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Los insólitos peces gato

Una insólita coincidencia

por Miguel Becerril // Ipso Facto

“No me gustaría estar ahí cuando suceda”, expresa Mariana (Andrea Baeza), ebria, ante la inminente muerte de su madre, Martha (Lisa Owen), quién al contagiarse de VIH cambió su manera de disfrutar a sus hijos y de vivir cada momento. La multipremiada cinta Los insólitos peces gato (Sainte-Luce, 2012) le sonríe a los espectadores de la 55 Muestra internacional de Cine con una historia bien contada y con personajes sólidos.

En ella se manifiesta el respeto por emplear el cine como motor de transformación de conciencias. Es divertida y dramática, es la historia de una coincidencia que cambiará la vida de Claudia (Ximena Ayala) y de una familia entera. Claudia vive sola, trabaja en un centro comercial y tiene los ánimos apagados a pesar de su juventud. Sin embargo, su cotidianidad se interrumpe por culpa de una apendicitis. En el hospital donde la operan conoce a Martha, madre soltera de cuatro hijos.

Al salir del hospital, Martha la invita a su casa. Claudia poco a poco se integra en ese nuevo ambiente, vertiginoso y raro para ella. Parece fuera de lugar, pero conocer a esta familia le brindará la oportunidad de revalorar su propia vida. Todo esto se combina para mostrar un poco de lo que significa tener alguien que te apoye para seguir con tu vida, en este caso, la familia.

La ópera prima de Claudia Sainte-Luce es una película donde la enfermedad de la madre se transforma en una mirada capaz afrontar los problemas diarios con el mejor ánimo posible. Bien dicen que la vida está hecha de momentos, todo tipo de momentos. Aquí, los de la madre podrían ser los últimos. Por eso Martha se prepara; a estas cinco personas les falta mucho por descubrir. Ese ánimo será vital para prepararlos, darles armas para el resto de su vida.

El filme también es una reflexión en torno a la capacidad de la ficción en el cine para atrapar un poco de realidad y, de esa manera, hacer asequible algo tan  complejo y cotidiano como la vida familiar. El guion se armó a partir de una historia verídica, muy cercana para la directora. De ahí que, a pesar de los castings, no encontrara alguien que la convenciera de interpretar a Wendy (Wendy Guillén), por lo que necesitó de la verdadera hija para interpretarse a sí misma.  

De este modo, la película explora muchos procesos de resignificación, similares  al de la misma Wendy. Por ejemplo, las salchichas que, en un punto de la historia son signo de lo intrascendente de la vida de Claudia; en otro se transforman en lo único que hay de comer y, sin embargo, son motivo suficiente para reunir a una familia alrededor de una mesa.

Así, a partir de revalorar su mundo de vida, es como Claudia aprende a pertenecer a algo íntimo. La película encauza una consideración que pudiera parecer obvia: la familia es más que lazos consanguíneos, es un lugar donde compartirse y descubrirse uno mismo. Lo hace a partir de un sinfín de contrastes. Desde confrontar el carácter sumiso de Claudia con la álgida vida de Martha, hasta  comparar a la joven solitaria, presa de la rutina diaria, con estos adolescentes que crecen, son curiosos y se interesan por el mundo que les rodea.

Los insólitos peces gato demuestra que las películas resignifican elementos de la vida cotidiana, dentro y fuera de la pantalla. Veámoslo desde el lado de la enfermedad como tema: enfermarse de sida a través de tu cónyuge. Una posibilidad no tan explorada en el cine, si la comparamos con las películas que hablan del virus como una consecuencia de un acto ilícito o inmoral. Y también nos obliga a pensar en las relaciones humanas, porque a fin de cuentas todas las personas con las que nos relacionamos forman nuestra vida.  

Por último, la cinta reflexiona sobre la dicotomía universal: la muerte y la vida, que se confrontan en un espejo a diario. Sainte-Luce lo afirma: “Cuando vives con la muerte a un lado, aprovechas cada instante”. Martha y sus hijos encontraron sus propios mecanismos para vivir con la muerte. 

Esta es una película de descubrimiento, de arrojo por las cosas simples que se viven a diario, desde disfrutar una chuchería, hasta un viaje amontonado en la parte trasera del coche con tus hermanos.

Los peces gato en la vida real tienen bigotes y su única estructura ósea es su columna vertebral o espina dorsal, como quieran llamarle. Sin embargo, Claudia Sainte-Luce creó otros. Estos, que recién fueron lanzados a las aguas del gran público, ficticios e insólitos, que por columna vertebral tienen a una madre cariñosa, y que tienen un bocho amarillo en vez de bigotes.

 

El extraordinario caso de Los insólitos peces gato

por Paola Parra

¿Qué tan raro es ver una sala de cine abarrotada de gente conmovida al punto del llanto? ¿Qué elementos son indispensables para lograr que una película mueva esas fibras hondas de las que todos hablan, pero nadie puede decir, con certeza, dónde se encuentran? ¿Cuánto tiempo hace que usted no llora en un inmueble dedicado a la proyección fílmica? ¿Cuál y de qué país fue aquella cinta que le encharcó la mirada y le removió el corazón?

Desde breves años vamos adecuando a nuestro organismo físico, emocional y mental a las experiencias que vamos adquiriendo con el paso del tiempo. Y ser espectador de cine no se escapa de este proceso, conforme más películas se ven, más astuto, más agudo, incluso más quisquilloso se vuelve uno.

Existe un mecanismo de valoración (visual-emotiva) que se endurece y madura, tanto que la capacidad de sorpresa se estrecha en el camino de la experiencia, como un niño que se vuelve adulto descubriendo cosas que le hacen cambiar su percepción de realidad, entonces deja de temerle al monstruo inexistente del closet. Pero esto no implica que se deje de sentir miedo, sólo que al cambiar de referente modifica, también, su objeto de perturbación. Lo mismo pasa con el llanto derramado frente a una pantalla.

A estas alturas del partido va siendo cada vez más difícil encontrar una cinta que logre arrebatarle lágrimas a una sala completa. Algo que deberíamos comenzar a llamar el efecto Los insólitos peces gato (2013), haciendo alusión al primer largometraje de Claudia Sainte-Luce, hermosa obra que retrata parte de la historia personal de la directora, de cómo tras una intervención médica pudo conocer a la familia no consanguínea que las trampas del destino le había aguardado.

El punto de inflexión de la trama recae sobre la enfermedad de la madre y su inevitable fallecimiento. La muerte toma el papel, al igual que Claudia, de una integrante imprevista que debe ser aceptada. Sin mayor intención de homenajear este pedazo de su vida, transmite lo que muchas películas plagadas de pretensiones de conmover hasta el Oscar jamás lo van a lograr.

Pocas veces el cine mexicano ha dado a conocer un producto visual tan completo. Los insólitos peces gato, cuyo título fue cambiado a último momento por un encabezado de una nota periodística que acompañó la elaboración del filme, logra ensamblar todos los elementos que una buena película requiere: una musicalización que eriza la piel, una fotografía delicada, un ensamble actoral verosímil a grados maravillosos, una historia enternecedora y una dirección bien ejecutada.

El extraordinario caso de Los insólitos peces gato es aquel de la butaca. Yo lo reto a mirar este cachito de humanidad compartida sin derramar lágrima. Y sí, usted comprenderá que lo que vio es un evento que quedará en su memoria sentimental. Apreciará de otra forma el cine que ve usted generalmente, se va a cuestionar sobre las formas en las que mira el cine, y encontrará en este retrato de la unión familiar una esperanza para la cinematografía nacional. Haga espacio en su memorial de películas entrañables, ésta sin duda se merece un lugar.

 

20.11.13



Mr. FILME


@FilmeMagazine
La letra encarnada de la esencia de F.I.L.M.E., y en ocasiones, el capataz del consejo editorial.....ver perfil
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