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Mosca

Mosca: el ahora y el mañana

por Arantxa Sánchez

Los 19 años: pura locura, rock and roll, la fiesta, los amigos y el amor. A esa edad nadie piensa qué pasará después, qué caminos se habrán recorrido y qué decisiones se habrán tomado. Óscar Torres Lara, el Mosca, nunca caviló sobre eso: en el barrio de Santa María de Guadalupe no había tiempo, ¿qué más daba? La vida era larga, las experiencias eran cortas.

Mosca (2011) es un documental mexicano dirigido por Bulmaro Osornio que, a partir de sus experiencias en el barrio que lo vio crecer, se adentra en la vida de Óscar, el Mosca, un amigo de la infancia que, para bien o para mal, representa lo que vivió y lo que vivirá la generación de los años 80.

El Mosca es ahora un taxista que trabaja de noche, tiene dos hijas, es viudo, nunca ha salido del barrio y día tras día repite la misma dinámica: mediar con los sentimientos acumulados desde la muerte de su esposa, convivir y educar a sus dos hijas y salir adelante, como cualquier padre de familia, para tratar de construir un futuro más solido.

¿Qué pasó con la juventud de los amigos y el rechazo, por un momento, de la incertidumbre? Ni el Mosca lo sabe. A través de la unión de grabaciones que Bulmaro recopiló cuando él y el Mosca eran jóvenes, teje una historia que explora la visión de la perdida, el duelo, la nostalgia y la irresolución de la vida que da lo que menos se espera.

Escrita y dirigida por Osornio, la realización del filme atravesó distintos procesos de acercamiento y asimilación con un recorrido constante del día a día de Óscar, Mitzi y la pequeña Teresa, con particularidades que bien podrían definir a la familia mexicana promedio: los domingos de ir al mercado, sentarse a comer, reunirse con los amigos de la infancia a echarse una cerveza, llevar a las hijas a la escuela….Así, estas particularidades logran una reflexión general, más precisa y exacta de lo que implican los cambios, lo imprevisible y la responsabilidad por medio de una filmación que hace a un lado la espectacularidad para apropiarse de una visión intimista en donde el director dialoga, incita y hace un doble juego de presencia y no presencia en la vida de esta familia.

Por momentos, pareciera que Osornio es un pasajero invisible en el taxi de Óscar, un papá invisible que también lleva a su hija a la escuela, un amigo invisible que también toma cerveza, ríe y bromea: en Mosca hay una sinceridad latente, una virtud que pocas veces se puede obtener en un filme y que logra una manufactura destacada.

Los espacios que se recorren son diversos: la ciudad de México en todo su esplendor nocturno, los barrios y las colonias que deambulan en los limites del Estado de México, con toda su jerga, sus dinámicas, toda la vivencia que se implementó con la fuerza del paso de los años y que es retomado en la fotografía de Gerardo Barroso Alcalá y el propio Osornio.

Por su lado, el diseño sonoro en manos de Axel Mishael Muñoz implementa una narración que genera un dejo de nostalgia, a las atmosferas de la noche y la madrugada, las calles de la colonia, los diálogos de sus hijas. Una forma bien lograda por develar qué es lo que pasa, cómo se resuelve la convivencia familiar y cómo se trata de resolver la vida misma en estos tres personajes.

La idea inicial del director por lograr una película que hablara de una generación con diversos protagonistas, se condensó en un solo proyecto más intimo, resumido en las cuatro paredes de una familia que, como muchas, está en la exploración de definir algo que ni siquiera ellos saben con exactitud: la vida se podría ir en las desveladas del taxi, en la tarea incomprensible de la pequeña Teresa, en el amor incipiente de Mitzi.

El valor testimonial que recupera Osornio es enorme. Las grabaciones que retoma de su adolescencia y que retratan a el Mosca dan un sentido definitivo al documental: sin ellas, la acción reflexiva quedaría truncada pues, por momentos, pareciera que el plan de grabación de Mosca se preparó desde los años 80, imágenes de una cuantía sentimental profunda, personales, que son testigos de la línea de vida del protagonista y las personas que lo rodean: más que grabar situaciones, se recuperan emociones, expresiones determinantes que trazan muy bien el hilo conductor.

El ayer y el hoy ¿qué tanto se ha cambiado? Sería difícil pensarlo, analizarlo para arrepentirse o quedar conforme, así que el Mosca prefiere vivir. El regreso al lugar en donde vivió mucho tiempo le permitió a Osornio conformar un audiovisual que vale la pena ser visto: denso por momentos, cargado de metáforas que se asoman tímidamente y que dejan al espectador la inquietud del ahora y el mañana. La vida, la muerte, la añoranza, los recuerdos.

Mosca ha recorrido diversos festivales en México y en el extranjero: fue parte de la selección oficial el 26º Festival Internacional de Cine de Guadalajara (2011), de la sexta edición de Ambulante (2011) y fue presentado en Toronto como parte del Festival de Documentales Hot Docs, ahora, en su estreno en salas se estará presentado en la Cineteca Nacional y Cine Tonalá en la Ciudad de México.

 

29.09.13

 



Arantxa Sánchez


@mentecata_
Hace un esfuerzo constante por caminar el línea recta. Le gusta el punto y seguido, la literatura, coleccionar imágenes y ver la tele. Dicen que es odiadora de profesión pero los servicios escolares de su universidad dicen que....ver perfil
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