El cine como retrato de vida
por Pamela Torres.
Filme de aproximadamente 1:45min que forma parte del programa de la Quincena de Realizadores, Un voyageur (2013), me hizo reír, llorar, pensar, pensar en el cine como una forma de vida, sin restricciones, en las buenas y en las malas, el cine, dice Marcel Ophüls –contemporáneo e inspiración de la Nouvelle Vauge, vástago del legendario realizador germano, Max Ophüls–, existe para eso, para hacer reír, llorar, pensar.
Se trata de un documento visual, una película autobiográfica que rememora tanto suicidios, como viejos amores, pequeñas guerras mentales, alguna guerra mundial. Un documental que nos recuerda que la vida es hermosa, casi infinita cuando se hace lo que se ama.
Filme para aquellos nostálgicos del cine negro hollywodense, de la nueva ola francesa; para aquellos que inician, que creen que llegaran alto, para aquellos que no lo han hecho aún. Para aprender, para ganarse una sonrisa, y ¿porque no?, anhelarse así en un futuro, para aquellos que por el cine y con él existimos.
Ophüls nos deja un filme que forma, que guía; divertido y nostálgico, narcisista. Documental histórico, de archivo cinematográfico. Nos deja el retrato de su vida y el cine; del cine, su vida.
por Gabriela Sandoval
El filme de Ryan Coogler, presente en la sección Una Cierta Mirada, narra un día en la vida de Oscar Grant, quien recientemente se ha quedado sin trabajo, su novia ya no confía en él y su madre, cuyo cumpleaños es en la misma jornada, se ha cansado de la problemática vida que ha llevado Oscar hasta el momento. Si eso no parece suficientemente caótico para un chico que apenas tiene 22 años, él tiene que, además de todo, sacar adelante a su hija de cuatro años. Será precisamente en el vórtice de toda esta locura que nuestro protagonista ha decido reivindicarse con las mujeres que lo rodean (justo la víspera de año nuevo), pero un mal presentimiento se va apoderando del universo en el que está inmerso.
Fruitvale station (2013) a pesar de tener notables aciertos estéticos, deja un hueco en la parte narrativa, la cual nunca llega a sostenerse por completo, pues el tono melodramático que empieza a adquirir mientras va avanzando la historia y la para nada sutil intención de querer generar empatía en el espectador hacia el personaje principal, cuyo carácter es sólo un esbozo de lo que pudo haberse convertido en un personaje memorable, hacen que la cinta vaya perdiendo frescura y se convierte en otro de tantos melodramas que por poco llegan a ser prescindibles. Sin embargo debo admitir que los últimos veinte minutos de la película son uno de esos notables aciertos que ya antes mencionaba y que hace que valga la pena verla de principio a fin.
por Julio César Durán
Tras el hitazo internacional que supuso Una separación (2011), donde el mundo notaba una apertura de la tradición/cultura/vida del medio oriente y más aún, el Irán contemporáneo sin fetiche ni exotismo ni xenofobia, Asghar Farhadi regresa un poco más melodramático que antes, pero sin perder su fuerza visual con Le pasée (2013), coproducción franco-iraní que se encuentra en compitiendo en la selección oficial del Festival.
El director continúa con su preferencia por el medium shot, con el que nos va a poner en medio de un triángulo en construcción (y melancólica destrucción también) entre la bella pero histérica Marie (Bérénice Bejo), su segundo ex esposo Ahmad (el todo comprensivo Ali Mosaffa) y la nueva pareja, Samir (el gran profeta Tahar Rahim), incluídos también las dos hijas de ella y el pequeño retoño del último. Con esta moderna familia francesa de origen iraní, Farhadi nos pone como testigos presenciales en el ir y venir, más los giros de tuerca de una historia que pretende comenzar únicamente con la firma de un divorcio, y termina siendo el gran drama de aceptación, amor/desamor, suicidios y choques generacionales.
La descripción anterior es bastante simple para lo que la película muestra por sí misma, sin embargo nos da un mapa general de esta familia cuya complejidad va más allá de entenderse distintos en tierras con maneras diferentes de vivir (al menos a la que les es propia por cultura originaria), y que termina estructurando una historia de manera original, sin ninguna formalidad protocolaria del guión convencional. La historia se deja ir tranquilamente, sobriamente, pero con intensidad emocional suficiente para mantenernos a la expectativa durante las dos horas en que transcurre nuestra visita al hogar de estos (complejos y tan humanos que casi podemos tocarlos) personajes.
Le pasée (en castellano literalmente El pasado), se basa en los recuerdos así como en las acciones que siempre permanecen. Intenciones y decisiones que son causas y consecuencias de conflictos, de búsquedas personales, de desencuentros. Con elementos que sirven a manera de filtros (llámese ventanas y todo tipo de cristales), nos vamos a colar poco a poco al presente de los protagonistas, desde donde, con maestría (sin llegar a alcanzar lo notable de su anterior filme, sin embargo), el realizador nos muestra su historia personal, pero más importante, lo que sienten, piensan y viven.
Hasta ahora, al lado de la otra francófona (Jeune et Joli, 2013), es de lo más decente que se ha podido ver por parte de la competencia, sin embargo muy pronto llegan los riquísimos golpes del oriente lejano.
19.05.13