intimas y poner en pie un poblado ā€“su pobladoā€“, que más que honrarles con un futuro mejor, busca la memoria dignificada de aquellos que ya no están; sobreviene en la forma fílmica una especie de bifurcación. En ésta, sí, se ennoblece y acompaƱa el versar humano de Nueva Cinquera pero se abandona el discurso propio de la imagen fílmica para convertirse en apenas poco más que un retrato de la cotidianidad normalizada y el hermoso entorno natural.

La dislocación entre la imagen y el sonido que en este caso es mayormente voz/voces -a pesar de un destacable trabajo de Lena Esquenaziā€“ es quizá no tan obvia, dura y en absoluto permanente en la totalidad de la película, sin embargo, se vuelve notoria bajo contraste. Escenas y secuencias en las que el rememorar de los personajes, su lucha y sobrevivencia, ven acentuadas su potencia de invocación al armonizar con la propuesta narrativa: reproducción a tiempo diferido, retrato ultra-próximo y acompaƱamiento fraternal entre lóbregas cavernas de la memoria. Dicha potenciación es resultado de un notorio proceso de meditación fílmica concisa que se banaliza con la insistencia de incluir muchos detalles de los relatores, de pronto demasiados. El resultado es una duración del filme prolongada más allá de lo estrictamente necesario para dimensionarles como individuos, generando a lapsos más hastío que identificación.

En este punto es donde surge una idea más allá del evento fílmico. Los documentales activistas, lamentablemente, suelen conformarse con el gran mérito de llegar a salas comerciales, considerando esto como meta-objetivo final al poder establecer contacto con una audiencia que al conocerlos ā€œcambiará su modo de pensarā€ (y actuar) ante eventos como éste en Centro América (o en cualquier otra región). Falsa premisa, pues aunque no nos agrade saberlo, el hecho de la exhibición cinematográfica suele tener por público cautivo a un público pasivo que terriblemente suele desechar el producto observado si éste no le ha entretenido o impactado lo suficiente.

Dada la algidez e importancia que las lecciones de la guerrilla salvadoreƱa portentan más allá de sus fronteras territoriales y del cuidado extremo con el que Huezo y su equipo han buscado desentraƱar los relatos de esta diminuta región, podría -y debería- darse un paso más allá de la demostración en las salas de proyección. Esto permitiría no solo ampliar el rango de espectadores si no profundizar en el esfuerzo creativo, de recopilación y reflexión sobre un evento que no es aún una simple parte del pasado histórico latinoamericano, que nos es lejano geográfica o socialmente, sino un rutilante espejo del futuro mexicano.

Pero, al menos, la oportunidad para poder presenciar con ojos y oídos atentos y perseverantes El lugar más pequeƱo ya está aquí. Ocasión no sólo de admirar un destacado estreno más en la cartelera, sino un filme que nos permite apreciar a través de esta ventana, quizá aterradora y no directamente edificante, una reflexión hermanada sobre lo que la ignorancia, el odio insensato, la irrefrenable mezquindad -de gobiernos sórdidos- dejan para el desarrollo de una sociedad. Al tiempo que posibilita presenciar cómo es que aún en esos frágiles resquicios de humanidad se puede volver, reagruparse aún uno solo consigo mismo y percibir la más nimia miga de luz necesaria para divisar el camino y seguir.

31.03.12


Mr. FILME


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