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Oaxaca: relatos noir de un festival de cine

por Gregorio Lywer

 

Primera parte: De camino al califato de Oaxaca (breve canto popular).

Oaxaca es como un jazz alocado, por eso le dedico estas letras absurdas, mi nombre es Gregorio y la noche es mi hermana lasciva. Soy el único despierto en el autobús, un autobús de media noche, un autobús que cruza la Nada y se dirige hacia la mítica Oaxaca, pueblo natal del Juárez-boy y del cuenta cuentos mágicos Andrés Henestrosa aka Tío Gamboin.

Mis pensamientos son lluvia (into the mouth of Darkness), como en El corazón de las Tinieblas de Conrad, unas tinieblas ajenas y prestadas. El camión es un barco que se mueve dentro del mar lluvioso de la noche, la noche como una vagina del pensamiento abstracto. Qué sé yo, estoy divagando. Charlo a lo lejos, desde dentro de mí, con la musa ebria, pequeña bribona de mis meditaciones, delicada diosa a punto de perder el trono de mi mente; mi mente es un templo al que no siempre le permito entrar a los peregrinos sedientos.

La noche siempre es un recorrido por sí misma, Oaxaca es un recorrido del pensamiento por sí misma. Soy un ignorante, nada sé, nada entiendo. Otras veces duermo y sueño que viajo sobre carreteras infinitas que no llevan a ningún lado, que me conducen a la Nada más deliciosa de la mirada, la última visión. El cine del no-ser en su estado más puro. Ahora viajo en una nave intergaláctica del sin sentido e imagino que sueño un sueño donde, desde una cama irreal, tirado a tu lado, derrotado de amor bajo tus caderas, me sueño viajando. Pero tu aliento sobre mi cuello esta noche no habrá de despertarme. Eres otra musa del Olvido, otra visión estantigua del gran cinematógrafo del recuerdo. Oaxaca es como una mujer que me abraza, es una falda a la cual llegar. Oaxaca es un sueño sin ataduras, pronto habrá de olvidarme. Una ciudad que me abre los ojos (piernas) mientras me observa llegar.

Segunda parte: De películas y visiones.

Perdonen los disparates arribas escritos, sucede que antes de entrar en materia quería iniciar con una serie de ideas que me llegaron a la cabeza mientras abordaba un guajoloyet con destino a Oaxaca de Juárez, por eso el motivo de mis anteriores pensamiento; mis reflexiones todas bien ácidotas, como en el corto medio malhecho de Kenneth Fenstein, Inside the third ring (Singapur/China, 2013).

Desde mi llegada al festival he intentado pasar de incógnito, escondiéndome entre las sombras como un ser deforme y corrompido. No es por mi cuerpo por lo que me avergüenzo sino por mi alma retorcida, pues tengo dos adicciones enfermizas que se han conjugado en esta ciudad cachonda y profética: el cine y el mezcal.

Llegué a hos-pedarme a un hotel de nombre “Los labios de la diabla bronceada” (o quizás no se llama así) ubicado en la zona de tolerancia de Oaxaca de Juárez, al otro lado de la central de abastos. Un encantador lugar de cuartos olor a incienso y sábanas húmedas como los besos estáticos de la susodicha.

El primer día intenté ver unos cortometrajes mexicanos quesque hasta habían ido a Cannes, pero nada. Fueron una decepción perfectamente olvidable, sobre todo casos en los que uno esperaba más, como en Contrafábula de una niña Disecada (2012) de Alejandro Iglesias y Paradisio (2013) de Rodrigo Ruíz Patterson. Trabajos que están chidos para titularse pero en eso se quedan, en trabajos de “colegialos”, aburridos y pretenciosos, paraísos disecados en sí mismos.

Del poco cine “azteca” que me interesó por acá, destaco el psicodélico film del norteño loco Bernardo De Urquidi, intitulado 2PorUno (2012). Una película que si bien por sí misma representa un insulto al cine y al buen gusto, además de ser una total basura, al mismo tiempo está poca madre. Es una pieza excéntrica que deberían ver todos, la recomiendo ampliamente después de unos mezcalazos y unas fumadas de weed o de hachís. Seguro el director andaba fumando “Meth” cuando la filmó.

Otra obra mexicana con la que quedé bastante satisfecho fue The Wend (2013) del animador independiente Daniel Farah. Muy interesante visión abstracta del ser humano y del caótico mundo que nos rodea.

Una buena cinta para tomarse en cuenta en este festival es Picas (Pizzas, 2012), realizada en Latvia por la directora Laila Pakalnina. La película trata de dos estúpidos que hacen pizzas excéntricas e irreales en un futuro frenético y corrompido que en realidad se parece mucho a nuestro contexto actual.

Para cerrar quiero recomendar el documental ÖDLAND (2013), realizado por una hermosa valkiria llegada desde Deutschland, la sencilla pero compleja Anne Kodura. Esta película es una conmovedora mirada que indaga en torno a unos niños, hijos de refugiados de medioriente, que habitan en una zona (territorio baldío), fuera de la sociedad y la supuesta democracia moderna. Además este documental tiene una buena rola de reggae music.

Después de ver tanto cine, ya sea bueno o malo, es bueno salir de un complejo de Cinemex a eso de las 12:00 de la noche y regresar brincando entre charcos, fumando hierba, pensando en cine y en tus piernas desnudas, admirando en el cielo los tatuajes de la noche oaxaqueña, mientras uno se dirige hacia su hotel imaginario. Hotel sin puertas pero lleno de ojos.

 

25.09.13

Gregorio Lywer


@GregorioLywer
Nació en la Nada de un barrio proletario cualquiera, hacia la Nada se dirige. Soy un lector de abismos y un soñador de vacíos fuera de servicio. Vivo en el delirio perpetuo, entre las sombras del caos citadino y las ris....ver perfil
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