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Diente por diente y el cine negro mexicano


por Enrique Ángel González Cuevas

 

El género negro a la mexicana tiene tradición. Se trata de historias policiacas con un fuerte contenido de crítica social bañada de un humor, por supuesto, negro. Aunque en la literatura es donde ha encontrado su mejor formulación (recordemos solamente nombres como Rafael Bernal, Taibo II o Juan Hernández Luna) en el cine podemos encontrar ejemplos cercanos y muchísimo menos logrados como Todo el poder (Sariñana, 2000) y Asesino en serio (Urrutia, 2002). Ahora le toca el turno de contribuir en esta larga tradición al debutante (como director) Miguel Bonilla con Diente por diente (2012).

Bonilla anda por caminos ya andados, parodiando lo que sea ha parodiado mil veces y criticando la realidad más criticable y criticada, la nuestra. ¿Cuál es la aportación entonces? Sin duda podría haber sido el papel, o culpa, de los medios de comunicación en el problema de la seguridad. Kramsky, el protagonista de la película, trabaja en un periódico de nota roja que se alimenta de la violencia y la inseguridad. No obstante, la crítica queda pálida. Por un lado, los verdaderos medios de comunicación que podrían cargar culpa (las televisoras y periódicos que se hacen pasar por serios y objetivos), permanecen prácticamente intocados en la película. Por otra parte, parece injusta y fuera de lugar la caricaturización que se hace del mundo de la nota roja. El periódico donde trabaja Kramsky, el Alarido, obvia y triste referencia del legendario semanario Alarma!, cuyo lema no en vano es Únicamente la verdad, parece olvidar el rigor que rige en muchos de estos tipos de periódico, pues por ejemplo el Alarma! nunca presenta información que no esté sustentada en actas de la policía (la honestidad de estas actas ya es otra cosa). El gran problema de la sociedad con la nota roja no es la manipulación de la información, como sostiene la película, sino el regodeo en el impacto de las fotografías y la falta de respeto hacia las personas tristemente implicadas en este tipo de noticia, amén de que se usa a la nota roja para distraer de otro tipo de noticas más incomodas para el poder. A Bonilla, pues, se le confunde el Alarma! con el Semanario de lo Insólito y el penoso periodismo de El Gráfico. Ninguna de estas tres publicaciones es lo mismo.

Quizá el protagonista que interpreta Alfonso Borbolla sea el problema. Justiciero que no hace ni pretende hacer justicia, sus actos no parecen ser proporcionales a sus motivaciones. Débil sombra de Raskólnikov a momentos, lo ataca una culpa que fácilmente viene y se va. Kramsky resulta un personaje plano. Incapaz de generar empatía más allá del socorridísimo recurso de quejarse de lo mismo que nos quejamos nosotros.

La película tiene también puntos favorables. Los ambientes de la película son lo más logrado, con una ciudad la mayoría de las veces oscura y solitaria, dotada de un aire amenazante, e interiores pobres y descuidados que concuerdan con la mediocridad de los personajes que los habitan o trabajan en ellos. Las actuaciones son buenas (Borbolla, Ripoll, Becerril, Cobos), lo actuado no tanto.

Mundo kafkiano que acaba en cábula. La crítica de la película no alcanza a señalar problema o culpable (tal vez no es la intención). El humor irregular va del pastelazo al chiste forzado sin imprimir un estilo general a la película.

Los amantes del género negro difícilmente la verán con agrado. Algo parecido les pasará a quienes gustan de una comedia más sutil o un cine francamente crítico. El resto del público seguramente la disfrutará, dándole oportunidad a Bonilla de continuar creciendo con su siguiente película.

Finalmente, Diente por diente nos permite preguntarnos ¿qué está fallando en el cine negro mexicano?, ¿cuál es la lección que no ha podido aprender a la literatura negra nacional? Yo supongo que la respuesta es sencilla. La gran novela negra mexicana (y hay mucha mala no lo niego) no busca complacer al gran público sino hacer una representación artística (y no necesariamente realista) del crimen y la sociedad donde se produce. En la literatura el humor ha servido a esta representación. El cine ha buscado más la simpatía del público (por medio del humor), y toma al crimen, la corrupción, etc., como cosas dadas, por todos entendidas plenamente y como fenómenos que no hay necesidad de problematizar. Este tipo de cine ha descuidado la representación artística (y con ella el tratamiento profundo) del lado negro de nuestra sociedad.

 

05.09.13



Enrique Ángel González Cuevas


@chontourette
Ciudad de México, 1986. Maestrando en Filosofía y ginecólogo paranormalista. Es entusiasta de la obra de Arthur Schopenhauer, así como cuentista y fan de la cultura zombi.
Tiene el sindrome tourette y nunca pone de acuerdo a sus ello, yo y súp....ver perfil
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