por Fernando García

En el 2006 tuve la oportunidad de ver Noticias Lejanas (2005), ópera prima de Ricardo Benet, en el Festival Internacional de Cine de San Francisco. La película tuvo una excelente recepción por parte del público, el cual la relacionó con Tarkovsky y elogió también la belleza de su cinematografía. Pensé que tenía enfrente a un gran director, quien, con una sensibilidad única logró retratar un tema poco común en el cine mexicano como lo es la migración dentro del mismo México.

Siete años después esperé con gran entusiasmo su nueva película. Desde que se anunció que se encontraba en rodaje leí con extrañeza que entre el elenco se encontraba Lucy Liu y se trataba acerca de la vida de los migrantes en la ciudad de Nueva York. Pensé entonces que Lucy Liu podría ser una inmigrante del continente asiático que serviría de contrapunto para la historia que Benet contaría.

Desafortunadamente Nómadas (2012) es una historia híbrida pero completamente disonante. Es una mezcla que en papel suena fantástica, innovadora y atractiva pero que en la ejecución se fue por la vereda y se perdió en el horizonte.

Antes de proseguir, quisiera recalcar que Benet tiene una gran sensibilidad para adentrarse a la problemática del personaje. Para mí, Nómadas tenía la intención de ser una película coral, pero se vio distraída por la falsa idea de vender al espectador una historia de amor entre Tenoch Huerta y Lucy Liu. Los personajes secundarios en este largometraje son mucho más interesantes que los momentos incómodos en que Lucy Liu sobreactúa nerviosismo e interés hacia Tenoch.

Tal vez fue una cuestión de lenguaje entre la actriz y el director o tal vez la prueba fehaciente de que Lucy Liu es pésima intérprete, pero los momentos en cámara de la actriz son torpes y obvios. Mira fijamente hacia la nada para parecer inmersa en sus pensamientos y así dar a entender que se encuentra perturbada. La manera en que entrega los diálogos son sosos y carentes de inflexión, mucho menos cargados de alguna intención emocional.

Aunado a esto se encuentra lo que parece ser más importante de analizar: la cámara. En Nómadas nos encontramos con una cámara agobiante. Benet decidió utilizar la cámara en mano, pero yo no logro entender la razón o el porqué de esa cámara en mano tan particular.

La cámara deambula por la escena de forma singular. Entra desde lo lejos hasta donde se encuentran los personajes como si quisiera atribuirle una personalidad. La idea, repito es interesante y la comparto pero hasta cierto punto, sin embargo en esta ocasión pareciera que la cámara está siendo dirigida por un borracho a punto del desmayo.

Aunque hay que aclarar que durante los primeros 10 minutos es sumamente interesante, después de este tiempo se vuelve exhaustivo el estar buscando algo pero no encontrar nada. Esto hace que película pierda el ritmo natural propio de toda obra cinematográfica, pues constantemente el espectador está pensando en esa cámara inquietante que sería excelente para un filme de suspenso pero no, en este caso, para un drama existencial.

Por otro lado, sin duda tiene cierto carácter que es propio del director y que me gustaría seguir viendo con el paso del tiempo. Creo que Benet debería dejar a un lado las pretensiones del estilo y dejar que los actores actúen (valga la redundancia) y llenen la cámara por ellos mismos. De lo contrario se pone al espectador en un campo de batalla y sin saber a quién ponerle atención, si al actor o al realizador.

Nómadas fue un gran paso para Benet y espero que sigamos viendo más películas de él. Tal vez sea prudente regresar a México y navegar en aguas conocidas donde la delicadeza de sus diálogos y lo profundo de sus cuestiones se vean agraciados por la sencillez tal y como en su ópera prima.

03.09.13