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Ornette Coleman: Made in America

por Adriana Bellamy

Uno de los objetivos principales del festival Ambulante, además de mostrar lo más reciente del cine documental, ha sido la exhibición de materiales realizados por los grandes creadores dentro de este ámbito. Entre los aspectos más sobresalientes se encuentra la recuperación y restauración de algunas obras clave en la historia del cine de vanguardia. Tal es el caso de Ornette: Made in America (1985) último largometraje de una de las autoras más importantes del New American Cinema: Shirley Clarke.

El eje introductorio es la visita de Coleman, en 1984, a su suelo natal Fort Worth, Texas y la presentación de su obra “Skies of America†en el Centro de Convenciones de esa ciudad. Sin embargo, desde las primeras imágenes, el espectador percibe que este documental, más que ser un retrato meticuloso y lineal de la vida y obra de Coleman, celebra un complejo universo musical que transformó de manera tajante la historia del jazz.

Clarke intercala entrevistas, videos experimentales, registros de presentaciones en vivo, materiales televisivos así como reconstrucciones de varios momentos importantes de la infancia de Coleman (por ejemplo, en las imágenes de un pequeño con su saxofón mientras camina a lo largo de las vías del tren). La directora nos introduce a los distintos paisajes que formaron parte de la génesis musical de Coleman —autodidacta y cercano a la tradición rural del folk blues— y a sus reflexiones sobre la composición y creación de un nuevo estilo que se convertiría en parte distintiva de la revolución musical conocida como free jazz (concepto que aparece por primera vez en el disco representativo del mismo nombre del año de 1960). Desde el inicio del filme, mediante un dispositivo que proyecta títulos electrónicos, se nos presentan algunos sucesos y personajes relacionados con el proceso artístico de Coleman: miembros de su banda como Charlie Haden y su propio hijo Denardo Coleman, y su encuentro con destacadas figuras de la escena de los años 60 y 70 como William Burroughs, Buckminster Fuller o George Russell. Además de Fort Worth, otro espacio crucial en la película es Nueva York, ciudad a la que llega Coleman en 1959 y que marcó el efecto de choque que causaría en la escena musical.

En Ornette, Shirley Clarke mantiene la vena estilística y formal propia de la vanguardia norteamericana para consolidar un proyecto que tardó veinte años en concluir. Alejada de cualquier estructura cronológica o narrativa ortodoxa, esta directora desvela ecos de su búsqueda expresiva presente en filmes como The Connection (1961) y The Cool World (1963) o en sus primeras incursiones en el documental como el filme sobre el poeta Robert Frost (1963). Discípula de Hans Richter y parte constitutiva de esa tradición experimental, Clarke decide aproximarse a la figura de Coleman a partir una orquestación musical de las imágenes cinematográficas.

A través de un manejo dinámico de la cámara (paneos circulares apresurados, impresionantes contrapicados de la ciudad de Nueva York como en el encuadre de las hoy desaparecidas Torres Gemelas, top-shots simbólicos del pequeño Coleman caminando hasta convertirse en un joven, etc.) y una edición vertiginosa (con planos yuxtapuestos y secuencias psicodélicas) Clarke crea un caleidoscopio visual en un intento por emular, mediante el lenguaje fílmico, el estilo, la tonalidad y libertad armónica de la música de Coleman. Como ella misma expone en las declaraciones sobre la realización del filme, Clarke concibió la forma general de la película una vez que completó el diseño sonoro, el cual se basa en la música de este autor, principalmente en la obra “Skies of Americaâ€.

Así, al ritmo de las teorías de este controversial y, para muchos, incomprensible genio musical —como podemos apreciar en las escenas donde explica su exploración de la atonalidad y los diversos modos de improvisación, en su exposición del conocido sistema armolódico, en el que toda armonía es determinada sólo por la línea melódica o en su relación creadora con el domo geodésico de Buckminster Fuller— Shirley Clarke se separa de cierta tradición del cine documental para crear un cine de sensaciones visuales y sonoras que se convierte en la anti-biografía perfecta.

Para ver el calendario de exhibición de esta película en AMBULANTE, da click aquí.

22.02.13



Adriana Bellamy



Maestra en Literatura Comparada y Licenciada en Letras Inglesas por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Se desempeña como conductora del Cine-Análisis en la División de Educación Continua de la Facultad de Psicología de la UNAM, ha sido docente en la Facultad de Filosofía y Letras y sus áreas de....ver perfil
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