por Guadalupe Fernández Escobedo // Ipso Facto
Las alas de hada que Oh Dae-su le iba a regalar a su hija están tiradas en el suelo, él ha sido secuestrado. De pronto, despierta en un pequeño cuarto con televisión donde su captor lo duerme con gas y lo tortura constantemente.
La película surcoreana, Oldboy: Cinco días para vengarse (Oldeuboi, 2005), narra la historia de un individuo con anhelo de liberación; Oh Dae-su (Min-sik Choi) no sólo se enfrenta a estar atrapado en un sitio, sin saber la razón de ello, durante de 15 años, también ha sido acusado, inexplicablemente, de asesinar a su esposa y de la desaparición de su propia hija.
Surge la desesperación. Golpes en la pared, llantos impulsivos, gritos y después visiones de bichos y escoriaciones que recorren el cuerpo. Los ánimos para encontrar a quien le provocó tanta desgracia crecen. De pronto, no hace falta que intente escapar de alguna manera, su mismo captor lo libera al esperar, ansiosamente, el encuentro cara a cara.
El director oriundo de Seúl, Park Chan-wook, logra adaptar el argumento de un manga japonés, con elementos determinantes dentro de la narrativa de la película. Es así como un martillo, al lado del odio y la fuerza bruta que Oh Dae-su desarrolló en su encierro, se vuelve el arma más letal para conseguir la venganza.
Se suma a todo esto el encuentro con Mido (Hye-jeong Kang), una joven que lo rescata de la demencia y la soledad, que se convierte en su fortaleza y en su nueva preocupación. Oh Dae-su se ha enamorado. El protagonista ha establecido su único camino: redimir, a golpes y con estrategias, las cuentas con el pasado; sin embargo coincidir con la joven lo hace recapacitar sobre su futuro.
Ahora el deseo por atar cabos sueltos puede arruinar la felicidad de una vida nueva e inesperada. Sin embargo, las constantes llamadas del misterioso secuestrador le recuerdan que no hay otra opción. La búsqueda por la por la sobrevivencia y la verdad no dan prórroga. Matar se vuelve necesario; torturar será parte de los aconteceres durante cinco días.
La iluminación (ambientes oscuros en espacios abiertos y agradables) y los cambios bruscos en los movimientos de cámara, donde combinan planos cenitales seguidos de enfoques a detalle, son algunos de los elementos rescatables de este filme. La cámara se enfoca en la sangre que chorrea por todo el cuerpo del protagonista después de ser atacado debajo de una alcantarilla. Ante la falta de luz que ambienta el sitio, un cambio radical de iluminación indica que lo que está apunto de descubrir acerca de él mismo se volverá aún más violento.
Es entonces cuando la trama permite reflexionar al espectador: ¿qué vale más: ignorar las desgracias anteriores para comenzar una nueva vida o seguir indagando hasta que los deseos más profundos sean satisfechos? La victoria o derrota de Oh Dae-su depende de una decisión.
Para no caer en los lugares comunes de una historia de amor, odio y venganza se complejizan. Oldboy: Cinco días para vengarse retoma temáticas como los tabúes amorosos, los momentos inesperados, la cuestión de si el odio es justificable, el error de culpar a los demás de los errores propios, el dolor inevitable en cuerpo y alma de los seres humanos.
Ahora el cine norteamericano presentó el remake de la película, con Spike Lee en la dirección. La nueva versión trata de ofrecer una trama menos compleja, aunque monótona por los cambios de narrativa, destinada al público occidental. No obstante que retoma la selección de planos, más que relacionarlos con la versión anterior, pierde la propuesta visual.
La versión asiática aporta elementos culturales determinados desde la congruencia de ciertas características como comida y la vestimenta. En la versión norteamericana, por ejemplo, se nota que recibe comida asiática de su secuestrador, como en la película de Park Chan-wook, o el personaje se viste con cintas en la cabeza. Aspectos que no pudieron sustituirse con éxito en la adaptación occidental.
La propuesta de Park Chan-wook adquiere importancia gracias a que fue ganadora del Gran Premio del jurado en Cannes 2004. La versión original, desde entonces, se ha reconocido como una pieza clásica y se ha mencionado como una de las películas más violentas de la actualidad.
Oldboy es entonces una expresión de conflictos psicológicos, una suma de momentos envolventes, posee una narrativa de constantes cambios pero completamente enlazada. Es suspenso, emoción e intriga. Una combinación de amor y sangre, de empatía y rechazo. Una muestra de que la violencia va más allá de lo físico, más allá del deseo de venganza y de asesinar, es el dolor de conocer la historia de uno mismo.
24.03.14