por Susana Pedroza
Usualmente la noche en el cine significa —en muchos de los casos— el terror y lo fantasmagórico, seguido por el misterio y finalmente por el amor. Para Lautaro García Candela, crítico y cineasta argentino, ésta representa en su ópera prima Te quiero tanto que no sé (Argentina, 2019) la nostalgia de una juventud sumergida entre trova y pop.
El largometraje relata una noche en la vida de Francisco, quien al ver a Paula de nuevo —una amiga por la que siente un interés especial— pretende invitarla a salir. Sin embargo, debido a la timidez de mandarle un mensaje, nuestro protagonista deambula por la ciudad buscándola por medio de imágenes fijas en sus redes sociales.
El realizador toma a Francisco (interpretado por Matías Marra) como conductor para develar el desarrollo de la historia y las metas de los personajes, en las que pronto surgen situaciones espontáneas que modifican el trascurso de la película. Su importancia radica en las inquietudes y aficiones de una juventud contemporánea tales como el amor, fiestas, las citas express y la comunicación digital. No obstante el protagonista persigue un encuentro como persigue el futuro y lo busca sin saber por dónde empezar, para más tarde dejarse llevar por la noche sin atreverse a cuestionarla.
El lenguaje visual de Te quiero tanto que no sé es preciso cuando representa la incertidumbre constante que se plantea el el personaje y también el argumento. Combina las luces y el sonido con el humor de los personajes —principalmente filmados en planos generales— brindando una sensación de libertad.
García Candela trasforma la película desde una road movie hasta un auténtico musical. Destaca su originalidad en lo efectiva de su banda sonora que parte con la melodiosa rebeldía de Silvio Rodriguez seguida por la guitarra de José Feliciano, la locura de Sui Generis y las letras melancólicas de Fito Páez, entre otros artistas, logrando consolidar la bohemia presente de una noche reflexiva, interpretada por un ubicuo e irónico trovador en las calles.
Te quiero tanto que no sé aflora en la nostalgia y desesperación de la búsqueda de una vida autosuficiente. Guarda su encanto no sólo en el romanticismo de la madrugada sino que más bien incita a soñar con la simpleza de una canción y a trasnochar en la espera de un nuevo día.
12.05.20