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Después de Lucía

El poder de lo mediano


Después de Lucía (2012), el más reciente orgullo nacional, también se presentó en el BFI London Film Festival, y la crítica británica ya tuvo la oportunidad de observar el trabajo del mexicano que tan buena impresión dejó en Francia. Nuestro hombre en la niebla corrió emocionado a la exhibición de este largometraje que el compatriota Franco presenta en el marco del evento cinematográfico más importante del Reino Unido. He aquí las impresiones.


por Julio César Durán


Michel Franco, producido ésta vez por Lemon Films y Lucía Films, desarrolla una manera de realización bastante similar a la que nos dejó ver en su ópera prima Daniel y Ana (2009), a partir de una forma de producción que se antoja hermanar a la escuela desarrollada por Reygadas, Escalante y compañía, pero esta vez se atasca sin miramientos en un estatismo visual muy bien planeado aunque puede ser plano para una gran parte de los espectadores.

Después de Lucía es un cuentito bastante simple, no así las consecuencias dramáticas que trae consigo la pieza. Ale, una tierna adolescente de Puerto Vallarta, y su padre sufren por la reciente muerte –en un accidente automovilístico en el que la primera participó– de Lucía, la madre. Tras el horrible acontecimiento, más tarde mostrado en un clip de video que parece sacado de youtube, los dos protagonistas viajan de su hogar a la capital mexicana para continuar con sus vidas en un ambiente distinto. La chavita encontrará nueva escuela, nuevos amigos y nuevas experiencias. Entre otras, Ale tiene un encuentro sexual con un compañero de clase que es grabado por celular y más tarde viralizado entre la comunidad, punto de partida para el sádico bullying constante y progresivo que sufrirá la joven.

Así queda el contenido, que ni terminará en moraleja (afortunadamente), pero que tampoco apelará a mantenerse como una historia relevante o crucial para algún espectador común, algún cinéfilo, o un simple curioso que se tope con la película en una sala. La simpleza del argumento se agradece, pero se nota el vacío que hay debajo de ella, pues ni se trata –no porque sea obligación de una obra de arte serlo– de una condena o llamado al peligro de las actitudes entre los niños y adolescentes (de buena posición económica en este caso), ni de la causante para perfilar personajes interesantes que “ensayen” sobre algún resquicio de la condición humana: se trata, sin más ni más, de un pretexto para realizar una película.

La forma es otra cosa bastante distinta. Michel Franco muestra el gran ojo que ya tiene como director y fabrica su película con una calidad técnica increíble. El filme entero está hecho con planos fijos, uno tras de otro, trátese de planosecuencias o trátese de escenas con su plano de establecimiento, plano general y su respectivo close-up (en ese orden). Todos los encuadres son perfectos y no se desperdicia a ningún actor, ningún movimiento o ningún ángulo, sin embargo la monotonía y la repetición del estilo pueden tornar aburrido el filme.

El resultado final de este joven maestro del cine mexicano, que hasta ahora ha demostrado ser un gran técnico del séptimo arte, es una película absolutamente mediana, sin ningún relieve, que no deja nada más al espectador que, incluso, un buen rato (porque eso sí, las torturas que Ale sufre entretienen). Después de Lucía es una obra que muestra el desconocimiento que los realizadores tienen de su propio contexto político-cultural, y sí dejan fuera las interesantes aristas que toda una generación (ya sea de clase baja, media o alta en México) está mostrando en la actualidad. Franco no presenta más que personajes de telenovela en escenarios de telenovela, pero pretende hacerlos interesantes agregándoles una situación límite que no termina por redondear.

El segundo largometraje de Michel Franco no llega a la emoción de una mala película ni al placer de una gran obra. Vale la pena verlo por su forma de ser y lo que puede decirnos del momento que actualmente atraviesa el cine mexicano, pero permítame decirle, querido lector, que se queda deliberadamente en la gris normalidad, al igual que su poster promocional. Por conclusión cualquiera premiará el formalismo de la película, lo cual denota, por todos lados, el contraste con su contenido, bastante pobre.


17.10.12



Julio César Durán


@Jools_Duran
Filósofo, esteta, investigador e intento de cineasta. Después de estudiar filosofía y cine, y vagar de manera "ilegal" por el mundo, decide regresar a México-Tenochtitlan (su ciudad natal), para ofrecer sus servicios en las....ver perfil
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